En el reino de lo vertical



Refugio de Prati di Croda Rossa, 20 de julio 

La niebla correteaba nada más salir de la tienda por las laderas ocultando las moles de dolomita que debían de estar en algún lugar al otro lado del valle que se hundía vertiginoso a mis pies. Hoy no me cruzo con alma alguna, la niebla me aísla totalmente de todo lo que esté más allá de treinta o cuarenta metros. Los abetos emergen como fantasmas tras las revueltas del camino. En un momento aparece un manto de flores blancas parecidas a las del algodón que hace que me detenga a fotografiarlas. Por cierto que sacar fotografías se está convirtiendo en un problema. Muchas de las tomas que hago o no se graban o el sistema me dice que nanais, que pruebe a hacer la foto unos minutos más tarde. Mi cámara desde el golpe se ha hecho muy señorita. Tengo ganas de llegar a Cortina d'Ampezzo, espero encontrar allí alguna que me sirva. La niebla es esta mañana una agradable compañera. Hoy me siento algo más en mi casa que días atrás, las cosas de Italia me son más familiares, viví aquí un año y me encuentro en ella como en mi tierra, con esa familiaridad con que estaría en Guadarrama o Pirineos.


En algún momento el camino se amansa, se hace recoleto discurrir por los bosques de abetos y entonces aprovecho lo apacible del sendero para seguir con mi lectura de Azorín y la agradable sensación de ver describir los paisajes familiares de nuestra sierras, las ciudades, los pueblos que conocemos pero ahora desde la lontananza de los siglos; también la historia de uno, dos siglos atrás vista desde la cotidianidad de los escritores de la época (Mesonero Romanos, Larra, Pi y Margall), la España de entonces mas recorrida con ojos semejantes a como vemos hoy nuestra maltratada España.

"Entre a gobernar no éste o aquel, sino todo el que se sienta con fuerzas, todo el que dé pruebas de su idoneidad, hombres nuevos para cosas nuevas, pide Larra. En tiempos turbulentos hombres fuertes y sobre todo hombres en quienes no esté cansada la vida, en quienes haya ilusión todavía, hombres en quienes arda una noble ambición y un arrojo constante contra el peligro. Sólo un gobierno fuerte y apoyado en la pública opinión puede enfrentar la verdad y aun buscarla". El texto es de Larra, en torno a mil ochocientos treinta, pero como si fuera de hoy mismo, como si apenas hubiéramos cambiado en doscientos años y siguiéramos viviendo el mismo clima de mediocridad política. 

"Larra, con ocasión de los sucesos de mil ochocientos treinta y seis, justifica las rebeldías y los levantamientos populares. Lo justifica con la negligencia, la presión y la corrupción, no sólo de lo gobiernos sino de las clases dirigentes". Dios nos asista, es el artículo que recoge estas tan actuales consideraciones. 



A partir de ahora la ruta que sigo no pertenece a ningún diseño determinado, busco el camino que más me interesa, la ruta que mejor se presta a mi estado de ánimo. Hasta llegar al Passo Falzarego, donde reaparece la línea amarilla de la Vía Alpina, iré por donde me plazca. Después ya veremos, porque hay lugares en Dolomitas que tengo muy visitados y quiero conocer rutas nuevas. Los caminos de hoy me llevan al Passo Montecroce y de allí, tras el desayuno en un hotel del puerto, elijo rodear por el norte la Croda Rossa di Sesto para alcanzar el bello mirador donde está enclavado el refugio de Prati di Croda Rossa. Es un camino cómodo y bonito que va descubriendo según se hace altura el complejo mundo de los alrededores de la Croda, un universo de paredes verticales de dientes afilados entre cuyas angosturas los neveros ponen su nota de diversidad. En lo alto grandes prados verdes salpicados de flores amarillas y vilanos inhiestos preparados para echarse a volar tapizan los pies de los gigantes calcáreos. 


Mientras comía en el refugio fuera se desató una lluvia algo brutal. Decidí quedarme en él hasta el día siguiente. Eran las tres de la tarde, así que bienvenida la lluvia, tarde de holganza, de lavar la ropa, de ducha, de poner en orden mis cosas. Ya lo dice el refrán, no hay mal que por bien no venga. Mañana, si el tiempo se porta, estaré frente a las Tres Cimas de Lavaredo.



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