Valle de la Barranca, Guadarrama, 30/06/2009



Usando del privilegio de las águilas
con su nido allá sobre la cumbre
donde como siempre los recuerdos eran persistentes,
habían dormido entre el raso de las estrellas
y la alfombra de las luces que sembraban el llano
hasta el horizonte donde la ciudad dormía
en su lejano silencio.
El aire era tibio
y fue agradable charlar
hasta entrada la madrugada
sobre la cumbre arriba de la Barranca.

Ahora, en la fuente de la Campanilla
agua y bronce tañían
a la hora temprana del regreso.
El gran pino de porte tortuoso y elegante
hacía tremolar su follaje
sobre el verde tapiz
donde los rumiantes dejaban sonar
sus cansinos cencerros
tolón tolón tolón
junto al guirigay de los carboneros
desperezando entre los escaramujos.
Era la hora del regreso,
arroyo abajo
entre los grandes y esbeltos pinos,
por la umbría y callada vereda.

















1 comentario:

Anónimo dijo...
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