Hoy va de tetas






Bujaruelo, 20 de julio

     Estuvo lloviendo una gran parte de la noche, los relámpagos iluminaban a ratos el interior del refugio. Había olvidado sujetar las contraventanas y su golpeteo me despertaba a ratos. A las cuatro de la mañana, como consecuencia del agua sospechosa que había bebido dos días antes, tuve que levantarme y salir a la intemperie ante la amenaza inminente de encharcar el saco de dormir. 


     Cuando eché a andar las primeras luces iluminaban las altas cumbres. El valle ofrecía un aspecto desolado y silencioso. No veía por donde se pudiera superar aquel farallón tan vertical por donde derramaba sus aguas una gran cascada. Al final del valle el gps indicaba una senda que sobre el terreno no existía. Después de cruzar el río encontré algo que parecía el camino y que más adelante se hizo más evidente. Recordaba con una sonrisa en los labios los pechines apuntados de una chica con la que me había cruzado la tarde anterior. Era muy joven, tuve la impresión de que estaba experimentado algo nuevo junto a su chico en aquel valle solitario, llevar las tetas al aire debe de ser tan saludable y excitante como caminar desnudo, algo novedoso en esta sociedad en donde la pudibundez hace estragos. A mí me gusta encontrarme con estos desnudos o semidesnudos en mis caminos; alguna vez atravesé playas nudistas con mi impedimenta de cazador de elefantes, que nada gusta a mi hija, por cierto, y la cosa resultaba un poco chusca; incluso me atreví a tomar algún fotografía; el contraste era llamativo simplemente porque desde niños nos habían puesto en antecedentes sobre la improcedencia, en nuestras latitudes, de la desnudez en público. 

     De todas maneras bendita gracia que unas tetas nos gusten, que algo llame nuestra atención lo suficiente como para alentar nuestra libido o para proporcionarnos alguna clase de placer. 

     Por qué las tetas de la vecina o la  chica que lee en el metro enfrente de nosotros el último bestseller llaman más nuestra atención que las que conocemos de cerca, es uno de los grandes misterios de la vida. ¿A qué ley de la naturaleza obedece el hecho de que un cuerpo nuevo resulte, mientras sea nuevo, más atrayente que aquellos otros que no lo son? Siempre es lógico defender que la naturaleza tiene razones que acaso nosotros no conocemos, la naturaleza no va por ahí a lo loco haciendo o deshaciendo; es algo que conocemos desde los tiempos de Darwin. La sociedad y la naturaleza son dos entidades que a veces se dan de narices, muy de narices, diría yo, y en este caso la evidencia es notable. Mientras que la naturaleza no tiene escrúpulos y busca la reproducción de la especie por encima de todo, y el que nos gusten tanto las mujeres, casi todas las mujeres, es una de las manifestaciones de esta ley, la sociedad, que es algo con una desproporcionada tendencia a sufrir la fatal influencia de la religión y el peso de las clases más conservadoras, tiende a negar la evidencia de los comportamientos naturales y a encorsetar a sus miembros según criterios conceptuales y razonamientos en donde ciertas convenciones, la hipocresía y los intereses particulares de los grupos de presión establecen lo que es bueno y lo que no lo es. Sí, el corsé religioso y social es con frecuencia un peligroso artilugio que hace peligrar nuestra autonomía y nuestra libertad. 

     De todos modos la cuestión queda por resolver. ¿De dónde viene esa atracción tan fuerte por lo nuevo, qué regla biológica la sustenta? ¿La curiosidad acaso, esa otra gran maravilla de la naturaleza sin la cual todavía los hombres no habríamos bajado de los árboles?

     La vida trata de reproducirse, y eso nos lleva, entre otras cosas, a buscarnos unos a otros, pero, ah, maravilla, la vida es sumamente curiosa, el gran motor de la evolución que hará que ésta avance, progrese, invente, pueda vivir mejor en el futuro, será pues la curiosidad; ergo, si me gustan las tetas de la vecina y las de otras muchas chicas, ya lo tengo, será porque no sólo de pan vive el hombre, será porque sin la curiosidad seríamos seres estancados y sin posibilidad de evolución. Con lo que siguiendo con el silogismo, todas estas trabas que la sociedad pone a mi curiosidad, la dificultad para que todos nos interrelacionemos sin trabas no sólo es algo anacrónico sino que va contra la sana disposición que heredamos de la madre naturaleza para encontrar modos de vida más evolucionados y creativos. 

     La sociedad nos enmohece, mientras que la naturaleza enriquece nuestro yo, nos incita al amor y a la curiosidad, nos libera del encierro en que ésta pretende ahogar la individualidad, su genuina forma de ser. Y es que somos tan poco conscientes de lo mucho que la naturaleza nos regala y que nosotros dejamos de lado, despreciamos, criticamos, y todo porque la educación que recibimos, pacata y ensuciada por mentes infantiles e hipócritas, es una basurilla de educación que en absoluto vela por los intereses de las personas de carne y hueso; sí, y es que somos tan poco conscientes... 




     Y el valle era largo largo y el paisaje a mi espalda plano y sin relieve, pero bastó que me asomará al collado Tendeñera para que todo cambiase. Cuando por la mañana se camina hacia el este siempre es así, las montañas que quedan a nuestras espaldas, iluminadas frontalmente por el sol, carecen de sombras y relieve, mientras que las que vemos por delante tienen a su favor el juego que les da la luz; las montañas, separadas unas y otras por la calina de la mañana, reforzadas por las sombras y por el brutal contraluz del sol constituyen un universo único de matices y contrastes. Frente a mí estaba el entero macizo de El Casco que continúa hacia la Brecha de Roldán y el refugio de Góriz, y más allá hasta las cumbres del Marboré y Monte Perdido; mientras que a mis pies, al fondo, transversal, discurría el valle de Ara que se abre paso entre el macizo del Vignemale y las cimas orientales de Bachimaña. 




     Llegué a Bujaruelo a la hora de comer. Hoy me va a tocar dormir en el valle de Ordesa, el prohibidisimo para todo valle de Ordesa. Ya veremos si no tengo problemas.

2 comentarios:

LuisBas dijo...

Si señor , profundo tema de meditacion, no imagino como resolverlo, pero como siempre nos obsequias con cosas verdaderamente sorprendentes y agradables, sigue asi Caminante. Fuerte abrazo

Alberto de la Madrid dijo...

Jeje...