Las creencias




Lloret de Mar, 22 de septiembre

Había metido mi teléfono en una bolsa de plástico para protegerle del relente y como consecuencia no oí el despertador; el cielo estaba tintado de malva cuando me desperté. El acogedor rincón del alcornocal donde estaba instalado mi vivac permanecía no obstante en una discreta oscuridad. Como otras veces, me he vuelto a equivocar con mi equipaje, metí en mi macuto guantes y gorro de lana y hasta ahora las temperaturas nocturnas son de pleno verano. El frío matinal del Pirineo donde un día temí que se pusiera a nevar por la noche ha sido sustituido por unas noches cálidas en las que es agradable dormir desnudo con los brazos fuera del saco. Paseo temprano por este enorme bosque de discretos alcornoques que termina descendiendo por cuatrocientos metros de desnivel hasta Tossa de Mar. Desde allí el sendero vuelve a elevarse por colinas durante un buen rato hasta ingresar en el reino no deseable de las urbanizaciones que rodean la costa. Momento para la lectura. 



El lector de José Antonio Marina lee demasiado deprisa, me atropella con sus ideas, cuando yo estoy empezando a digerir el principio del párrafo, él anda ya con el siguiente punto y aparte, y así durante toda la lectura, sugestiva lectura por otra parte que de ser seguida sobre el papel habría necesitado una continua vuelta atrás para asimilar medianamente el contenido. 

Marina salta de acá para allá, pero no se olvida del eje de su discurso, así, por ejemplo, tan pronto alaba a Rilke para decir de él que es un maravilloso escritor, como le asesta una puñalada a continuación propalando su confesión de que era incapaz de querer a nadie porque, decía aquél, estaba demasiado ocupado consigo mismo; todo ello si la cosa conviene a su argumentación. En algún otro lugar trae a colación las cartas amorosas de una monja traicionada, para decir de ella que acaso lo que parecía amor era en realidad una gran necesidad de sacudirse de encima la modorra, lo que engarzaba bien con la idea de cómo en ocasiones la creencias necesitan de un empujoncito para, mirándolas de través de lo rayos x, diagnosticar su salud o la consistencia de los pilares sobre los que se asienta. El desenfado con que Marina trata los temas más peliagudos hace pensar que acaso lo que sucede es que estamos poco habituados a tratar seriamente con los asuntos, asuntos que para él aparecen como habitual materia de reflexión y ordenación, y que para nosotros representan insolubles cuestiones a las que a duras penas logramos abrirnos. Sucede, por ejemplo, con la confusión con que tratamos temas como el amor y los sentimientos. 

No obstante el tema mas candente sobre el que hablaba Marina esta mañana es las creencias. Un conjunto de supuestas verdades que promovidas por lo creeadores de opinión, por políticos, por la Iglesia y demás gente influyente se convierten con el tiempo en convencidas verdades que el conjunto de la sociedad acepta a pies juntillas como nacidas de las más íntimas convicciones. Una peligrosa cuestión que consigue hacernos creer que lo que pensamos es de cosecha propia cuando en realidad se ha colado como un polizonte en el enmarañamiento de nuestras ideas haciéndonos creer como propio lo que pertenece a la factoría de grupos dominantes interesados con los que podemos llegar a sentirnos identificados en base a la irresistible presión social con que estas cosas flotan en el ambiente. Las materias de fe que acechan en nuestra sociedad buscando nuestra anuencia inconsciente parece que no son pocas. Las creencias son materia que sufren transmutaciones con el tiempo y las modas, y su principal característica es la capacidad de camuflaje que tienen para hacerse pasar por convicciones propias. Inducir en el individuo cualquier tipo de convencimiento, ya sea de tipo moral, religioso, político o de consumo aparece como el principal objetivo que pueda tener cualquier grupo para imponer su voluntad a una parte importante de la población. Cuando la generalidad asume valores, decisiones y puntos de vista determinados, el terreno está perfectamente abonado para sembrar un precipitado de productos o ideas que tanto pueden servir para abrir un frente en el mercado como para perpetuar a una clase política en el poder. 

¿Quién puede asegurar con toda certeza que lo que cree que es el amor, la justicia, determinada postura politica, lo que es la fidelidad, lo tolerable o no en la relaciones sexuales, el concepto que tenemos del matrimonio, tantas cosas, quién puede asegurar que es algo que piensa por sí y no por otros, por esas creencias que circulan en una sociedad y que hoy valen pero que acaso mañana se muestran obsoletas. ¿Cuáles eran las creencias generalizadas si no hace décadas sobre las relaciones de pareja, la religión, y cuales son ahora?


 Escribo cobijado entre los acantilados que se extienden al sur de Lloret de Mar. Esta parte de la costa ha sido sacrificada a lo imperativos del turismo, como tantas parte de nuestro hermoso patrimonio costero, sin embargo tengo que reconocer que en esta ocasión se ha hecho un buen esfuerzo para que el "destrozo" se minimice hasta el punto de convertir el sendero que rodea la costa en un agradable paseo de piedra que no desentona con la agreste belleza de los acantilados y las rompientes que emergen del mar. 


Es hermosa esta parte del Mediterráneo, pero... han jodido la costa con un montón de urbanizaciones, no tanto como en Benidorm o Torremolinos, claro, pero jodida está, uno se ve obligado continuamente a hacer montón de kilómetros por insulsas carreteras de asfalto en donde crecen a mogollón cientos de chalets y casas que no deberían haber permitido construir. Veremos si en algún momento no me canso de atravesar urbanizaciones y cojo el petate y me marcho a casa. Este vagabundo no gusta en absoluto de esta clase de invasión urbana de la naturaleza. Además hace calor y atravesando estos lugares tengo siempre la impresión de transitar por un propiedad privada por donde te dejan pasar por caridad. En Mallorca me sucedió en más de una ocasión tener que mendigar el paso por algún lugar porque mi caminar por la costa estaba cortado a cal y canto.



Las olas hacen un clap clap tranquilo bajo mis pies, la luna subió un palmo sobre el horizonte y ahora su luz deja una estela rutilante sobre el agua.

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