Ojo, que nos dan gato por liebre




Vallgorguina, 24 de septiembre 

El amigo Santiago Pino aparece de tanto en tanto por este blog y la verdad es que cuando lo hace siempre deja unas gotas de esencia en torno a lo que se cuece en la sustancia de este diario de los caminos. Se ve que Santiago y yo hemos mamado de la misma leche materna, es decir la soledad y nuestra irrenunciable afición por las cosas de una  naturaleza salvaje y agreste. Su anterior incursión en este blog vino motivada por la relevancia de sus experiencias en el seno de alguna notoria tormenta en donde la necesidad de fundirse en otro cuerpo se presentaba como alternativa a la posibilidad de que un rayo cercenara la vida de los dos. Los amantes de la tormentas no parecen abundar, y ello es una de las razones de que ambos sintonicemos junto a otras relacionadas con nuestro amor por la montaña, una amante agradecida pero exigente siempre. 

En esta ocasión Santiago añade un tema de afinidad que expresa una vez más una de esas realidades que compartimos, la importancia del sol en este caso, una parte primordial de la vida y que sin embargo, turulatos como estamos por lo que parece el no va más del momento, la crisis o los sempiternos listillos que el sistema genera, el equivalente a las heces, pura mierda no más, turulatos como estamos, no somos capaces de apreciar en su justa medida lo que dios padre nos regala cada día para recreo y regocijo de nuestros ojos, nuestra salud, el bienestar de nuestra vida. Así lo expresa Santiago en su comentario de ayer:
"Si creyera en algún Dios adoraría al Sol: luces, colores, calor, vida, alegría,tranquilidad, armonía, soledad; un conjunto de sensaciones que sólo se aglutinan especialmente al empezar el nuevo día, y que si es desde la cima de una montaña en solitario, será la expresión mas salvaje que te puede ofrecer la naturaleza.
Un abrazo."

No fueron menos sabias muchas de las culturas que nos precedieron, los incas, los egipcios, tantos pueblos primitivos que hicieron del sol el padre nutricio, la fuente de donde manaba toda vida. Algo por otra parte real y justo. Ser adoradores del sol sería con toda propiedad mucho más lógico que pertenecer a cualquiera de las cofradías religiosas de la actualidad, empezando por la católica en donde un dios justiciero y vengativo es capaz de mandarte a un infierno inventado por cualificados sádicos de esta santísima institución para que te cuezas a fuego lento por toda la eternidad. Y continuando igualmente con lo mahometanos que no consiguen mejor suerte y que sufren a través de Alá la megalomanía, igual que los católicos, de que todos sus súbditos les rindan única pleitesía. Ninguna de estas enfermedades mentales corre por la cabeza del dios Sol; el dios Sol, lo afirma Santiago, es luz, color, calor, vida, alegría, tranquilidad, armonía, gratuidad sin límites; no hay en él ni pizca de la egolatría que rodea a los dioses de nuestras religiones al uso y vigentes en nuestra sociedad, tampoco sus administradores, el Sol no lo necesitan, colaboran con los criminales militares argentinos o bendicen a los tanques fascistas. Santa paz por el contrario la que nos transmite en esos privilegiados momentos del amanecer cuando se alza sobre el mar, gratuidad sin límites, un dios sin duda mucho más generoso y humano que todos aquellos que la mala inventiva de profetas periclitados y deseosos de autoensalzamiento nos ha proporcionado a lo largo de la historia. 


Atravieso el macizo de Montnegre–Corredar, montañas que no superan los setecientos metros de desnivel pero que encierran en su interior pequeños e intrincados valles donde conviven castaños, encinas, alcornoques, laureles, madroños y una prolífica cantidad de arbustos donde es difícil abrirse paso fuera de los caminos. En medio de este bosque hoy dormí en una plantación de kiwis; me acerqué a ella precisamente para averiguar de qué planta se trataba, me resultaba desconocida, tuve que andar de acá para allá hasta descubrir sus frutos entre las altas plantas que crecían en espaldera. 

Hubo relente por la noche, mi vivac, iluminado toda la noche por la luna, amaneció rociado por la humedad nocturna. Mi despertador había sonado a las cinco de la mañana, el zenit, que estaba ocupado cuando me dormí por el triangulo de Deneb, Lira y Altair, había sido sustituido por el planeta Júpiter y la pareja inseparable de Cástor y Pólux. Más allá, a la derecha, andaba Orión y sus perros; Sirio sobresalía por encima de la plantación de kiwis. Hacia tiempo que no caminaba tan temprano, la luna bañaba la pista que zigzagueaba por la falda de la montaña, ese rato de soledad que cercano al alba disfruto como una de las cosas mejores del día, ni libros, ni especiales reflexiones, nada que ver alrededor porque la oscuridad matizada por una luna menguante lo ocupa todo: pura contemplación, preparación para recibir el nuevo día tras la agitada noche de lo sueños, la otra vida en la que me sumerjo cada noche y donde mi otro yo vive a su bola obsesionado acaso por escondidas vivencias que mi subsconsciente usa como materia prima para dar rienda suelta a todas sus fantasías. 


De mi vivac hasta Vallgorguina tendré unos veinticinco kilómetros, todos ellos de apretado bosque. Un bonito paseo para estudiar un rato, atender al Tao Te King y por ultimo seguir con la ultramodernidad de Marina que en esta mañana habla sobre la necesidad de tratar de ver lo que se está cociendo por debajo de tanta información banal, porque cocerse siempre se cuece algo, siempre hay gente diseñando parte de la realidad, manejando objetivos que necesitan de rocambolescos movimientos de ajedrez para colar de rondó un clima, digamos por ejemplo, un clima propicio a la independencia, digamos por ejemplo, de Cataluña. De esta manera se puede abrir paso una guerra contra Irak o insuflar sentimientos en la población tendentes a cumplir metas que pueden serles perfectamente ajenas. Ejemplos no más. Saber qué hay debajo de las noticias de las primeras páginas de lo periódicos debería constituirse una labor de investigación tenaz por parte de nosotros, los ciudadanos. Sí, eso, cuidado, que nos pueden estar dando gato por liebre. 

2 comentarios:

LuisBas dijo...

Parece mentira como coinciden los pensamientos, estos dias atras andaba yo madrugando para ver salir el sol, que es ahora espectacular y me encuentro con estos comentaios, tanto los tuyos como los de Santiago ambos sobre el mismo tema .Es asombrosa la atraccion que ejerce el sol sobre todos nosotros

Al llegar la aurora
se calma la brisa
hoy no existen nubes
que turben la vista

Hoy he visto amanecer
he visto salir el sol
rompiendo negras tinieblas
con su rojo resplandor

Parece que el Averno
se esconde en el horizonte
cuando sus potentes rayos
tiñen el cielo de Oriente

En ese hermoso perfil
rayos de rojo fulgor
anuncian un nuevo dia
con un sol abrasador

Hoy se termina al verano
en este su ultimo dia
que el sol mantenga su fuerza
y con su luz nos bendiga

En el solsticio de otoño
esperemos que el Dios Sol
siga prestando sus rayos
con generosidad y amor

Alberto de la Madrid dijo...

Gracias por tu comentario, poeta.