“El sentido de la vida consiste en vivir”. (Apu
en El mundo de Apu, de Satyajit Ray)
Cercanías del refugio Biella, 18 de julio de
2018
Rasun
di Sopra – lago Braies - Cercanías del refugio Biella
Y
sí, casi sin comerlo ni beberlo estoy ya en ese reino magnífico de la
verticalidad: las Dolomitas. Más de un mes de camino me ha llevado llegar hasta
él. Aquí la Vía Alpina gira hacia el este, roza casi el reino de las Tres Cimas
de Lavaredo, monte Cristallo y la Croda Rossa di Sesto y se dirige a la cordal
fronteriza entre Austria e Italia que yo abandoné viniendo de los montes
Julianos hace dos años para volver a pisar estas montañas que visito desde hace
medio siglo, ¡medio siglo!, medio siglo sí que ascendiera a la Cima Grande por la
arista Dibona y la hermosa pared del espígolo Giallo; los años de Moisés
Castaño, Fernando Vázquez, Nena, Graziella, Enrique del Pozo (el Pichón).
Joder, cómo pasa el tiempo.
Adiós
pues a la Vía Alpina y nuevo vagabundeo por las Dolomitas de toda una vida. Montañas de una vida, reza el título del
libro de Bonatti. Este año no pasaré por las Tres Cimas, la Santísima Trinidad
de esta parte del mundo. En el lago Braies, que es donde se junta la Vía Alpina
(tramo rojo) con el comienzo de la Alta Vía de las Dolomitas, seguiré
directamente hacia el sur este itinerario, que ya hice hace años con Victoria,
durante dos semanas atravesando los macizos de Fanes, Falzarego, Civetta hasta
Agordo. Existen ocho Altas Vías de las Dolomitas. Y veremos por dónde tira mi
ánimo más adelante. Estoy dispuesto a convertirme en un vagabundo en el sentido
más fiel de la palabra. Un enamorado de las montañas podría pasarse toda la
vida vagando por este excepcional mundo de verticales paredes y atrevidos
senderos.
* * *
Sin
duda, qué acierto haber elegido esta gran obra del cine, Trilogía de Apu, para acompañar mi final de jornada estos días.
Ayer terminé con la tercera parte, El
mundo de Apu (para la segunda necesitaré pillar un buen wifi en mi camino).
Apu ha logrado su independencia, tiene un título académico, vive la euforia de
escribir su primera novela, conoce a Aparna y se casa. Ella muere en un parto y
Apu vaga desesperado de una parte a otra de la India. La música de fondo, los
silencios, los sobreentendidos entre ellos, la relación con el amigo, la India
que va mostrando escena tras escena el film, son pequeñas joyas en blanco y
negro que llaman a nuestra emoción cuando éstas quedan engastadas en las
emociones y amores, tan delicados, tan primitivos e ingenuos acaso, entre Apu y
Aparna. La manera en cómo el amor llega a Apu y lo que va envolviendo poco a
poco entre sus brazos es un canto a ese sentimiento tan propio, tan
profundamente humano.
Pero
terminó la película y era pronto y entonces me dispuse a abrir el regalo que me
había hecho Antonio Creus, el preciosista fotógrafo de nuestro grupo de
montaña, el Navi, y que no había podido descargar hasta el día anterior. ¡Ah,
sorpresa!, se trataba de uno de los mejores regalos que me han hecho nunca.
Antonio había buceado en montones de rincones del ciberespacio, en donde fotos
mías de viajes de todas las partes del mundo más todas mis correrías por Alpes,
Pirineos y otras montañas o caminatas habían ido a parar, y con ello y con una
música muy oportuna había hecho un vídeo de veintitantos minutos que me hizo,
emocionado, recorrer una parte importante de mi vida; en ocasiones fotos y
recuerdos que tenía olvidados y que la maestría de Antonio me ponía delante con
delicadeza como quien deja un bonito regalo de reyes a un niño solitario
perdido entre las montañas. ¡Gracias, Antonio! Dejo bajo estas líneas el link
del Youtube para los que lo queráis ver (toca en la imagen para verlo). El
título del vídeo es Caminando por elmundo.
Por
la mañana lloviznaba a primera hora, pero sólo fue un amago. Daba gusto estar
de vacaciones después de tantas subidas como había tenido lo días pasados.
Caminos de paseo, compra del desayuno en un supermercado… Comer un gran racimo
de uvas sentado en un prado a la salida de Rasun di Sotto al sol de la mañana
era un placer. También compré un mapa general de la zona para hacerme una idea
de por donde iban a ir los tiros estos días. Fue aquí que reorganicé mi
vagabundeo: bajé la información de la Alta Vía de las Dolomitas, bajé el track
correspondiente de Wikiloc y me hice con los mapas digitales de Tabacco que ya
he usado otras veces. Llegó un momento en que el idílico camino que llevaba se
topó con una carretera sin arcén y con un tráfico de la leche. Daba miedo andar
por ella. Eran unos pocos kilómetros pero terminé haciendo auto–stop. Me cogió
un joven transportista rumano con unas ganas locas de hablar. En la bifurcación
del lago Braies, un lugar con un turismo multitudinario, volví a hacer
auto-stop y más arriba, cerrado el paso a los vehículos, tomé un autobús. Que el
Señor le apunte estos doce o trece kilómetros de trampa que hizo el caminante y
se los ponga de más en los días que habrá de pasar en el Purgatorio por desear
con alguna frecuencia a la mujer de su prójimo. Amén.
El
lago Braies estaba a tutiplén. El otro día alguien en FB preguntaba que qué se
puede hacer en zonas como la laguna de Peñalara donde la multitud lo invade
todo ya. Pues eso, qué va a pasar con tantos lugares bonitos de montaña cuando
los visitantes sean tantos que peligren desaparecer. En el lago Braies de
momento han restringido el tráfico, pero ¿qué sucederá dentro de diez años?
¿Habremos de pedir cita en algún momento para un día y una hora determinada ir a la laguna Peñalara, al Circo de Gredos, la lago de Braies? El Señor
nos coja confesados para esos momentos que se acercan. Todo el entorno
alrededor del lago era hermoso. De frente, al otro lado del lago se alzaba la
imponente mole de Croda del Becco como un inmenso castillo inexpugnable.
Después
de comer un sabroso plato de polenta con gulasch y un asado de verduras y setas
con la consabida cerveza y el capuccino, me puse en marcha. Rodeé el lago y
bajo la solanera subí quinientos de los ochocientos metros de desnivel que
había hasta el refugio Biella. Mis piernas y mi cuerpo, benditos ellos,
subieron despacio pero sin pausa por las claras perdreras y los resaltes
rocosos con la paz y la tranquilidad con que uno desearía acercarse a la
muerte.
Si te sientes deprimido ve a la montañas a menudo |
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