Lanzarote
En esta ocasión mi libro de trotamundos para algo más de una semana de recorrer Lanzarote, fue Middlemarch. Todas las citas que acompañan a las fotografías son de George Eliot.
No avanzaré lentamente a lo largo de la costa, sino que navegaré mar adentro, guiándome por las estrellas.
En los actos llamados triviales es donde las semillas de la felicidad se echan a perder para siempre, hasta que hombres y mujeres contemplan a su alrededor con rostro demacrado la desolación que ellos mismos han causado y dicen que la tierra ya no produce cosechas de dulzura... llamando así conocimiento a su propia negativa.
Tampoco el señor Casaubon, en realidad, se había explicado por completo a sí mismo sus confusas razones; en su caso, como en el de todos nosotros, la irritación daba pie a la búsqueda de motivos justificativos más que a un deseo de autoconocimiento.
Existe cierta clase de celos que necesita muy poco fuego: difícilmente puede calificárselos de pasión; es más bien una especie de moho que se cría en la espesa y húmeda melancolía del egoísmo desasosegado.
No lamentó contar con aquella ocasión de aparecer en público antes las tribus de los Toller, los Hackbutt y todos los demás, que lo miraban con desprecio por ser un aventurero y vivían, sin embargo, en un estado de brutal ignorancia respecto a Dante... que se mofaban de su ascendencia polaca, aunque ellos pertenecieran a una raza muy necesitada de cruzar su sangre.
Cuando la memoria duele como una herida que se vuelve a abrir, el pasado de un hombre no es tan sólo una historia muerta, un desvaído ensayo del presente; no es un error del que uno se ha arrepentido y que ha logrado arrancar de su vida; sigue siendo una parte estremecida de uno mismo, que provoca escalofríos y un gusto acre y la comezón de una vergüenza merecida.
Primer caballero: Sobre quien descansa el poder, ha de recaer también la culpa.
Segundo caballero: No, el poder es relativo; no se puede detener con plazas fuertes en la frontera a la peste que se acerca, ni pescar una carpa con argumentos sutiles. Toda fuerza son dos en una: la causa no es causa a no ser que esté presente el efecto. Así la autoridad sólo existe con la obediencia.
Nuestros actos nos acompañan mucho tiempo, y lo que hemos sido nos hace ser lo que somos.
Durante aquella hora Dorothea repitió los actos que los ojos misericordiosos de la soledad han contemplado a lo largo de los tiempos en las luchas espirituales del ser humano; suplicó que la dureza y la frialdad y el dolorido cansancio le proporcionaran alivio contra la misteriosa fuerza incorpórea de su angustia; se tumbó en el suelo y dejó que la noche se fuera enfriando a su alrededor, mientras su cuerpo de mujer se veía agitado por los sollozos como si fuese una niña desesperanzada.
Al alba... se había despertado en una situación distinta: sentía el alma libre de su terrible conflicto; ya no luchaba a brazo partido con el dolor, sino que podía departir con él como con un viejo amigo y hacerle participe de sus pensamientos.
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