Sierra de Cazorla, 26/06/2009




Encogido en la urna de cristal
de extraños y exóticos sueños,
forcejeé en el líquido amniótico de la noche
para que el mundo permaneciera
oscuro y en silencio en un cinematógrafo
donde yo, protagonista y espectador,
vivía la notable intensidad de unos hechos.

Me escondí en la oscuridad
cerré con fuerza los párpados
y pasé como si no me enterara
por las puertas de un amanecer negro.
Demoré en la noche
como se demora un orgasmo
…y los sueños se producían en cascada
y llenos de plenitud.

Hasta que el sol me dio en los ojos
en un bosque que olía a romero,
y hube de incorporarme y mirar la mañana
a través de la pequeña rendija de mi ojo
picoteado infamemente por los mosquitos
… para más inri.

La escafandra y la mariposa
,
sí, mi sueño debió de hacer alguna visita
al fondo de los mares
porque me desperté con una disposición nueva:
hoy sería día de hacer nada.

Más tarde sentí una brizna de felicidad
limpiando de abrojos mis medias de montaña;
desempolvé mis botas
arreglé un boquete en el saco de dormir,
puse algo de orden en mi refugio volante.
La mañana se hizo
para el cuidado de mi cuerpo,
de mis botas,
de esos utensilios que me acompañan
en silencio, fielmente.

Y sólo bastó echarme a un lado en la cuneta
para descubrir otro mundo,
buscar una sombra, afeitarme
hidratar mi piel, tomar un descanso.
El apacible encuentro entre mis cosas y yo,
las que protegen mis pies,
me abrigan, me orientan o me alimentan.
Fue delicioso perder el tiempo en naderías.












1 comentario:

la granota dijo...

Ahhh, por ahí he estado...