Esperando días mejores

Torrent de S'Algat, 28/07/11



Esto parece una batalla constante contra el cansancio. Desde que he dejado de salir regularmente todas las semanas a la montaña, cada vez que me voy por ahí los primeros días se convierten en una cosa poco divertida debido a ese desentrenamiento que padezco. Gusto le saco a ratos, no digo que no, pero el cansancio no me deja disfrutar del camino. Ni siquiera llego a leer con esa tranquilidad que da un cuerpo bien preparado para el que el esfuerzo es cosa que no requiere excesiva atención.
Como ya había dado cuenta en mi anterior visita a Mallorca, las propiedades privadas, montañas y valles enteros, constituyen un problema para el caminante. Hoy, nada más dejar el pueblecito de Estallens, me encuentro un cartel oficial que indica que el camino está cortado tres kilómetros más adelante por decisión judicial. Sigo adelante, pero ello ya me obliga a darle vueltas al asunto, hay muchos caminos pero seguro que el que está cortado es el mío. Cuando mi senda accede a una pista veo bajar dos ciclistas, les pregunto. Me dicen que efectivamente no se puede pasar, pero que hay un camino alternativo que da una gran vuelta. En ese camino es donde se me va a hacer de noche; después de un par de tomas del atardecer que hermosea al fondo sobre un cielo sin nubes, dejando su larga estela dorada sobre la anchura del mar, no hay señal de ninguna senda, sólo algún que otro hito, que después de un rato pierdo definitivamente. Se hace de noche, trato de seguir el verde fosforito de la señal del gps, pero el terreno es muy accidentado. Encuentro una pequeña plataforma llena de piedras que tanteo para preparar el vivac, pero desisto, allí no se puede dormir. La pendiente es bastante rigurosa. Después de un rato de caminar a tientas doy con una pequeña senda, la linterna me ayuda a ir reconociendo este pequeño rastro que cotejo con la señal del gps. No tardo en encontrar un camino ancho, probablemente aquel original que la orden judicial clausuró.



Mi lectura matinal del Bhagavad Gita está ya lejos: El hombre que fija su placer en el yo, que se satisface de la alegría del yo... fue esta mañana mientras alcanzaba la cumbre de la Moleta de s'Esclop, una bella cima desde la que se observaba el medio universo de esta isla. Después fue discurrir por bosques rodeando escarpados, y poco a poco ir descendiendo hacia la profunda hondonada en donde yace Estellens, el pequeño pueblo en donde comí; un decir, porque de tan sediento que estaba, antes de entrar en el restaurante ya me había metido más de un litro de seven up en el cuerpo; eso o que realmente el cansancio me había quitado el apetito. Lo que realmente sí necesitaba era tumbarme, encontrar inmediatamente una sombra y dejar tranquilo a mi cuerpo hasta que la tarde empezara a declinar. Encontré un algarrobo a propósito nada más salir del pueblo. Me dormí mientras en mis oídos sonaban los últimos capítulos de la novela de Luis Mateo Díez. Cuando quise retomar la lectura tuve que rebobinar un buen trozo. La siesta me dejó pesado y poco dispuesto para el camino. El reloj marcaba cerca de las siente de la tarde cuando empecé a caminar de nuevo. Me esperaba un larga subida, bonita, recoleta, con el mar siempre asomando entre los árboles. 




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