Una letra femenina azul pálido

Río Buller, a un centenar de kilómetros de Picton, Nueva Zelanda, 16 de febrero de 2016
Desde hace días ando por paisajes muy diferentes, primero fue la poesía de Shelley, después una novela de Franz Werfel, Una letra femenina azul palido, y esta tarde algunos cuentos un tanto truculentos de Rilke. Con tanta literatura de peso casi he terminado por olvidarme del otro paisaje, el que desfila ante nosotros desde hace un par de días. Ahora llueve y, refugiado dentro del coche, pienso espero que la lluvia sea discreta. A primera hora de la mañana encontramos un caminillo de tierra que nos llevaba a la orilla del río y ni cortos ni perezosos tiramos por él buscando una sombra y un lugar para colocar nuestra tienda. Nuestro coche, uno de esos utilitarios de alquiler probablemente tendría problemas para alcanzar la carretera si la lluvia se prodiga en exceso.
Me pregunta Victoria de qué va la novela de Werfel y contesto con un encogimiento de hombros. No sé, acaso de alguien que pierde la última oportunidad de vivir y decide continuar con una insípida existencia porque no tiene agallas suficientes para salir del pozo en que está metido. El pozo es una vida por todo lo alto, mujer rica y melosa, consideración social... ese tipo de cosas que con su apariencia de éxito personal y social pueden enterrar de hecho a muchos en vida. Los modelos de vida que indirecta o directamente nos proponen los medios y en general casi todo lo que bulle a nuestro alrededor, son materia tan diabólicamente absurda que cuesta creer que en ella pueda encontrar tanta gente su modelo de vida. La vulgaridad de aspirar a ser rico, guapo y considerado por todo el personal que nos rodea, un tópico topiquísimo del que se nutre una no pequeña parte de la humanidad, unido al deseo inmoderado de poder son unas de las grandes lacras que enturbian tanto la historia corriente de las personas como la historia de la Humanidad en su conjunto. Así que hacer de asunto tan común una novela, buena en este caso, tiene el mérito de conseguir hacer evidente algo, que pese a estar delante de las narices de todo el mundo no muchos alcanzan a percibir. Cambiar la vida anodina y acomodada junto a una mujer simple por un amor sencillo y apasionado es el dilema del protagonista de mi novela. Su lucha interior, cuando descubre lo absurdo de su existencia, frente a la posibilidad de una vida veraz, ocupa el centro de la obra.
Al encender el teléfono, en la cabecera de este bloc de notas me encontré un par de anotaciones provenientes de una entrevista a Sabina y a Pérez Reverte en El Mundo de ayer. La primera es de Reverte: "A falta de solidez y cultura el ser humano tira de etiquetas". Las etiquetas son la solución fácil para evitar pensar y seguir hablando y "opinando" interminablente de cualquier cosa, también de las que uno no entiende o no ha considerado suficientemente. Las etiquetas son igualmente un refugio, un lugar altamente cómodo para todo tipo de situaciones; si te sales de la norma y muestras tener criterio propio estás perdido, quiere decir que ya mismo vas a encontrarte con problemas. La otra anotación, que precisamente tiene una correlación con la anterior, es de Sabina, dice: "Me voy a poner borgeano. A mí lo que me ha salvado son los libros que he leído".
Con alguna frecuencia una antigua novia que aparece de tarde en tarde en mis blogs, cuando estaba de todo menos cariñosa, no dudaba en llamarme pedante cuando leía alguno de mis posts. Me estaba acordando de ella cuando escribía los párrafos anteriores. Muchas veces me pregunto si no tendría razón aquella fierecilla de metro y medio de quien anduve tan enamorado. Defender con cierta brusquedad ideas que no se ajustan a la generalidad puede crear a veces situaciones en la que el que escribe parece estar dando lecciones de algo cuando lo único que pretende es analizar  someramente una realidad y dar una opinión. Probablemente mi torpeza tenga la culpa de la confusión. Cuando Sabina dice que lo que le ha salvado han sido los libros expresa una verdad simple, contra la barbarie y las equivocaciones en la vida nos salva nuestra cultura, el ejercicio del pensamiento crítico, los libros leídos.
Aunque ello no basta, como sucede en la novela de Franz Werfel; a continuación será necesario tomar una decisión, la que sea mejor para la calidad de nuestra vida y que en el caso del protagonista de mi novela queda truncada por un acto de cobardía.
La noche cae a la vera del río rumorosa y en completo silencio. Las tierras de Nueva Zelanda ofrecen los valles, ríos y montañas propios de países sin una larga historia donde los caminos que se adentran en el paisaje son escasos; da la impresión de un país que se está haciendo. Hay caminos de muchos días que atraviesan zonas de fiordos o inhabitadas que se han convertido en conocidos senderos, generalmente equipados con cabañas o pequeños refugios, pero ellos cubren todavía una parte mínima del país. Hacemos montones de kilómetros sin que una pista, un camino salga de la carretera y penetre o atraviese un bosque normalmente intransitable debido a la densísima vegetación.

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