Bye bye, Formentera



Sant Antoni, Ibiza, 15 de abril de 2018

El mar se despertó esta mañana apacible. Una agradable brisa corre por la costa acariciando la hora. Por la noche todavía el viento y la lluvia vapulearon mi tienda, pero cuando me desperté cerca del amanecer la calma era absoluta. Abrí la cremallera de la tienda, estaba cubierto pero no había amenaza de lluvia. El mar había vuelto a su cadencioso clac clac. Ahora, el sol, suavizado por el telaje sedoso de unas pocas nubes que hacen de la luz algo propio para un cuadro de Rafael, es un regalo para un día de postormenta. Imposible reconocer en el paisaje de esta mañana, tan apacible, tan suave y acariciante, al sujeto de ayer encrespado y furioso como un Poseidón celoso que quisiera vengar algún agravio. Recordemos que cuando Poseidón se enfadaba o era ignorado, hendía el suelo con su tridente y provocaba manantiales caóticos, terremotos, hundimientos y naufragios. En la Odisea, su rencor hacia Odiseo impidió a éste regresar a su hogar en Ítaca. Recordemos igualmente que los marineros oraban a Poseidón para tener un viaje seguro, a veces ahogando caballos como sacrificio; así Alejandro Magno se detuvo en la costa griega antes de la Batalla de Issos y recurrió a las oraciones, «invocando al dios del mar Poseidón, para lo que ordenó que un carro de cuatro caballos fuese lanzado a las olas.» Así las cosas, y conociendo como estaba el tiempo ayer, es fácil deducir que esta noche algunos esforzados magnates del turismo, ávidos de seguir vaciando los bolsillos a los turistas, seguro que han levantado algún oráculo a Poseidón para propiciar de éste esta bonita y apacible mañana que a no más tardar va a llenar de clientes los restaurantes de la zona. En fin, sí, aunque parezca mentira para estas cosas han venido a servir los dioses de estos mares. La capacidad disuasoria de este capitalismo salvaje ya ha llegado hasta los dioses. Así que, bueno, que no hay mal que por bien no venga. En cualquier caso a Poseidón siempre conviene tenerle contento, ya que, la Wikipedia dixit, tal como hacía Dioniso, que enfervorizaba a las Ménades, Poseidón también provocaba ciertas formas de perturbación mental, cosa no rara de suceder en estados de turbulencias como las de ayer. Así que aplacado Poseidón, sea quien fuere el autor de los oráculos, el día quedó bordado.

Cuando uno toma el sol junto a las olas en un apacible día de primavera parece mentira que al día siguiente o el anterior aquí mismo se pueda desatar la furia de las olas y la tormenta. A la hora del mediodía se hizo verano y el sol pegaba inclemente sobre la playa. No hay medias tintas que valga. Mañana anuncia bochorno nuevamente, así que esta mañana corté por lo sano y desde la costa norte caminé a la costa sur, tan sólo un par de kilómetros, para encontrarme con otra de las riberas marítimas más bellas de la isla, pensando en acortar y tomando un ferry para Ibiza esta misma tarde, no fuera que a Poseidón le vaya a entrar la vena de nuevo y me deje colgado en esta isla. Mientras tanto despejó y de pronto ya fue del todo verano. La costa, pequeñas playas, playas de Mitjot, alternadas con formaciones rocosas y grandes masas de oscuras algas, describía un gran arco hasta Can Lipski, donde descansé un rato antes de internarme en la isla camino de Sant Francesc de Formentera, donde fue oportuno tomarme una cerveza y una ración de boquerones en vinagre antes de continuar hasta La Savina.

Estoy tumbado entre las rocas junto al mar, frente al islote picacho de Es Vedranell allá lejos junto a Ibiza después de la comida, ensoñando, con los ojos cerrados bebiéndome a sorbitos trozos de sol y olas y de repente siento unos pasos junto a mí, y abro lo los ojos y me encuentro con una sonrisa encantadora de muchacha en flor, palo de selfie en mano como quien sostiene un paraguas y que se agacha para preguntarme en inglés si tengo mariguana. Y sorprendido le devuelvo la sonrisa y le digo que no, que no tengo ni una pizca siquiera. Y me sonríe y se despide: enjoy! Y cuando se va me quedo pensando en que si  acaso tendré yo pinta de camello. Porque facha de cazador de elefantes sí sé que tengo, esas botazas, el chaleco propio de los safaris, las gafas de sol, todo ese vestuario con el que a veces me he visto obligado a atravesar alguna playa nudista como marciano recién aterrizado sobre la costa, sé que puede desconcertar al turista de turno, pero de ahí a confundirme con un camello… No, no sería muy inteligente para un camello adoptar la llamativa indumentaria de un servidor que ya siente que da la nota en estas islas tan estrafalariamente vestido en un lugar donde la gente viene a otra cosa, a ligar, a tomar el sol, a lucir el cuerpo y sobre todo a llenarse los oídos de decibelios.

Estoy en un hostel muy majo de Sant Antoni, el mismo de días pasados y me voy a bajar a cenar. Así que termino. Quiero dejar antes de finalizar una breve nota para aquellos que no conozcan Formentera y deseen caminar un par de días por la isla. Primero, que en esta época, hasta primeros de mayo, es difícil encontrar tiendas o restaurantes abiertos que no sea en los núcleos principales de la isla. Y en cuanto lugares para caminar: totalmente imprescindible recorrer la costa al este de La Savina;todo el parque de Salines d’en Marroig, y Es Trocadors, una estrecha lengua de tierra con la apariencia de cabalgar entre dos mares, es un paisaje que no tiene desperdicio. Entre Es Pujols y Es Caló se cabalga por encima de un bello acantilado que después desciende hasta el nivel del mar formando bellos rincones de rocas erosionadas. Lo que continúa son acantilados que no recorrí. Desde Es Caló acorté a la costa sur que también es muy bella y solitaria.

De todos modos la experiencia de haber pasado más de treinta horas metido en la tienda solo bajo el temporal que a punto estuvo de llevársela, es la mejor vivencia que me llevo de mi visita a Formentera.










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