Ibón
de Lapazosa, 26 de agosto de 2018
En
la Alta Ruta Pirenaica: Refuge Baysselance - Ibón de Lapazosa.
Hoy
me puso nervioso algún tramo del itinerario y algo de él ha quedado como un
poso en mitad del organismo. Y en consecuencia cierta sensación de impotencia. A ello se ha añadido un cansancio que no me visitaba desde hacía tiempo.
Desde
el valle que lleva a Gavarnie he dejado atrás el que va al Bujaruelo y he
querido dirigirme al refugio de Serradet por un cresta que termina
desvaneciéndose bajo las paredes del Taillón. En los dos mapas que llevo
aparecía perfectamente señalado un sendero que en el TopoPirineos nombra como
variante de la Alta Ruta Pirenaica. El camino no existía, el tiempo se lo ha
debido de tragar como se traga tantas cosas. Pendientes de hierba, a veces
peligrosamente inclinadas, en donde intenté varias veces localizar el rastro del
camino con el gps en la mano pero sin lograr encontrarlo en ningún momento. La pedrera final, de roca pizarrosa y suelta, que tenía una inclinación
considerable, no era de esas cosas que me entusiasmaran. Quinientos metros de
desnivel en estas condiciones las hacía de continuo cuando era jovencito, entre
otras cosas porque entonces el mundo era una fiesta y llevábamos mentalidad de
pioneros envalentonados con nuestras primeras escaladas, pero ahora ya son
otros tiempos. Mi amigo Santiago Pino dice que le encantan los senderos que
sortean los abismos. A mí también, pero cuando el sendero tiene el ancho de la
M30 y un buen cable de acero que trincar con las manos cuando no te sientes
seguro, y si además no existe el sendero y la pendiente es de hierba
dura de esa que cuando te sientas en ella te dejan el trasero agujereado y que
si la subes resbala como un demonio, entonces mi gusto desaparece. De todas
maneras me parece que se va notando bastante que uno pierde facultades y
seguridad en si mismo; sí, seguro que una cosa más que echar en la cuenta de
la jodienda de la edad.
Cuando
me desperté la espesa niebla que había dejado el paisaje de los alrededores en
una masa algodonosa impenetrable, donde a más de unos pocos metros no se veía
nada, había desaparecido por completo y en las alturas sobre mi tienda el sol
vestía de naranja las cumbres en torno al Vignemale. Hacia levante la gran faja
del circo de Gavarnie desperezaba bañada por el contraluz de la primera hora.
La Brecha de Roland, ese tajo que algún gigante legendario debió de abrir de un
bocado, no sé si con los dientes o, como cuenta la leyenda, con una espada de
mucho temple, me miraba en la distancia como un referencia. Invoqué a los
dioses para que no me esperara por allí arriba ningún nevero traicionero, otra
de mis secuelas por estos tiempos, el temor a los neveros que ya día atrás me
obligaron a comprarme unos crampones en Zermatt para atravesar el paso Theodulo
que comunica Suiza con la zona de Cervinia. Lo siento, pero me estoy haciendo
un cagueta. Cuando veo en el mapa el triangulito ese de peligro con el
nombrecito, por ejemplo, de paso de los Sarrios en el sendero que lleva a Goriz
desde la Brecha, o unas clavijas descendiendo Añisclo al sur de la Fuenblanca,
ya empiezo a mosquearme, entre otras cosas porque en Alpes casi siempre tengo
la seguridad de encontrarme un cable o una escalera cuando el sendero se pone
de patas o existe un paso un poco aéreo, mientras que aquí vaya usted a saber.
El
amigo Francisco Sánchez de Hoyos, que probablemente leerá este post dentro de
unos días (la cobertura este año en el Pirineo es una lotería, hoy se cumplían,
creo, cuatro o cinco días sin ella) seguro que ya andará preocupado por el
futuro de la expedición al K2 que tenemos preparada para este invierno, una
expedición de septuagenarios para tratar de conseguir la primera invernal a ese
pico por la legendaria vía que abriera el polaco Kukuczka, el gran Kukuczka.
Por cierto que me hace a mi gracia eso de que en la historia se haya puesto el
apelativo de “Grande” o “Magno” a un Constantino o a un Alejandro. Si estos
fueron grandes, santo y santísimo, ¿qué será este hombre que hizo todos los
ochomiles, nueve de ellos por nuevas vías y alguno de ellos en invierno? La
grandeza y la fuerza de voluntad y decisión de algunos hombres es de una medida
tan grande que cuesta pensar que estén hechos de la misma materia que el resto
de los mortales. Decía que Paco andará preocupado y con razón. Y hace un par de
semanas abandoné una alta ruta en Dolomitas porque tenía algo jodida un pierna
y me daba cague que no me sostuviera en un pasaje peligroso y ahora total unas
pendientes de hierba y una pedrera que me pone nervioso. Paco, que ha estado
este verano en el glaciar Bartoro y en el campamento base del K2 para un examen
preliminar de la pared que queremos escalar, va a empezar a pensar que voy a
necesitar un palanquín para que los sherpas carguen conmigo hasta la cumbre.
Lo
bueno es que el tiempo se ha estabilizado y el sol no molesta. Quitando un día
de tormenta el resto he podido dormir con la puerta abierta, un particular
gusto el que me da cuando me duermo por la noche mirando a las estrellas.
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