Pedriza mon amour

 


Risco el Acebo, Pedriza, 16 de febrero de 2024

Mi inclinación hoy era salir a dormir por alguna altura. Llevo tanto tiempo haciéndolo que casi salir a dormir al monte se ha convertido en sinónimo de hacerlo en alguna cumbre. Hoy el hecho de  haber dormido ya en todas, o en casi todas las del Sistema Central, esa costumbre infantil de hacer colecciones, me va a llevar a buscar otros entornos donde pasar las noches bajo las estrellas. Esto de las colecciones algo me recuerda a Ramón Portilla, gran aficionado a hacer colecciones de todo tipo, las montañas más bellas del mundo, las más altas, los techos de España. Para mí que esto lo que nos dice es lo mucho que conservamos todavía de la niñez. Incluso Eduardo Martínez de Pisón el otro día comentándole en Instagram el cariño con el que yo recordaba mi año de niñez de cuando leía a Emilio Salgari, contestaba al mío, con sus ochenta y seis u ochenta y siete años, diciendo que “algunos no hemos salido todavía de ella”. Felicidad, sí, esa de seguir siendo un niño. Juanjo San Sebastián en uno de sus libros le tomaba el pelo a Ramón con eso de su adicción a las colecciones, pero se entiende que bromas entre “hermanos” lo que hacen es confirmar la bondad de esa faceta infantil que nos acompaña en nuestra vida de adultos.

En todo caso creo que debo dar por concluida esa colección. Quizás ahora toque hacer un recorrido semanal por todos los vivacs más guapos de hace tiempo, conociendo mi afición a los vivacs me regaló un documento donde aparecían las coordenadas de todos los abrigos pedriceros. Son montón, así que quién sabe. No sólo eso, sino que tiene una enormidad de jardines y lugares idílicos para pasar la noche y, puestos, ya se sabe que de lo que se trata es de encontrar un lugar bonito donde pasar la noche bajo las estrellas.

Pedriza, mon amour. Y para quién no, esta Pedriza que nos vio nacer en los alrededores del Tolmo y el Pájaro, esta Pedriza en la que crecimos escalando y en la que nos hicimos amantes incondicionales de la vida a través de la yemas de los dedos y el calor del granito, esta Pedriza en la que aprendimos a ver las estrellas y en la que descubrimos el valor de la amistad, el peligro, el riesgo, la felicidad del vacío, donde descubrimos lo fuertes que podíamos ser. Esta Pedriza de las jaras en flor y los perfumados narcisos de primavera; la plena de belleza cuando la niebla se enrisca entre sus fantásticos monolitos, asomando entre sus guedejas como personajes de un reino imaginario. Dicen que el único amor que siempre se mantiene candente es aquel que está separado por una distancia. Me sucede a mí hoy; después de tanto tiempo sin pasar una noche en ella siento rejuvenecer mi sintonía con este espacio que vio nacer mi amor por la montaña y por la naturaleza.

Hoy subía a de uno de esos lugares privilegiados donde es obligado pasar la noche, uno cerca de Los Fantasmas del que me había hablado Santiago Pino. Así que para allá me fui después de dejar el coche en el aparcamiento de Canto Cochino. A mitad de camino se me ocurrió que también podía vivaquear en otro de esos lugares tan especiales de , del Yelmo. ¡Qué lugar tan particular este precioso rincón! El sol comenzaba a caer sobre el horizonte, así que subí a una de las prominencias. El Yelmo y sus alrededores ya se estaban empezando a bañar en el color ámbar del fin de la tarde. Tomé unas cuantas fotografías y salí pitando hacia los prados altos del Yelmo. No, me había entretenido tanto en los alrededores de que se me hizo tarde. Me conformé con montar mi vivac en las cercanías del risco del Acebo, una balconada orientada hacia donde sale el sol por la mañana.

La luna tiene un halo rojo un tanto y sospechoso y las estrellas brillan entre nubes que parecen un rebaño de borreguitos. Una respetable capa de escarcha cubre ya el saco de dormir.


Nota. Me comentó el amigo Santiago que está segunda parte de mi post no le gustaba, besos, feminismo y esas cosas, un asunto en el que vengo cayendo estos días, así que me lo cargo. Se acabó. Gracias, Santiago por la observación. Algo más. Todo esta escritura es producto de la imaginación, también las fotografías nocturnas. El que quiera entender que entienda.





No hay comentarios: