Sobre el refugio Viviere, 44,44437378°N, 06,98242620°E, 29 de junio de 2025
Chi va piano va lontano e va sano. Ese es el dicho. Hoy me lo apliqué lo mejor que pude. Primero me puse en movimiento a las seis y media de la mañana, cosa de evitar en lo posible esa ración de sol que descoyunta al más pintado. Eso y como el día anterior cuatrocientos metros de desnivel me dejaron tocado, hoy que eran 1200, requerían una buena dosis de ánimo. Era mi duodécima jornada ininterrumpida de marcha y consideré que ya estaba bien de quejarme, así que emprendí la subida piano piano y la cosa marchó, entre otras porque el sol empezó a pegarme hacia la mitad de la ascensión. Sudé pero llegué hasta el collado bastante enterito. Como para felicitarme, porque por primera vez había sido capaz de dar un estirón de 1200 metros sin parar. Y ello contando con que subía una buena cantidad de agua previendo el desierto pétreo que tenía que atravesar. Un momento, voy a dar la vuelta a la tienda que la tengo en el secadero. La tienda, que es muy ligera, setecientos gramos, aunque no llueva en general la condensación la moja por dentro casi siempre.
Me encanta cuando mi cuerpo pasito a pasito va tomando altura casi sin darse cuenta. Esta mañana no me entero del paisaje, mi vista está permanentemente a unos pocos centímetros de mis pies, uno, dos, tres, cuatro, una curva, otra, se hace camino al andar. Después en algún momento asoma el sol y entonces tengo que echarle un plus de fuerza a la cosa. Al poco estoy sudando como un pollo. Aparece un lago a mi derecha, después dos más pequeños y así poco a poco una loma tras otra va apareciendo lo que podría ser el collado, y que casi nunca es. Ya muy alto el camino se bifurca, consulto el gps y efectivamente el collado que nunca es queda a la izquierda y hay que seguir subiendo todavía un poco más, un poco más. Y así de repente, llegué.
Me refugio en una sombra bajo unas rocas y contemplo la desolación del paisaje que tengo delante. A lo lejos sobresale por encima de todas las montañas el Monviso, la gran montaña de esta parte de los Alpes. Desde aquí tengo que alcanzar otro collado, pero en esta ocasión se alcanza bajando. ¡Aleluya, cada uno con la suya! Sólo cuando he bajado doscientos metros de desnivel caigo en que por allí he pasado más de una vez por distintos itinerarios. Es un paisaje muy particular, un valle totalmente lunático carente de vegetación pero extraordinariamente bello. Desde el collado que contemplo a mis pies se extiende un ancho valle de laderas verdes en cuyo centro se alza el refugio Gardetta. Y al final del todo una gran montaña en forma de badila, una alargada pala muy apuntada que creo que se llama Roca la Meja.
Tierras conocidas. Pierdo la memoria de por dónde he pasado este año y los otros muchos anteriores, pero de tanto en tanto me sorprendo pisando un paisaje familiar que he cruzado por lugares diferentes. Me gusta. Aprecio esta familiaridad que tengo con tantos valles y montañas a lo largo y ancho de todo el arco alpino. ¡Tántos años pateando estas tierras año tras año! La primera de estas travesías fue en el 2003. Entonces todavía no me había jubilado y aproveché las largas vacaciones de maestro para hacer mi primera travesía de mar a mar. Después, cuando dejé de trabajar –estuve dos años sin sueldo antes de jubilarme– y a partir del 2006, compatibilicé mis salidas veraniegas a los Alpes con viajes alrededor de todo el mundo. ¡La jubilación fue una fiesta para tántas cosas; sigue siendo una fiesta…!
Tras aquel conocido paisaje mi memoria volvió a cerrarse a cal y canto. Un largo descenso me llevó hasta el refugio Viviere. Allí consulté el teléfono. Tenía un guasap de Paco que hasta la fecha no había logrado localizar mi blog de los caminos. Espero que sea una excepción. En el último post había un comentarista anónimo que echaba de menos no saber exactamente por donde transcurre mi recorrido de este año. Le explicaba que salí de Menton, junto al mar, siguiendo el GR52, después enganché con la Vía Alpina, tramo Rojo (existen cinco recorridos por distintos lugares de los Alpes bajo este nombre), y posteriormente, en este instante hago compatible la Vía Alpina con la GTA (Gran Travesía de los Alpes).
A partir de mañana seguiré la GTA. Más o menos siempre porque cuando me da por ahí opto por otros itinerarios. Las ventajas de seguir estas rutas está en la información disponible de refugios, lugares de abastecimiento, tiempos de recorrido y el consiguiente track.
Atendiendo a este comentarista incluyo el recorrido que emprendo hoy, más o menos. El que lo desee lo puede encontrar aquí:
https://gta-trek.eu/index.php/stages/dayhike/14:chiappera-to-rifugio-pian-meleze
Indicaba también al comentarista anónimo (coño, decid al menos vuestro nombre :-)) que todos los días coloco las coordenadas de donde termina mi jornada. Un garbanzo con que orientar a quien lo desee.
Mi recorrido desde esta mañana se puede apreciar en la imagen de más abajo
Una de las cosas que más agradezco estos días es encontrarme con gente agradable y servicial. Hoy fue el caso, un chico de raza negra aficionado a visitar el Museo del Prado y una mesonera chiquita y jovencísima toda simpatía empeñada en facilitar todas las necesidades del caminante agobiado nada más entrar en el refugio por un calor de fuego y con las piernas temblorosas por el largo descenso. Sin la ayuda de la mesonera no habría sido capaz de localizar el lugar en el mapa, un 50.000 que había comprado días atrás y que todavía no había consultado. Sabía que tenía que dejar ya mismo la Vía Alpina para dirigirme hacia el NE por la GTA y no estaba seguro. Con el trazado de la GTA en la mano, una ruta que hice hace unos años, ahora era labor de Garbancito hasta cerca de Domodossola, al este ya del Monte Rosa. Por ahí pase hace años cuando hice el recorrido Chamonix – Zermat – Dolomitas, y ese punto será el momento de considerar los derroteros que puede tomar mi proyecto de este verano. Ah, y sigo tocando madera para que no se tuerza nada. Hasta ahora, quitando ese cansancio que tuve que atravesar principalmente la primera semana, todo parece marchar.
Provisto con tres litros de agua y comida para un día entero, salgo al sol de las cuatro de la tarde para tratar de hacer algo de la subida para el tramo siguiente. He tenido que poner la tienda en un terreno muy inclinado, pero al final he conseguido la horizontal del colchón calzándolo con parte de la impedimenta y las botas. El panorama desde aquí es agreste y hermoso.

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