Mientras tanto


Madrid-Palma de Mallorca, 03/05/11


Últimamente a alguna de mis noches trasnochadas le sale siempre un viaje. Me bajo a la cabaña después de la película acostumbrada, este año un nuevo hábito en mi rutina diaria, continúo con la lectura de algún libro, y, cuando ya es tiempo de marcharme a la cama, me surge alguna curiosidad, una consulta en la Wikipedia, una mirada al periódico, cualquier cosa que me lleva a darme una vuelta por las webs de algunas líneas aéreas. Resultado... que cuando me voy a la cama ya he comprado algún pasaje para las próximas semanas. Cuatro destinos para antes del verano en esta ocasión: Mallorca, Ibiza, Gran Canaria y la isla de La Palma. Días después le tuve que preguntar a mi susconciente si lo que estaba haciendo no era copar las fechas para así demorar otro viaje más empeñativo que había nacido en mitad del invierno; creo que sí, no había duda de que me engañaba a mí mismo y demoraba aquello que encandilándome en algún momento, no dejaba de producirme cierta zozobra. Entre que en Siria hay un notable follón y el mundo árabe está inestable, aparte de la tremenda burócracia que supone todavía viajar al este del Cáucaso, que eran destinos sobre los que trabajé un tiempo; entre eso y mi pereza, mi temor también, mi cabeza debió de acogerse suspicazmente a la ofertas de Ryanair para huir de la quema de un viaje incierto. La última resistencia me la ofrecía el atractivo del desierto Jordano y su desierto de Wadi Rum, que por unos días me sedujo con su esplendor rojizo, con ese colmo de inmensidades que siempre es el paraíso ilimitado de las arenas. También mi hijo mayor me pregunta de tanto en tanto que cuando me voy a Australia, y es que uno está hecho de proyectos inconclusos, uno de estos años atrás que se me ocurrió mencionar la posibilidad de caminar por allí y entonces él, aprovechando un compleaños me regaló un libro, Trekking in Australia; a mi hijo Guillermo le debía de hacer alguna gracia que su padre hiciera uso de su sorpresivo regalo.


Pero en fin, otra vez será, acaso en otoño, si es que no se me acaba la vena viajera mientras tanto, cosa que involuntariamente vengo desalentando con la lectura repentina de un libro que desde años esperaba su turno en mis estanterías: Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero, de Álvaro Mutis. El libro estimuló mis recuerdos de la travesía del Amazonas, del río Beni, en Bolivia, me trajo la memoria de las hermosas secuencias de la película de Herzog, Fitscarraldo, también de Aguirre, la cólera de Dios, y terminó por sugerirme al oído la vuelta a la selva, el espacio misterioso de sus ríos, sus aguas calmosas llenas de sofocante humedad, de aves extrañas con sus voces palpitando en todo momento más allá del lento discurrir de la barcaza que nos transportaba a Iquitos. La verdad es que basta abrir un resquicio en la caja de los recuerdos para que aparezcan en desbandadas historias y parajes tiempo ha adormecidos por el tiempo.


Mientras tanto... “mientras tanto” evoca el lapso de la vida al final del cual está la nada. Hoy me enteré que mi exnovia definitivamente no había desaparecido bajo ese telón de la nada, continuaba sin más su existencia allá en donde nos habíamos separado; pese a mis largas especulaciones sobre la posibilidad de que un deceso repentino se la hubiera llevado, tal era su ablumador silencio, tal el corte que de parte a parte había hendido nuestras vidas, la realidad me confirmaba que una parte sustancial de uno puede vivir a su aire sin que el sujeto principal llegue a apercibirse de ellos. Misterio de la vida eso de que la propia sustancia quede diluida en indefinidos e inalcanzables espacios. Mientras tanto, árboles, cielos de algodonosas nubes, pájaros, flores, el cielo estrellado, el sol de la mañana desperezando sobre el mar, sobre los trigales, entre frondosos valles, el pálpito de alguna emoción cruzando tibiamente la carne.


El avión sobrepasa Ibiza y poco después volamos sobre Mallorca. Estamos en el mientrastanto. Ayer allí, hoy aquí. Mañana nos acercaremos a Valdemosa a oler el mar desde las alturas del Teix. Sabor a mar, el inmutable mar, el infinito mar, el rumor agridulce de las olas y el crepitar de las aguas sobre la graba. Mis próximos proyectos son todos marinos, marinos de tierra adentro, claro; el caminante como espectador contemplativo de la suntuosidad azul; caminar junto al mar en  dael mientrastanto.


En Porreres, acogidos a la hospitalidad de Víctor y Margalida, a la sombra de un algarrobo, intento sestear tratando de  recuperar el sueño que le debo a la noche pasada, pero la cosa no se presenta fácil, el descubrimiento de una exnovia viviendo en las cercanías de mi casa me vuelve a excitar. La madera de que está hecho uno es frágil pero de dura resistencia al olvido. Frente al algarrobo crece un limonero, tapiza lujosamente la hiedra un muro de piedra, rumorea la cascada de un estanque, el sol declina suavemente sobre la copa de los árboles. Es hora de volver con Maqroll el Gaviero.








No hay comentarios: