En los embalses del río Ter




Embalses del Ter, 10/06/2013

A ciegas. Magris. Un penoso recorrido por el pesimismo universal. La Humanidad, con mayúsculas, no tenemos solución. Puedes vivir mejor o peor, pero llegará el momento, llegará, les llegará a tus nietos o biznietos o lo que sea, el momento, porque la cantidad de cerebros enfermos son tantos que… cerebros que saben reunir votos, hacer dinero, acumular poder… son tantos. No es pesimismo, es que hay mucha gente así. Sí, claro, claro, que también hay muchos de los otros; ya, ya lo creo, pero ahora es más fácil, los botones están más a mano; un enfermo de esos puede destruir un país si se le tercia, busca otros dos enfermos si es necesario y ya se han cargado Irak, por ejemplo, unos botones que en un momento puede hacer caer sobre Nagasaki una tremenda desgracia atómica… No, no, pero eso está lejos, ocurrió hace muuucho, mucho tiempo. Si, pero ahora bastaría… No, desde luego ahora no hacen jabón con la gente, pero poco les falta, la indecencia es un reality show que miramos en nuestras televisiones admirados del millar que salen todos los días por ella; pero no, no se inmutan, siguen adelante, sí, con la venia de los tantos votantes, que a la próxima de cambio volverán a votar de manera similar. El monólogo ininterrumpido de mi novela nos pasea por los países más civilizados del mundo, ¿civilizados? Dios Santo. La historia que nos enseñaron en la escuela o en la universidad es un puro despropósito destinado a esconder la realidad de los mecanismos de poder, la codicia, la inhumanidad, el salvaje capricho de unos pocos, el asesinato, el estupro. La historia que aprendimos parece haber sido fabricada para magnificar a los tantos enfermos y locos que germinaron en cada época. Los siglos están poblados por las monstruosidades de gente infecta que no tuvo el menor empacho en hacer penosa la vida a los demás. Y, sin embargo, aun en esas condiciones vivieron, vivimos.

¿Por qué en los programas de escuela, en la voluntad de los padres que educan a sus hijos no encontramos unas herramientas básicas que ayuden a los pequeños infantes a orientarse en esta selva de la vida? ¿Por qué no nos ocupamos de estudiar desde niños detenidamente los mecanismos psicológicos que permiten y hacen de tantos ciudadanos, depredadores de los otros, asesinos, acumuladores de riqueza, de desvergüenza, de corrupción? ¿Quizás está en cada uno de nosotros latente la enfermedad, la codicia, el aprovecharse de los otros, el masacrarlos si viene al caso? ¿O eso sólo es cosa de unos pocos que nacen así, que no saben vivir en paz consigo mismo y con sus vecinos? Este Estado que tanto se preocupa de nosotros, que prevé los accidentes, la seguridad, todas esas cosas, ¿cómo es que conociendo lo que la historia es, cómo lo peor que tenemos dentro sale en cualquier parte del siglo para llenar de horror las calles y los hogares, cómo sabiendo esto que tan grave es no se aplica a prevenirlo, a fomentar en el individuo el conocimiento de toda la infamia que podemos llevar dentro para intentar atajarla? Si el hombre es un lobo para el hombre cómo no nos aplicamos a paliar las causas de esta forma de ser?



Me fue muy penoso caminar durante todo el día, mis pies siguen mal y cada vez que paro y tengo que recomenzar a andar es un calvario; pues aún así asumí la penosa lectura de A ciegas. Vamos a ciegas, sí, y así nos va, estos monigotes de la política, nuestras ínclitas inclinaciones… bueno, no tan nuestras. No hace falta hablar de la esclavitud de los negros, ni de las guerras, ni de las masacres indiscriminadas que son el fondo de toda la historia. Y caminaba y volvía una y otra vez desde Islandia a Australia y Tasmania a sentir el rechinar de dientes.



El paisaje de los embalse del Ter es hermoso, pero lo disfrutaba poco. A veces la vegetación se abría y aparecían a mis pies grandes meandros que me recordaban las películas de Herzog, Fitcarraldo y los afluentes del Amazonas por encima de Iquitos; o En el corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, y que sirvió de base para aquella otra película de Coppola, Apocalypse Now. Los grandes farallones rojos que caían sobre el río, la solemnidad del paisaje, su silencio, la intemporalidad del lugar, la soledad hacen de estos lugares unos de los más significativos de mi largo itinerar de este año.


Había comenzado el día mal. A las cinco y media de la mañana, cuando ya tenía la tienda recogida y el macuto hecho y me disponía encender el gps me encontré con que éste no se encontraba en el lugar acostumbrado. Siempre lo llevo con una cinta al cuello y metido en el bolsillo superior del chaleco, pero… misteriosamente había desaparecido de allí. Vacié de nuevo el macuto, cada bolsa, cada rincón, miré todo minuciosamente; deshice el paquete de la tienda por si se hubiera quedado dentro: nada. Dos veces realicé esta operación por completo. Rastreé todos los alrededores, era posible que la tarde anterior, cuando comenzó a llover… nada. Dejé el macuto junto a un roca y decidí rehacer el camino de ayer tarde. A la media luz del amanecer iba mirando con una fuerza capaz de hacer presente al gps aunque no estuviera allí. Bajé un buen rato, hasta el instante en que tuve conciencia de que allí lo había consultado. Nada. Volví para arriba otra vez. Hacía todo esto extrañamente resignado, paciente. La coña es que el gps del nuevo teléfono es una caca y la cantidad de posibles caminos que podría encontrar me haría imposible hallar el correcto. Un insistente rastreo en torno a donde había dormido terminó por dar resultado: ah, sí, allí estaba, bajo unas altas matas que escondían tres cuartas partes del mismo; probablemente cayó cuando salí corriendo a instalar la tienda en el momento en que empezó a llover.


No imaginaba esta Cataluña tan despoblada y tan hermosa. El camino de hoy será extraordinariamente atractivo, bosques, valles, montañas de paredes rosadas que caían sobre las aguas del embalse, grandes meandros, y ahora, ya casi de noche un espectáculo tan singular que en nada se difiere de alguno de esos grandes paisajes de Canadá o Alaska que visité hace años. Me he quedado sin batería en la cámara, así que el entorno es totalmente mío, incompartible. Un cuclillo canta entre los árboles, algunos pájaros silban en el último azul en que el día empieza a desaparecer, todavía reflejado en pequeñas ondas sobre el agua. Algún ánade nada de acá para allá esperando la hora del sueño. Hasta los murciélagos vienen a darme las buenas noches hoy.







2 comentarios:

slechuga dijo...

Alberto, hablando de GPS, mira esta informacion:
http://www.muyinteresante.es/salud/preguntas-respuestas/usar-el-gps-para-orientarnos-hace-que-el-cerebro-encoja-501370934813?utm_source=twitter&utm_medium=socialoomph&utm_campaign=muy-interesante-twitter
Que vamos cuida el cerebro.
Un abreazo muy fuerte.

LuisBas dijo...

Animo, ya queda poco para el mar que buscas.Las penas se van pasando poco a poco y mañana solo seran un recuerdo. Disfruta lo bueno y olvida lo malo. Fuerte abrazo