Abel Tasman National Park . La belleza del mundo interior

Nelson Lakes National Park, 3 de febrero de 2016
Escribe Nietzsche en Humano demasiado humano, que la belleza del mundo interior sin duda se ha desarrollado notablemente a través de los tiempos. No es una proposición que a uno se le ocurra así de repente cuando estás acostumbrado a pensar que los seres humanos fueron siempre de esta o la otra manera, cabronazos, amables, educados, rufianes, inteligentes, torpes, aprovechados, caraduras, buenos samaritanos, pero siempre más o menos lo mismo. Y ahora resulta que no, que viene Niestzche y te dice que hasta eso se desarrolla. Ahora habría que preguntar a este señor Nietzsche si no habrá dentro de ese mundo, un reparto de la belleza del mundo interior algo desigual. Porque es de cajón, salta a la vista cuando pasas de un país a otro que hay sutiles diferencias entre la gente del país que abandonas y el país en el que aterrizas; algo que casi aprecias ya mismo nada más pisar las salas del aeropuerto.
Y digo yo, ya me entretuve en este juego hace días o semanas, por qué en vez de dedicarnos a cuantificar y medir tantas cosas de poca utilidad (, producto interior bruto, deuda pública, renta per cápita y cosas por el estilo, ¿no optamos por enterarnos cómo y de qué manera ha evolucionado en las distintas culturas la belleza del mundo interior, dónde la gente es más honrada o está más dispuesta a echar una mano al prójimo, qué países son más acogedores, dónde la gente ha aprendido a respetar el patrimonio natural, dónde la mierda del dinero no es dios imperante, dónde las ganas de divertirse de la gente hacen de la vía pública un espectáculo, dónde, en fin, son aburridísimos buscadores de beneficios, trileros, amargados? Pues eso datos útiles todos ellos wikirecogidos en gráficos y explícitos textos que nos ayuden a saber cuáles son las culturas de este mundo realmente más evolucionadas. Porque hablar de evolución de culturas cuando ésta no se refleja en la belleza esa del mundo interior del que escribe Neistzche es algo totalmente idiota. Porque ¿para qué queremos “evolución” y “desarrollo” si estos no están dirigidos a conseguir una mayor felicidad en los miembros de esta colmena humana que habita el mundo? Claro, y ello dando por supuesto que no hay otras posibilidades de un desarrollo y una evolución medianamente coherentes con nuestras vidas y la finalidad de las mismas si el resultado de ese desarrollo no es una mejora de la especie, una mejora de su felicidad; en definitiva un creciente desarrollo de la bondad humana. ¿A qué cojones podría servir tener de todo si uno sigue siendo un cabrón y su mundo interior es un cubo de mierda? Fijémonos si no en lo que ocurre en la Comunidad Valenciana, la cantidad de gilipollas que esa comunidad ha producido al olor del dinero fácil es tan grande que uno duda de que los valencianos (una generalización relacionada con los votos recibidos por el PP en la anterior legislatura) hubieran ejercido un mínimo de cordura cuando votaron a quien votaron. Si estos mismos valencianos hubieran tenido datos en la mano relacionados con la belleza interior de los candidatos a los que podrían votar, con toda seguridad los votos recibidos por el PP se podrían haber contado con los dedos de la mano. De donde se deduce que eso, que nos dejen de monsergas y que cuando se acerquen las siguientes elecciones se haga, mediante un procedimiento todavía a inventar, listas de candidatos que previamente a presentar su candidatura hayan atravesado algún tipo de escáner, también por inventar (tenemos cuatro años para sacar a subasta la realización de tal invento) que sea capaz de detectar entre 0 y 10 valores humanos tales como: egoísmo, desidia, tendencia a la caradura o a la mentira, altruismo, generosidad, honestidad, capacidad para gobernar, ganas de vivir, creatividad, bondad, etc., etc. Una vez establecido los resultados de ese escáner ya se podría empapelar la ciudad y la televisión con ellos: estaríamos en periodo electoral; un periodo electoral por cierto que no sería necesario demorar más de un día y medio para todo aquel que supiera leer.
Porque si hay, además, algo cierto es que en lo referente a nuestra época Nietzsche se ha equivocado un montón, ya que si nos atenemos a las portadas de los periódicos de ahora a hace una década, eso de que la belleza del mundo interior se ha desarrollado es un puro bulo, al menos en lo que a políticos de nuestro país se refiere. Nunca en otro tiempo nuestra tierra crió y sustentó a tanto chorizo y sinvergüenza como en estos años.
Yo iba a hablar de la belleza del mundo interior a nivel no tan concreto; andamos por Nueva Zelanda, las antípodas de nuestro país, España nos queda bien lejos, sin embargo es difícil despegarse de los periódicos y lo que en principio iban a ser algunas consideraciones relacionadas con nuestro viaje y las tierras que visitamos se tornaron después de leer las portadas de alguno de nuestros periódicos en otra cosa. De todos modos la cita de Nietzsche alumbraba más a este país y a Indonesia que otra cosa. El aire que se respira en Nueva Zelanda es el de un país racionalmente cordial en donde la gente además de haber alcanzado un nivel de vida considerable ha mantenido una amabilidad que se manifiesta de continuo en el trato de la calle. Se observa un gran respeto por formas y hábitos muy diferentes y una disposición a la relajación y diversión que salta también en la calle cuando te encuentras con grupos de gente bailando o vestidos como si estuviéramos en Carnaval dispuestos a divertirse por encima de todo.
Se me está acabando el papel, es decir estamos tras la comida ricamente tumbados a las orillas del lago Rotori, en el Nelson Lakes National Park, y parece que lo que corresponda es echar un sueñito a la sombra del tojo bajo el que hemos venido a parar. Añado un par de notas para situar este texto. Estamos en la isla sur, anteayer alquilamos un coche en Picton, nos desplazamos al Abel Tasman National Park y ayer, de madrugada, como tenía que ser, emprendimos una caminata de nueve horas por el parque, siempre ceñidos a la costa. Fue un bello amanecer, ahí dejo algunas fotos, que compartimos con aves acuáticas (también quedan ahí) que, habituadas a convivir con los humanos se dejaban retratar a un metro en la playa. Las aves se han vuelto totalmente amigables. Hace un rato sin ir más lejos los ánades venían a comer a nuestras manos junto al lago Rotori.

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