Original de Fernándo Ruiz (con tu permiso, Fernando) |
Madrid – Ginebra, 17 de
junio de 2017
Estoy nervioso. ¿El inicio
de una de mis últimas "aventuras", el enfrentamiento con nuevas
dificultades, largos tiempos de soledad y esfuerzo? No lo sé. Después de haber
pasado varios días organizando una larga estadía en el Pirineo - acaso los
Alpes, pensaba, me empezaban a quedar demasiado empeñativos, unas rodillas
bastante tocadas, un seguridad en mí mismo a la baja por los años-, una tarde
quise rememorar mis dos travesías por los Alpes hojeando textos y fotografías y,
mientras revivía día a día tantas circunstancias de aquellos grandes “paseos”
que duraron algo más de dos meses, poco a poco fui comprendiendo que el poso
que esas experiencias habían dejado en mi ánimo era tan magnífico que ¿por qué
no intentar otra vez revivir por algún largo tiempo ese vagar por las grandes
montañas de Europa? ¿Vida de vagabundo una vez más sin otro objeto que probar
ese salvaje elixir de la soledad de los bosques y las cumbres hasta la
saciedad, hasta que mi ánimo me pida volver de nuevo a casa? Cuando se carece
de objetivos vitales porque la vida es transitar y vagar por el tiempo y el
espacio sin otra preocupación que andar a la búsqueda de una emoción, un ramito
de belleza o unos sorbos de ternura, lo cierto es que todo se simplifica, uno
queda en los brazos del presente y lo único que toca asumir es la certeza de
que ponerse en manos de ese presente va a suponer un reto y un esfuerzo
considerable. Ese fue mi interrogante hasta el momento en que, al fin, decidí
comprar el billete de avión que me dejaría en las proximidades de los Alpes. ¿Mis
dudas? Siempre mis rodillas, mi espalda que grita de tanto en tanto, el
interrogante de si podré resistir la tensión del esfuerzo y la soledad. Pero
también lo contrario, saber que si empiezo a rendirme ya lo voy a tener crudo
en el futuro. No todo el mundo es un Carlos Soria pero ahí está este hombre
para decirnos que todavía es posible seguir subiendo y explorando esas montañas
que han sido durante nuestra vida nuestros mejores compañeros de viaje.
Sobrepuesto a la intriga
de si sería capaz de resistir unas cuantas semanas un vagabundeo por los Alpes,
ya no me quedó otra que dejar a un lado toda la información, mapas y tracks,
que había recopilado para una posible travesía del Pirineo y ponerme a hacer lo
propio con los Alpes. La cordillera de los Alpes es recorrida en su totalidad
por cinco itinerarios que llevan el nombre de Vía Alpina y que atraviesan las
montañas por diferentes partes. También existe un trazado por territorio
italiano que recorre la parte occidental del macizo y que lleva el nombre de
GTA (Gran Travesía de los Alpes). De todas estas posibilidades, de momento he
elegido parte del itinerario rojo (cada itinerario se le conoce por un color)
que comienza en las cercanías de Chamonix y recorre los Alpes suizos y
austriacos hasta encontrarse con los Alpes Julianos en Eslovenia.
En estas cosas andaba ayer
tarde, cuando echando un vistazo al Facebook, me enteré del fallecimiento de
Pedro, uno de los entrañables compañeros del Navi. Mi primera reacción cuando
me encuentro con el fallecimiento de un compañero, un familiar, siempre ha sido
un sentimiento de perplejidad. La muerte de personas que no conoces son muertes
sin más, alguien que vino al mundo y al que le llegó la hora de marcharse. La
lógica no tiene nada que objetar en estos casos, sin embargo no sucede lo mismo
cuando se trata de un conocido, alguien a quien recuerdas, el caso de Pedro,
por ejemplo, charlando animadamente un tiempo atrás mientras ascendíais a un
collado del Guadarrama, sobre el proyecto del siguiente verano de pasar un par
de semanas en las Dolomitas. En casos como éste no hay lógica que valga, a uno
le sorprende la perplejidad de no comprender cómo sea posible que ese compañero
con quien compartías en aquel instante la pasión de volver a recorrer aquellas
montañas que ambos habíamos visitado asiduamente en nuestra juventud, haya
dejado de existir. Se comprende mal la muerte, o no se comprende en absoluto,
cuando el fallecido ha vivido en el perímetro de tus pasiones o tus afectos.
Es un vuelo tranquilo.
Después de los nervios del aeropuerto provocado por el interrogante de si
podría pasar mi abultada mochila como equipaje de mano y la certeza de que lo
crampones y los bastones iban a provocarme dificultades (después de varias
consultas en el escáner el guardia civil de turno se apiadó de mí y me dejó
pasar tras una corta deliberación), la calma ha vuelto a mi ánimo. Son muchas
las aventuras que he tenido en aeropuertos de varios continentes pero aún así no
termino de curarme del todo, un visado, una mochila extraviada, un exceso en
las dimensiones del macuto, un despiste puede hacer de un viaje un incordio.
No sé por dónde ando, por
abajo se ven algunas montañas con restos de nieve, mares de nubes cubren parcialmente
el paisaje hacia babor. El mundo se ve desde aquí como cuando abres la
aplicación del Google Earth. La realidad virtual no ha sustituido todavía del
todo a la otra realidad, pero casi, casi; está en camino. Cuando el otro día
cargaba mis primeros tracks de los Alpes en Google Earth y deslizaba mis dedos
sobre la pantalla la verdad es que era casi como estar volando en un
helicóptero sobre el macizo del Mont Blanc.
Aquí dejo mi entrada de
hoy, a ver si poco a poco mi ánimo que, junto a la incógnita de cómo serán
estos primeros días de alta montaña, comparte la cercana muerte de Pedro, se va
relajando hasta el punto de que pueda entrar por fin en esa cotidianidad del
vagabundo caminante que encuentra en su ir y venir por valles y montañas un
cierto estado de gracia, la paz del solitario que cada día, mientras recorre su
camino recita para sus adentro aquello de Machado de conmigo vais, mi corazón
os lleva.
Mi
hija, cuyo cumpleaños y el de mi hijo Mario celebramos mañana, sabrá perdonarme
que los imperativos del coste de lo vuelos me hayan obligado a precipitar mi
viaje. Gorda, family, Ainara, Manuel, conmigo vais, mi corazón os lleva.
3 comentarios:
Estoy contigo en tu viaje, espero con impaciencia las andanzas diarias.
Hola hermano lleva cuidado besos
Apenas cobertura, pero un paisaje espléndido enfrente.
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