En esto consiste un día de tripeo






Valle de Soca, 20 de junio de 2019

Via Alpina Sector Morado.  Bovec - Soca

Me esperaba una jornada tranquila recorriendo el valle de Soca, así que me permití hacer pereza en el saco por la mañana. Eso de despertarte, cruzar los brazos sobre la nuca y dedicarse a escuchar a los pájaros es un lujo que rara vez me permito. Tenía el cuerpo cansado después de la jornada de ayer, esas primeras jornadas, que por ser primeras y no tener el cuerpo suficientemente preparado siempre tienen su punto como de sobrecarga para un cuerpo y unas piernas desprevenidas.

La mañana está despejada y mientras camino es agradable dejar que los pensamientos se paseen de aquí para allá sin rumbo fijo. Fue así hasta un momento en que mis recuerdos se fijaron en las jetas de los componentes de la Fiscalía del Estado, esa gente que sirve para defender a la familia real de sus implicaciones en los negocios sucios, cuando no robo, pero que últimamente se emplea a fondo y con vehemencia en buscar la cuadratura del círculo colgando el san benito de rebelión violenta sobre el cuello de los presos políticos catalanes. Sí, en esta civilizada Europa todavía hay países que mantienen a presos políticos en sus cárceles. Hace días les miré la jeta a estos fiscales y la cosa me produjo cierta sensación de vómito, la percepción de que de lo hondo de la pútrida derecha surgen estos seres, que representando a sus clanes políticos, hacen el juego sucio que el amo les dicta desde las bambalinas. Rebelión violenta: dónde, cómo, decía días atrás el abogado de Junqueras, estaban los tanques, las pistolas, las bombas, los cuchillo, los fusiles… ¿quiénes fueron los que ejercieron la violencia sino la policía y la guardia civil por mandato del gobierno del PP? Un gobierno, por otra parte el más inútil por vía de sus cuerpos de seguridad e inteligencia que uno pueda imaginar, que no fue capaz de localizar una sola urna en toda Cataluña.

El comportamiento de la Fiscalía del Estado como niñatos que juegan a hacer trampas tal trileros en algún rincón del Rastro madrileño, con sus jetas serias y circunstanciadas se parecen a esos actores de serie B que no ofrecen ninguna credibilidad pero que asumen heroicamente el papel establecido que toda sistema corrupto necesita.

Por otra parte el deseo de convertir a Junqueras y a los otros políticos catalanes en héroes ¿a dónde les va a llevar? ¿A qué juegan cuando el Supremo o la Junta electoral les permite presentarse a las elecciones para luego negarles el acta de diputados aquí o en Europa?

Buaf… así me vienen a mí los pensamientos esta mañana tan lejos de España, un país maniatado todavía, un país sin una justicia independiente y con un gobierno endeble que a estas alturas no es capaz de sacar sin más del Valle de los Caídos los restos del genocida Franco. Y es que el sendero, que corre en todo momento junto al alborotado río Soca, da para reflexionar sobre lo que sea, incluso estas situaciones que ponen al país o a Cataluña en un tristrás de hacer que reviente la caldera.


Soca es un valle con un río de aguas cristalinas que el rafftin ha convertido en un paraíso de las aguas bravas. Es también la puerta al parque nacional de Triglav, la perla de los Alpes Julianos. Esto es como comenzar la semana en viernes. Hoy ya es fiesta. Tiempo para a media mañana quitarme las botas y refrescar los pies en el agua del río, territorio bonito con un sendero que va y viene junto al escandaloso ruido del agua; tiempo de ese que me gustaría recorrer como quien no va a ninguna parte, todo él contemplación y el placer de sentir que las piernas se irán haciendo más fuertes según pasen los días; tiempo para volver a la lectura de un libro de historia de España que comencé en el Algarve y que después no tuve ocasión de continuar.

Una historia algo sospechosa de un autor que afirma que Bartolomé de las Casas se inventaba muchas de las tropelías que cometieron allí los españoles cuando trata de amenguar las bases de la Leyenda Negra sobre España que corría en aquellos tiempos en Europa. Yo a veces siento un ramalazo de agradecimiento por la cantidad de hombres y mujeres que nos precedieron y contribuyeron a mejorar la situación de la humanidad, pero entre todas ellas jamás se me ocurrió colocar a ningún rey o reina, gente entre ellas, en general, subráyemoslo para no aparecer tan agorero, a la que la situación de los ciudadanos les traía sin cuidado porque tenían entre manos siempre grandes negocios como jugar a las cartas, la caza, enriquecerse, conquistar otras tierra o gastar en guerras interminables. Muchas generalizaciones, claro, pero es esa la impresión que se tiene cuando se transita por la historia de nuestro país. Hace no muchos días recorrí una buena parte de Gredos. En dos días los únicos caminos en condiciones eran los que le hicieron a Alfonso XIII para que este señor pudiera cazar las cabras a su antojo. Nadie abrió por aquellas alturas senderos que fueran para el tránsito del ganado. Este Borbón, como todos los siguientes que heredaron la jefatura de estado por vía vaginal, más parecen monigotes al servicio de los de siempre. Es la leche esto, abro la boca y ya ella solita se me va por dónde no quisiera.


Si la vida es ahora, que escribía yo en un post reciente, por qué no tripear un poquito más junto al río. Compré por el camino algo de comida y después de almorzar una pasta con espinacas muy apetecible y algunas chuches más con el capuchino correspondiente mi ánimo me pide retozar junto al río, así que no voy a oponerme a semejante capricho. Se ve que hoy toca tripeo y no hay más que hablar.

Estaba sesteando ricamente a la sombra cuando de repente un enorme trueno me despertó. Pies para que os quiero, ropa tendida, batería-panel solar por ahí al sol, comida, infiernillo, botas, todo esparcido alrededor como habitación de adolescente. Empezó a llover. Meter todo de cualquier manera en el macuto, no, las botas no me daba tiempo a ponérmelas. Cargo el macuto y con ellas y los bastones en las manos salgo pitando con las cangrejeras en los pies en busca de dos metros cuadrados en donde poner la tienda. Lo encuentro no muy lejos. Descargo, saco algo para cubrir el macuto, desempaqueto la tienda, palos, clavos… uf, con suerte me libro, truena pero la lluvia todavía no es escandalosa. En esta ocasión me concentro y logró colocar la tienda en un tiempo récord. Cuando está el doble techo tiro el macuto dentro y me apresuro a colocar todos los tiros, los propios y otros seis que he cosido para reforzar la tienda en caso de tormenta. Echo una última ojeada: todo en orden; allá voy y me tiro también yo bajo la tela de la tienda. ¡Delicioso! Soy cojonudo, tiempo récord, todo seco. Ahora la lluvia cae en tropel sobre mi tienda. En el cielo retumban los truenos como si fuera la traca de la fiesta mayor del universo. Las cinco de la tarde, tiempo ideal para empaparme de esta magnífica música que golpea la tienda acompañada por los timbales y toda la traca de la tormenta.
  


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