Gredos: Belesar y vivac en Alto de las Becedillas

 

El Belesar. A mi espalda Cervunal y canchal de la Galana


Alto de las Becedillas, 14 de noviembre de 2021

 

Nunca hasta ahora me habían recomendado que en mi equipo de montaña incluyera unas tijeras de podar, cosa que días atrás el amigo Cive me propuso con mucho calor. ¿La razón? José Antonio tiene, como un servidor, un gran aprecio por ese personaje tan singular que fue Dersú Uzalá (al que no sepa de él le aconsejaría que leyera los dos libros que Arséniev escribió sobre él, y si el ánimo no le da para leer, entonces puede acudir a la película de Kurosawa en donde se hace una buena representación del personaje), aprecio a Dersú Uzalá que tanto nos ha enseñado en relación con la naturaleza. Y es que este solitario hombre de los bosques, antes de abandonar cualquiera de los refugios en que había pernoctado, se dedicaba a dejar una buena provisión de leña en ellos a fin de que los siguientes ocupantes, que podrían venir mojados o con mucho frío, tuvieran una estancia agradable en el refugio. Sucedía precisamente que los últimos ocupantes del refugio, unos días atrás, fueron el amigo José Antonio y su compañero Morán que predicando con el ejemplo habían dejado el refugio como una patena amén de bien provisto de leña, un buen montón de piornos secos que con toda probabilidad, conociendo la bonhomía del amigo Cive, ellos habían recogido de los alrededores. Vamos, que como no había llevado tijeras de podar, ni había hecho uso de la leña y esperándome un larguísimo día de marcha al día siguiente no tuve en cuenta el consejo del amigo.

Abandoné el refugio de La Aliseda pocos minutos después de salir el sol. Era una mañana despejada y fría. El refugio yace en medio de un enorme piornal y el sendero es el único paso disponible para salir de aquella selva. Me llevó algo más de un par de horas alcanzar la cumbre del Belesar. No fueron necesarios los crampones pese a que la nieve estaba dura. La Portilla de los Lobos y la de Cantos Colorados recordaban todavía mi reciente paso por el lugar cuando subí semanas atrás a vivaquear al Meapoco.

Asomarse a las profundidades de la Hoya de las Berzas y Cinco Lagunas desde la cresta cimera impone por la verticalidad y el aspecto agreste de toda la vertiente norte. Es hermosísima y realmente salvaje la vista que ofrece todo el frente que, arrancando del Mogote del Cervunal (o Cabeza Nevada) crestea por el canchal de la Galana, toca cima en su cumbre y después, en un brusco giro hacia el oeste, se sube a las cimas del Pico del Güetre y el Risco de las Natillas. Y ello sin contar el otro ramal que se dirige al Cuchillar de Ballesteros y al Almanzor. Siempre que veo esa bella cresta que sube entre la garganta de Tejea y las Canales Oscuras hasta el Almanzor recuerdo aquella otra famosa crestería de la Aiguille de Peuterey al Mont Blanc.

Este reino, por las vías abiertas y el tiempo que le ha dedicado merecería que guardara permanente memoria de un aperturista excepcional que se ha dejado trece años de su vida abriendo vías en sus más remotos rincones. Hablo de David de Esteban, que con su amigo Álvaro y otros más ha abierto en esos trece años ¡más de 300 nuevas vías en la zona! Ni todos los trabajos de Hércules completan una gesta así. Hoy, durante todo mi recorrido muchas veces me volví para admirar la pared más espectacular que iba dejando a mis espaldas, la cara oeste de Peña Chilla, y con ella el recuerdo de su primera ascensión, la vía del Enlace de Tomás Mesón, una gran aventura en invierno hecha en el día que realizaron David y sus amigos Álvaro y Rocío, que entonces estaba embarazada.

Peña Chilla, vertiente oeste


Hoya de las Berzas

Probablemente no iba a encontrar agua en todo el largo recorrido así que en el collado de la Lagunilla paré a fundir algo de nieve y a tomar un tentempié. El único paraje accidentado en todo el recorrido fue la ascensión y travesía del Butraco que me obligó a usar las manos en algún paso. A la izquierda la gran garganta del Sauce se abría como una inmensa cárcava cavada profundamente por miles y miles de años de erosión. Es realmente magnífico todo ese mundo que transcurre al sur de la línea sominal entre la Mira, a cuyos pies se abre la garganta Lóbrega, y las cumbres de la Azagaya y la Covacha, y la comarca de la Vera, casi dos mil metros de desnivel más abajo, un mundo agreste, solitario y salvaje que apenas se visita, me temo, porque exige un esfuerzo mucho más allá que los caminos trillados que llevan de la Plataformaal Circo de Gredos. Un mundo sin caminos casi siempre en las partes media y alta reservado casi exclusivamente para los gustos más exigentes.

Me embarqué en esta ruta sin apenas información y con la sospecha de que dos días no iban a ser suficientes. Después de alcanzar la cumbre del Butraco comprendí que tendría que hacer noche a mitad de camino. El único problema era el agua, que finalmente terminó por aparecer cuando el sendero atravesaba  el Alto de las Becedillas, un lugar de amplias praderías donde el agua manaba abundante en pequeños riachuelos. Así que cargué con algo más de tres litros y continué el camino pensando ya en buscar un lugar para mi vivac. Sobre el horizonte de la loma apareció una gran roca en forma de pirámide que según me fui acercando milagrosamente se convirtió en una choza. Cosa de los hados, porque mi mapa, que es excelente y no se salta una fuente, un refugio, un chozo o los senderos que sólo se siguen con hitos, no lo reflejaba, así que, eso, ¡milagro!. Limpia, con un lecho de hojas de retama y además con un murete de rocas a modo de zaguán que puesto a dormir bajo las estrellas me protegería del viento.


Dorsal de Gredos. Al fondo la Covacha

Un enorme pez corteja esta noche a la luna frente a mi vivac. Apareció así sin más por oriente remolcando a popa lo que podía ser una enorme gabarra habitada por extraterrestres. Algo así, porque no se explica otra cosa en un cielo totalmente despejado. Tengo la sospecha de que seres de otros planetas han encontrado algo interesante en Gredos y andan observando desde arriba, hasta ahora con mucha circunspección, esta región. Quizás les sucede como a mí, que de repente este espacio me ha empezado a interesar sumamente; bueno, más que eso, me apasiona, diría mejor. Ya la pasada semana los que leéis alguna vez este diario recordaréis que regresando a casa tuve que parar repentinamente el coche para observar desde la carretera cómo los marcianos a la caída de la noche merodeaban alrededor del Cuchillar de Ballesteros y La Galana. De todas maneras no es de extrañar, porque puestos a hacer una visita a un país vecino, mejor escoger un sitio guapo como Gredos.

Ballesteros, Almanzor y a la derecha la arista de la Aiguillede Peuterey :-) al Almanzor


Belesar y risco de las Natillas

Hace frío así que tomo precauciones. Esta noche voy a necesitar beber mucho y con toda probabilidad el agua de la bolsa se helará. Así que me toca dormir con una botella de agua dentro del saco. A falta de cobertura y para que mi chica no se preocupe más de la cuenta he tenido que usar el teléfono satelital para darle mi posición y las buenas noches.

Mientras escribía, el gran pez bajo la luna y la gabarra de los extraterrestres ha desaparecido y ha quedado un cielo limpio de nubes. Hoy caminé nueve o diez horas y mi cuerpo está cansado, así que buenas noches.


Garganta del Sauce









Chozo en Alto de las Becillas




Refugio de la Guía


Garganta de Boyoyos


El Berrueco, sobre Navamediana y Aliseda


El Torozo, de vuerlta a casa,.

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