Vivac en Cerro del Cuervo. Retrato de un cacique.

 




Cerro del Cuervo, 4 de enero de 2023

Hoy con este cielo azul y este sol de invierno, ya casi me era imposible poner disculpas para largarme a dormir a alguna cima, así que al lío, como diría el amigo José Manuel.

Esta mañana desde la ventana de mi cabaña volvían después de un mes a verse enfrente todas las cumbres de la sierra del Valle y de Gredos, estas últimas con sus penachos de nieve allá al fondo tras una ligera calina.

Ahora, mirando el llano madrileño desde mi vivac en la cima de una montaña, miles y miles de luciérnagas a mis pies, pensaba que es incómodo estar enfadado con el mundo, esas tantas razones que todos albergamos para no estar satisfechos por el cariz que toma el mundo y la organización de su comunidad viviente, los desencuentros con otras gentes, la injusticia permanente que lo rige, la corrupción, la mentira que cruza de parte a parte el continente desde el ámbito político y económico.

Es verdad, uno quisiera vivir ausente a los ejes que vertebran el mundo, a las fuerzas que organizan la sociedad. Sin embargo esta semana he decidido salir del agujero de topo en que transcurre mi relación con los asuntos prácticos de la comunidad del pueblo en que vivo y ya, obviamente, debo contribuir con mi óbolo de atención, lo que me distrae de esas cosas interesantes que uno tiene a diario entre manos. De momento ya tengo ahí a un alcalde cabreao conmigo que agarra el viejo chuzo de la caciquería, me excomulga, me bloquea en la web oficial del ayuntamiento porque muestro mi desacuerdo, y pretendiendo así secuestrar mi voz de vecino y ciudadano, lo que naturalmente me obliga a levantar la vista del libro que leo, o si miro a través de la boca de mi saco de dormir la luna y todo el lucerío de Madrid a mis pies, pues que me acuerdo y algo me distrae.

Los caciques siempre actuaron así tratando de anular a la disidencia, pero lo de éste es peor, porque tratándose de un analfabeto funcional que malentiende un escrito o una idea, alguien a quien detiene la policía en la carretera de madrugada con un índice de alcohol por encima del doble permitido, es decir borracho, alguien que con las elementales mañas de la seducción para ingenuos ha ido ganando desde su puesto a golpe de darse bombo la anuencia de un numeroso grupo de palmeros, pues que tratándose de una persona así, al que por demás se le va la vida gastando dinero municipal en ese juego que consiste en dar patadas a un cuero lleno de aire, como su cabeza, vamos, pues que a un servidor todavía le jode más perder el tiempo con semejante jaez de individuo.

Y todo por ese dichoso caminito que pone nuestra casa en comunicación con la civilización, que mira por dónde al pobre le da por ponerse de barro hasta el cuello cuando llueve y convierte en una aventura hacer ese kilómetro y medio en coche, que ya conté por aquí como una furgo de Amazon que venía a casa días atrás, quedó empotrada en el barro durante un par de días. Que sí, que si no fuera por eso yo les dejaba en santa paz a todo el equipo de gobierno con su pádel, su fútbol y esos fuegos artificiales (oiga, aviso, que es una metáfora, ¿eh?, que tratándose de gente iletrada hasta estas cosas sencillas hay que explicárselas para que lo entiendan) en que parece irse una parte sustancial del presupuesto municipal, sí que los vecinos se diviertan mogollón, que es justo, que la vida es corta, ello aunque otro grupo de vecinos ya todos vejetes tengamos que nadar en el barro para ir a comprar el pan, como Francisco Umbral que todas las mañanas hacía a pie el trayecto a la panadería sin problemas de charcos ni resbalones. Porque digo yo que derecho tenemos los vecinos de la población diseminada de este municipio de ir a comprar el pan, o de que si uno se pone malito pueda venir una ambulancia hasta su casa a recogerlo, que ya me sucedió a mí que me dio un subidón de la tensión hasta ciento noventa y tantos y tuvimos que buscarnos la vida para ir a encontrarnos con la ambulancia a donde termina el asfalto. Sí, que ni de vejestes :-) se apiada esta gentecilla que calienta con su lustroso culo la poltrona municipal.

Bueno, y se acabó ya de alcalde y de esta gente, los caciques de toda condición que siempre han sido una plaga en el sufrido mundo rural de nuestro país. Como este post lo va a leer un puñado de gente ajena a este blog de los caminos, que esencialmente sirve para dar cuenta de esa manía mía de dormir cada semana en una cumbre, porque obviamente no voy a perder más el tiempo con la historia del dichoso alcalde haciendo un escrito específico, les contaré que un servidor, viejo maestro de la zona con muchos antiguos alumnos en el pueblos de marras, Serranillos del Valle, además de vecino del susodicha localidad, fue en cierta ocasión cofundador del grupo de Podemos del pueblo con cuyo imprescindible apoyo accedió a la alcaldía el actual cacique. Un hecho lamentable, sí, porque por sus hechos los conoceréis (Mateo 7, 15 - 20) ;-).

El caso es que, ahora sí, se acabó. Los que me lean por primera vez se habrán dado cuenta de que un servidor lo que en esencia hace escribiendo es intentar divertirse, aunque sea en la picorota de una montaña enfundado en un saco de dormir. En este momento mi termómetro marca una temperatura de 3 bajo cero. En el saco se está confortablemente, un buen calorcito, y sobre mí brilla una hermosa luna rodeada del entero firmamento estrellado.

Fui maestro, sí, y durante los treinta y tantos años que me dediqué a la enseñanza nunca dejé de instilar en mis alumnos ese necesarias amor a la Naturaleza que debería poseer todo ser humano en su interior, agradecido homenaje a ese planeta azul, ese inigualable marco de la Naturaleza, diría Rodríguez de la Fuente. Y hoy con toda seguridad muchos de mis antiguos alumnos de Serranillos, entonces cursando octavo de EGB o el Ciclo Medio, recordarán con nostalgia y alegría algunas de las salidas que entonces hacía con ellos a Guadarrama, al Pirineo o al mar, tratando de iniciarles en ese amor a la montaña y la naturaleza tan básico para que hombres y mujeres crezcan como personas y no como esos gachupines cuyas vidas giran exclusivamente alrededor de un cuero lleno de aire. En los alrededores del Pingarrón, junto al puerto de Cotos, vivaqueé varias veces con ellos para subir al día siguiente a Peñalara y Claveles. Benditos días aquellos, y lo satisfecho que me siento recordándolo, pensando que aquellos antiguos alumnos míos, acercándose ahora a los cincuenta, bebieron en parte de aquellas experiencias para después hacer de la Naturaleza y la afición a la montaña una querencia importante de sus vidas. Hoy me hubiera encantado poder compartir con ellos, ahora personas maduras, uno de estos encuentros en lo alto de una de estas montañas iluminadas por la fría luz de la luna llena.

Y ya está bien, que ahora toca contemplar las estrellas y disfrutar de la paz del firmamento. Pondré la comida a buen recaudo para que como el pasado invierno ningún zorro me la robe, y después, antes de dormirme, conversaré con las estrellas hasta que me entre sueño; hoy Casiopea a mi izquierda, la Luna casi sobre el cenit, y el cazador de la noche y sus perros, Orión, con sus brazos extendidos un poco más a la derecha.

Bonitos sueños a todos.


 

 


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