“¡Cuán
bueno y agradable es que todos juntos convivamos en armonía! donde se da esta
armonía, el Señor concede bendición y vida eterna.
Salmo 133”
Peña
Cabrera (Sierra de la Paramera), 2 de octubre de 2023
Esto
más que veranillo de San Miguel es un veranazo en toda regla. Son las seis
menos cuarto, estoy a mitad de cuesta del collado y no tengo más remedio que
caer derrumbado metiendo de mala manera la cabeza en la poca sombra de un
pedrusco. Sorprendido estoy por la perspectiva que tengo delante. Había visto
este pico hace tiempo desde el Zapatero y desde la Sierra del Valle, un
resalte brusco de rocas en la parte final tras la cabalgada del Zapatero y sus
compañeros, y no sé por qué se me emperejiló que en su cumbre tenía que dormir
yo. Había quedado ahí en la recámara olvidado pero hoy después de comer en casa
de Keemiyo y Tamara con mi amiga Nuria, mientras circulaba camino de Gredos y
los Campanarios, que era mi destino primero, de golpe me encontré con esta
cumbre, Peña Cabrera, 2000
metros, 1997 para ser más exactos, e inmediatamente
cambié de idea. Ni rastro de senderos que me llevaran a lo alto, sólo una débil
línea que desaparecía sobre los 1500 metros. Así que en Villarejo, cuando dejé
el coche atrás pregunté al primer aldeano con el que me tropecé. No parecía que
fuera a encontrar problemas, sólo me previno contra el frío. Pelillos a la mar
le digo, además estamos en verano verano. Así que me despedí de él y tiré por
un pequeño carril que salía desde las afueras del pueblo, pero tan animado y a
la sombra de los robles que cuando me di cuenta había perdido la línea roja que
aparecía en mi mapa, así que campo a través a buscarla. Campos totalmente
abandonados, parcelas delimitadas por
vallas de piedra, el típico paisaje de los campos de la sierra en donde el
ganado ha dejado de ser rentable y en donde los viejos senderos se los han ido
comiendo las zarzas y todo tipo de vegetación.
Lo que
más me sorprendió nada más abandonar el pueblo eran esas dos montañas rocosas
que tenía delante, montañas no accesibles así sin más, farallones de granito
por aquí y allá y sobre ellas el vuelo parsimonioso de los buitres. Montañas
probablemente nada visitadas que no encuentras en Wikiloc porque quienes
visitan la sierra de la
Paramera parecen circunscribirse al pico Zapatero y nada más.
Por cierto que cuando subía me acordé de mi olvidada afición de pintar. Hace
casi un año, cuando subí a vivaquear al Zapatero desde Navandrinal, tenía mi
afición recién inoculada en las venas y los días que subía a dormir a las
cumbres no me faltaban las acuarelas en el macuto. Aquel día llegué un rato
antes del atardecer a la cima y pase allí sentado todo el tiempo pintando
mientras el sol caía por poniente hacia las cumbres de Gredos. Después de
aquello he hecho esfuerzos ímprobos por volver a pintar pero al cabo de un rato
el pincel se me caía de las manos. Guardo con todo el cariño del mundo aquellas
acuarelas pintadas sobre las cumbres mientras el sol se despedía tantas veces
vistiendo el mundo de una suave belleza que mi torpeza pictórica trató
pacientemente de recoger durante tantas y tantas tardes con medianos
resultados. No obstante qué hermoso era aquello, llegar al Lanchamala, al alto
de Guarramillas, al Zapatero, a tantas cimas, y sacar las acuarelas y tratar de
recoger en un pliego de papel Anches los colores cambiantes que en el cielo se
iban pintando. Hay quien piensa que si a uno le gusta pintar lo único que tiene
que hacer es ponerse a ello. Yo creo que no, para mí que se necesita de una
fuerza interior; si te falta el fuego estás perdido. Como en tantas cosas. Si
el cuerpo no lo tienes en llamas o con al menos un lejano rescoldo precursor
del incendio estás perdido; si el alma no está preparada para absorber los
versos de la Dickinson,
de Cernuda, de Salinas, de Neruda, mejor que te dediques a otra cosa. Deja el
libro al lado y búscate otro entretenimiento. Uf, las seis y cuarto. La sombra
se ha hecho más densa y ya me tapa el cuerpo entero, la brisa es una delicia,
pero me temo que voy a tener que dejar de filosofar y seguir camino adelante si
no quiero perderme las posibilidades del espectáculo postrero del día. Así que
hasta dentro de un rato.
|
^Peña Cabrera al fondo |
Ceno,
hoy de caliente que ya me harté de cenar frutos secos y algo de embutido con
eso de aligerar mi mochila. Y sí, el gusto de una sopa de mijo y un final de
cena con un puchero de té mientras contemplo las estrellas y las luces, hoy de
Ávila, más allá de la sierra de la Paramera. Noche de grillos que, engañados por el veranillo de San Miguel, han
confundido el otoño con la primavera, gri, gri, gri, gri… El caso es que ya con
el cuerpo templado y como un pachá dispuesto a dar cuenta de este nuevo
banquete que es para mí vivaquear semanalmente en una cumbre, hoy un poco más
bajo porque se me hizo de noche y el trepar a cuatro patas por el cono último
de Peña Cabrera en la oscuridad no me apetecía, pues que abro el FB y lo que me
encuentro de cabecera es una foto de Pedro Nicolás dedicada a José Luis
Ibarzábal por su labor en los tiempos en que era presi de la Federación. ¿La foto?
Un, cómo decir, un sexteto que hoy me llena de gozo contemplar. De izquierda a
derecha Jerónimo, Eduardo Martínez de Pisón, Pedro Nicolás, Toti, Carlos Soria
y Luis Bernardo Durán. No sé lo que me sucede últimamente, que me he vuelto
sentimental, que chocheo, que estoy mayor, pero es que esta gente, estos
hombres, muchos como ellos, consiguen que se me llene el ánimo de un leve gozo
que me cosquillea por dentro como burbujas de champán. Yo me atrevería a decir
que hacerse mayor es una de las cosas más grandes y felices que le pueden
suceder a uno. Sí, porque cuando esto sucede en ocasiones es como si te
sintieras iluminado por las gracias que te ha proporcionado la vida: ésta corre
tan deprisa, estamos tan ocupados que es difícil sentirse, vivirse y reconocer
en el instante las cosas hermosas que la vida nos ha ido proporcionando. Y eso,
te haces mayor y cuando echas la vista atrás, esta noche metido en el saco bajo
un cielo estrellado en cuyo cenit Águila y Lira me hacen guiños, descubres, hoy
viendo en la foto de Pedro Nicolás a ese sexteto, que hay algo misterioso y
esencial en la vida, que acaso no tiene nombre (las cosas profundamente
importantes no tienen nombre), que no sabemos expresar, pero que vibra dentro
de tu pecho… no sé, ¿amistad? No, no exactamente. Es algo así como esa música
que cuando tienes el alma preparada te inunda por dentro saturando tus sentidos
de bienestar. Seis personas con las que has podido compartir una cuerda, una
amistad, no sé, asuntos comunes, pero que en determinado momento,
reconociéndolos al otro lado de medio siglo en una imagen, y fundida en el
presente con el conocimiento que tienes de ellos, con la amistad, admiración,
reconocimiento, cariño (joder, lo pobre que es el lenguaje…), con la cercanía
de algunos breves encuentros o una breve conversación telefónica; fundidas te
hacen sentir esa profunda emoción que se desprende de la amistad, la cercanía,
el hecho de compartir una pasión común, la empatía.
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Original de Pedro Nicolás. Gracias, Pedro |
El sexteto de marras es algo más que un
ejemplo, pero quizás ellos representan esta noche en la soledad de mi vivac esa
especial comunión, hilos invisibles, difusos amores, amistad, sintonía, empatía,
que consiguen que la vida te parezca hermosa en tantos aspectos.
Confieso
que no doy más de sí, que siendo incompleto y difícil de comprender lo que
quiero expresar no queda más remedio al que lea estas líneas que hacer un
esfuerzo suplementario de comprensión que complemente mi incapacidad para
expresar estos sutiles pensamientos que me llenan esta noche al calor de una
fotografía. Obviamente ello, es claro, una referencia que me llevaría a
recordar en planos sucesivos a amigos, a personas de las que tanto aprendí, a
compañeros de cordada, amores incidentales (esas pequeñas cosas de la vida)…
¡Ah…! Inútil concretar. Me rindo.
Por el
este ha levantado la luna a la que los ratones han roído un gran pedazo. Más a
la derecha Júpiter parece arrastrar en el aire de la noche ese medio queso
manchego como si ella fuera una gran cometa. Buenas noches.
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