Día 69. Antonio Montes: ¡adiós amigo!

 



Malga Travenanzes, 46,55242573°N, 12,04143494°E, 25 de agosto de 2025

Debo escribir, me digo, pero no tengo ninguna gana. Podría contar un sueño absurdo que me dejó cansadísimo al amanecer, algo kafkiano, un desierto, un pozo de agua, los trabajos de arrastrar algo con lo que no podía, un caballo que se había escapado y que corría por la otra orilla de un gran río siendo que el sueño transcurría en el desierto. Quizás los sueños absurdos tengan mucho de eso de que está hecha la vida. 

El pasado martes recibí el siguiente guasap: “La punción del pulmón ha ido bien, me han sacado de él 1 litro 150 durante la noche y de momento no parece que haya más aunque cada hora pondrán la máquina para tratar de sacar residuos. Gracias por tu preocupación, Alberto, parece que de nuevo estoy en buen camino aunque no sea hacia Alpes. Jajajaja. Un fuerte sentido y cariñoso abrazo”. Era de Antonio Montes. Hoy bajando del refugio Lagazuoi Victoria me comunica que Antonio ha fallecido. Estaba en la ducha y murió sin más. 

Parece que estoy en buen camino, decía… 

Conocí a Antonio a través de las redes. Los contenidos que llenaban su muro eran  una mezcla de reflexión sobre la realidad, que venía acompañada con alguna de sus excelentes fotografías, que firmaba como Agujetas. Enseguida tuvimos una buena relación, su afición a la pintura, los libros en los que coincidíamos, la fotografía, su pasión también por la montaña, y especialmente nuestras largas discusiones sobre política, un tema que vivía desde una posición de izquierdas con especial calor. De todo ello y de nuestros encuentros en Manzanares o Los Molinos nació una entrañable amistad. 

Mis sueños de anoche y esa sensación tras la noticia del fallecimiento de Antonio, acrecientan en este instante la sensación de absurdo que en momentos puede parecerme la vida. 

En eso pensaba precisamente mientras descendía del refugio Lagazuoi después de saber lo de Antonio, y me cruzaba, tras haber dejado atrás una multitud en el refugio y en el terminal del funivía, con otra multitud internacional, unos subiendo, otros bajando, otros muchos visitando las fortificaciones y túneles en la roca, restos de los dispositivos militares de la Primera Guerra Mundial. Parodiando a Descartes, nos movemos, luego existimos. Vamos de un lado a otro del mundo, curioseamos, corremos aventuras y un día te metes en la ducha y unos minutos más tarde ya no existes. 

Las fotografías dan cuenta hoy de la belleza del entorno que recorro. No estoy para escrituras hoy. 

Amigo Antonio, gracias por tu amistad, gracias por tantos ratos compartidos. Adiós, amigo. 

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Alguno de los trabajos de pintura de Antonio:







Muestrario del recorrido de hoy:































    

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