Cazadores de elefantes



Arenal d'en Castell, 9/06/12


Oí un bufido característico y me detuve instintivamente. Frente a mí el sujeto que bufaba era una serpiente de respetables dimensiones que alzaba la cabeza retadora al caminante. No tenía lugar a donde escapar, el camino, una pista blanca refulgente de sol, no le ofrecía ningún cobijo y había decidido hacer el número de circo pertinente alzándose sobre sí misma dispuesta a embestir como un toro. Uno siempre piensa que esta clase de bichos que habitan nuestro país no son peligrosos, el daño de una mordedura en el peor de los casos, no más, pero visto ahí sobre la pista de macadán a pleno sol, con las fauces abiertas y bufando como una endemoniada la verdad es que producía respeto. Medí la distancia, no me fuera a saltar encima, y la tenté con la punta del bastón. No, no se arredró ni un poco; ataca y vencerás; me hacía frente, abría la boca, enseñaba los colmillos como alguien que defendiera su vida a cuchilladas. Lárgate, tío, que si no te muerdo, decía su actitud ofuscada.

No hay enemigo pequeño dicen; eso debió de aprender ella a juzgar por lo creída que interpretaba su papel. ¿Será así la Cospedal, la Aguirre, toda esa fauna del PP que tan a menudo oímos engreídos ladrar amenazantes en los medios? ¿Será así la bofia de siempre, armada hasta los dientes delante de Bankia como defendiendo al emperador y señor de nuestra tierra, el dinero? ¿Será así toda esa prole de Undangarines, Gunters, Matas, cazadores de elefantes de turno, todo este sistema que se acoraza tras la fuerza bruta de la policía frente a pacíficos ciudadanos y lanza sus ladridos a la chusma a través de los medios, que no se mezcla con la calle y que si es necesario la evita en helicóptero?
La única persona con la que hablé un largo rato estos días fue un pastor que recogía alcaparras junto a los acantilados. Se le iban los demonios hablando de Matas y del yerno del cazador de elefantes. Vivía en el puro monte, pero se le iban los demonios con estas cosas; en su juventud, también de pastor, cazaba, pescaba, recolectaba; ahora de cazar nada, los señoritos se habían hecho con toda la caza y las tierras; pescar no siempre, había que atravesar demasiadas tierras privadas, ahora cerradas al paso; también tenía dificultades para recolectar las alcaparras del monte que se echaban irremisiblemente a perder.
Los acaparadores, los usureros, la codicia se extiende como una mancha de aceite por este planeta. Lo decía Gandhi, mientras la codicia no se arranque del corazón del hombre no habrá paz en el mundo, es decir, nunca. 
Señor...
A mi culebra le podría decir, tía: no vayas de farol, tras esas bravatas no hay más que indefensión; sin embargo algo en mis genes, en la conciencia colectiva, en conflictividad con los reptiles, mantienen vivo en mí el temor por esos hermosos animales. El poder, los ministros, los reyes, la gente encopetada, cada vez pierden más los viejos valores de respeto y sometimiento que una población domesticada aprendió a ejercer desde el nacimiento, transformándose también poco a poco ello en lo que es en realidad. Los cauces que el sistema proporciona a la codicia son tantos y tan universalmente aceptadas que pensar en lo contrario parece cosa anómala. Las bases sobre las que se asienta su poder el dinero, pero también ese miedo congénito de los americanos a todo lo que huela a comunismo. Miedo a que los demasiado ricos dejen de ser demasiado ricos.
He caminado desde antes del alba. A media mañana la costa se pobló un poco, pero aun así no dejó de perder su encanto. Menorca, hasta ahora, es la mejor conservada de las islas de esta zona. Molesta tanta propiedad privada, pero es sin embargo una propieda más humanizada; de momento los responsables que han hecho posible este maravilloso Cami de cavalls, que da la entera vuelta a la isla por sus parajes más bellos, han logrado de los propietarios los permisos para que el camino atraviese sus tierras, algo que en Mallorca ha sido totalmente imposible hasta ahora. Menos da una piedra y hay que dar gracias por ello a todos los que han hecho posible este proyecto único que pone de ejemplo a esta isla junto a aquella otra isla bonita de La Palma, donde también otro espléndido sendero la circunvala.
Mi ánimo se agita sobre los acantilados, se suaviza en la arena verdidorada de Binimel.la, se sosiega con el canto de los pájaros que pueblan los pinares y las lomas que bordean la costa. Sin embargo, temprano, todavía era oscuro el cielo, un salvaje graznido me había perseguido durante un largo rato nada más echarme a andar. No podía ser más que una gaviota madrugadora, pero no dejó de llamarme la atención; graznaba estrepitosamente sobrevolando mi cabeza. Pájaro de mal agüero, me la pensé como premonición de buitre que se aprestara a un inminente festín a mi costa. Me hizo parar varias veces, ¡leche!, aquello era mucho más grande que una gaviota, estaba oscuro y planeaba sobre mi coronilla como la sombra de un enorme murciélago que quisiera aterrizar sobre mi cuero cabelludo. Una fantasía descabellada pero que, caminado en la oscuridad sin saber lo que pisaba era sólida, musgosa y translúcida urdimbre de medusa; imponía cierta inquietud. Cuando la oscuridad cedió a la azulina y lechosa luz del alba, el bicho oscuro que sobrevolaba mi camino, ser de la noche y los maleficios, se esfumó; en su lugar, sobre un promontorio que columbraba el sendero apareció el escabroso paisaje marino de una atrevida cordal de tierra que abrazaba en su interior el agua revoltosa en cuyos ribetes se recogía ya la primera luz del alba. Paisaje azul de líneas y sombras donde las siluetas eran de carbón y las olas enaguas que el viento arrastraba en volandas hacia la curva oval de una playa todavía adormecida en el regazo del amanecer.







No hay comentarios: