Caminar por la playa





Al sur de Cambrils, 2 de octubre 

Al fin e inesperadamente el mar, un prado verde más allá de la playa a donde llega el fragor violento de las olas. Y es que me había metido en un lío en mitad de la noche anterior. Al salir de la Tarragona pretendí seguir la línea de la costa por la que avanzaba una ancha carretera con vallas ambos lados. Pregunté y me dijeron que por allí no tenia salida, era el recinto del puerto, que tenía que volver por donde había venido, retroceder hasta no sé dónde, cruzar dos puentes y después del segundo tomar la carretera nacional y... vamos más o menos ir hasta Finisterre, descender hasta Lisboa, etc. todo para alcanzar una playa de la que en línea recta no me separaría más de cuatro o cinco kilómetros. Uno es cabezota. Di las gracias al pescador que me había dado las indicaciones y seguí el camino opuesto que me había dicho. 

Después de una hora de caminar deprisa empecé a darme cuenta de mi error. El puerto de Tarragona es enorme, aquello no se acababa, por todos lo lados vallas como en los campos de concentración, imposible saltarlas si el final es así. Ya maquinaba llamar a un taxi para que viniera a recogerme, porque eso de volver a recorrer el mismo camino en sentido contrario... no y no, es una cosa que llevo muy mal. Todavía pasó un buen rato, todo igual, las luces se acabaron y la carretera quedó en la oscuridad. Pero ah, sorpresa, desaparecieron las dos hileras de espino de la parte superior. Eso ya me dio una pizca de confianza, dos metros y medio que acaso me atreviera a escalar en algún sitio. Eché de menos no tener unas tenazas. Luego aparecieron la vías de un tren fuera de uso. Me fui por ellas. Al final una valla móvil cortaba el camino. Ya había derribado una estructura similar por la mañana en una cantera, así que llegado el caso y valiéndome de la oscuridad cómo lo cacos acaso... pero no hizo falta, ya otro había hecho el trabajo por mí, la  alambrada había cedido en uno de lo extremos. La vía muerta se alejaba en la oscuridad alzada unos diez metros del suelo sobre una base de hormigón y, allá, en la lejanía, sin ninguna clase de vallas por medio veía a las olas romper ruidosas en la arena. Sólo tenia que descender por un inclinado talud y estaba salvado, no tendría que hacer eso que menos me gusta en el mundo, volverme atrás por aquella aburrida e interminable carretera. Mis pies tocaron la arena de la playa con la misma satisfacción que hubiera tenido si los hubiera puesto en la cumbre del Everest. El agua sonaba alborotada allí mismo, había dos pescadores junto al agua y había dejado atrás el mundo de las luces ámbar y las vallas, toneladas de hormigón y grandes tuberías de las que huía como espantado ya bien entrada la noche. Ahora ya sólo me faltaba encontrarme con una sirena, pero no cayó esa breva. 



Por la mañana, esas pequeñas armonías que cruzan fugazmente frente a nuestra retina y que, aisladas en el recuadro oscuro de la cámara, adquieren de repente una inusitada fuerza plástica. Esa huella, por ejemplo, que dejó un pie femenino junto al agua, armoniosa, bella y tan efímera. Tomamos la foto, hacemos una copia en papel de treinta por cuarenta y ya podemos vestir una de las paredes de nuestra sala de estar con un hermoso motivo fotográfico. Un canto rodado, una huella, un palo, un trozo de ladrillo erosionado por las olas, iluminados por la luz rasante del amanecer, pueden convertirse en una pieza de museo. 




Las luces del alba bailaban por la mañana en la playa en la calidez dorada del mar. Sólo había que sacar la máquina y elegir uno de tantos motivos que reclamaban mi atención: un barco anclado a algunos kilómetros de la costa, los hilachos carmesíes de las nubes entre las que el sol se abrirá paso en una cascada de bermellones, la silueta oscura de los paseantes frente al haz luminoso reflejado en el agua, un velero que se hacía a la mar cruzando por la estela del sol irreal como un profeta caminando sobre las aguas, unas huellas, el agua resbalando por surcos de arena hacia el ribete níveo de la espuma. 




Más tarde el sol se hizo hostil, lleno de luz deslumbradora y de calor la mañana y hube de dejar la compañía de la olas que lamían mis pies por lo paseos sombreados de Salou y Cambrils. 

A la caída en la tarde, después de un baño en las tranquilas aguas de un mar adormecido por el calor, y tras una larga siesta a la sombra de unas palmeras, me produce un especial sosiego caminar por playas solitaria alejadas de las corrientes del turismo de masas. El sol se va diluyendo poco a poco acompañado por el ininterrumpido sonsonete de la olas sobre la playa. Las multitudes han desaparecido y las playas se muestran acogedoras y cálidas. Sólo me cruzo con algún que otro extranjero, buenos indagadores ellos de estos lugares alejados, algunos pacientes pescadores, dos parejas desnudas en un rincón de una pequeña cala que follan ajenas a la belleza tranquila que se posa a esta hora sobre el mar y la tierra. 

Estaba empezando a pensar que me iba con tocar ayunar esta noche, pero la providencia puso en mi camino a última hora un camping. Bufet libre de barbacoa por un precio moderado. Mi cuerpo se repone bien con esta clase de sorpresas en el camino. Ahora sólo me queda encontrar un bonito rincón para hacer la digestión y contar estrellas. Una franja de nubes oscuras rondaban el horizonte de levante antes de entrar en el restaurante. Espero que sólo sea un amago. Miro el tiempo en la web, anuncia lluvia toda la noche. 




4 comentarios:

luisBas dijo...


Playas de Almuñecar
cuajadas de gente
que toman el sol
y el mar les divierte

En el mes de agosto
cunde el bullicio
pues al mar acude
alegre gentio

Cuerpos desnudos
rostros bronceados
pieles de seda
al rojo sol

Saltan las olas
hacen aguasillas
y salpican agua
a bellas mocitas

Mucha juventud
gran algarabia
el proximo mes
la playa vacia.
LuisBas.
Las playas seguiran vacias hasta el proximo verano .
Yo aqui las disfruto .
Pronto espero que lo compruebes y nos veamos.
Fuerte abrazo.

Ignatius dijo...

Hola Caminante:
He contactado con mi amigo Mikel y me dice que Julio estará este mes con grupos en el Pais Vasco, ¡ que pena!. De cualquier manera te envío un reportaje que hicieron a Julio en el programa el escarabajo verde. Te gustará.
¡Buen camino!
http://www.rtve.es/m/alacarta/videos/el-escarabajo-verde/escarabajo-verde-viento-contra/1007290/?media=tve

Alberto de la Madrid dijo...

Gracias, Ignacio
Deje ayer L'Ametlla de Mar. Y estoy en el delta. Tu video lo dejo para casa, mi tarifa de datos es resucida. Estoy recorriendo una costa muy interesante y con cielo.nublado. Esta tarde cayó una goementa

Alberto de la Madrid dijo...

Recordaré tus versos cuando llegue por Almuñecar, acaso este invierno.