Poseerse a sí mismo




Almuñecar, 3 de noviembre 

Vivir es poseerse a si mismo.
(Karl Jasper) 

Esta mañana estaba saturado de asfalto, pero sobre todo era el intenso tráfico el que hacía flaquear mi voluntad ante la posibilidad de continuar mi periplo en estas condiciones. Después de Almería la última vez que me salí de la carretera para hacer mi camino por la costa a cambio de dar una gran vuelta llegué a un punto, un pequeño río que discurría por una rambla que había sido parapetado con dos grandes muros de hormigón infranqueables a ambos lados. Me tocó dar un rodeo de muchos kilómetros. Ahora miro el mapa con lupa por causa de estos diques que me cortan el paso por la costa en los escasísimos lugares en que es posible caminar junto al mar. En estos momentos entiendo perfectamente que no encontrara ningún track para seguir la costa después del Cabo de Gata. Las posibilidades de evitar el asfalto son tan pocas que acaso no merezca la pena como itinerario pedestre la entera zona entre Cabo de Gata y Tarifa. A los que quieran dar la vuelta a España pisando sus tierras y sus campos habría que invitarles a que lo hicieran por otros parajes donde no haya llegado todavía la profusión del asfalto. Desconozco lo que me queda por delante pero no creo que sea mejor que esto. Pongamos una vela a la virgen para que no me falte el ánimo para continuar en este empeño de terminar esta vuelta a España a pie que me vino sugerida por la compañía meses ha de mi amigo Ramón, el caballero andante, y su compañía, Vermell su caballo y Dop, su paciente pastor alemán. Ellos cruzaron la península de norte a sur por el GR–7, pero ese era un itinerario hermoso que yo ya había hecho años atrás. Además, qué coño, tenía ganas de pasar una larga temporada junto al mar, lo cual se está cumpliendo con creces y con muy buenas vivencias, solamente pensar en ese constante tuteo con el mar, la reiterada música de sus olas durante noche y día, la magnificencia de los amaneceres, y ahora también sus crepúsculos, ya me ha compensado ampliamente mi decisión de seguir el camino de la costa.




De todas maneras ahora, después de un largo encuentro con el amigo Luis Basanta, afincado en estas tierras desde hace muchos años, con mi cuerpo descansado y rescatado del medio día de asfalto, me siento de nuevo en condiciones de continuar, mañana, además, con un largo recorrido por bonitas playas por las que transitaré en las primeras horas del amanecer.



Luis y yo nos conocemos de los gloriosos días de mis primeros pasos por la montaña, cuando, sí, la montaña era algo tan fuerte, tan apasionante como un gran amor. Cuando nada más llegar al trabajo el lunes después de haber trasnochado proveniente de nuestras aventuras montanas, era empezar a anhelar y hacer proyectos para las aventuras del siguiente fin de semana. Y así semana tras semana mientras se acercaba las primavera, llegada la cual era soñar y hacer proyectos para escalar desconocidas y atrevidas paredes del Pirineo o los Alpes durante la vacaciones de verano. La pasión de vivir, cielos, esa enseñanza que tan pronto la montaña comunicó a nuestras mentes y voluntades, tan jóvenes, tan apasionadas que inundaba nuestros miembros, nuestras células todas del cuerpo con la decidida voluntad de poner a prueba todas nuestra capacidades más nobles en el hermoso ejercicio de la conquista de algo inútil pero terriblemente apasionante. Lo hablábamos hoy Luis y yo, cómo la montaña, sus riesgos y la superación de los mismos templó nuestro carácter, nos hizo poseedores de un misterioso saber que nos hacía sentirnos por encima del resto de los mortales cada vez que terminado un fin de semana, una salida a Alpes o Pirineos regresábamos a casa con la íntima satisfacción de habernos superado a nosotros mismos en ese contacto extremadamente amoroso con el vacío, el granito, el frío, el hielo, el miedo, contacto íntimo de nosotros con nosotros mismos en parecida manera a como se unen los cuerpos de dos amantes.  

De entonces recuperamos algunos nombres, una pocas circunstancias, primero en un restaurante, después sentados en la playa de Velilla, en Almuñecar. Frente a un crepúsculo que vestía de malva y delicados colores cálidos el mar y el horizonte charlamos hasta que la ceniza de la noche empezó a esparcirse por los alrededores. Nos despedimos. Él tomó el camino de su casa y yo trepé por las rocas del peñón donde se yergue la Torre del Conde de Guadiana a la búsqueda de un lugar discreto donde dormir.




Hoy resaltar de mis lecturas de la mañana esa cita que encabeza este texto y que escuché en el capítulo que dedicaba Laín Entralgo a Karl Jasper. Quizás no convenga explicar nada y sea mejor dejarlo como uno de tantos koans del budismo zen como objeto de meditación. Colocarse en posición loto y en lugar de musitar el consabido Om, tener en la mente con lo ojos cerrados esa idea: vivir es poseerse a sí mismo.



En Almuñecar vive también un amigo virtual con quien tuve interesantes intercambios sobre temas varios hace tiempo, José María Abarca. Nuestra agendas no coincidieron, otra vez será. Recuerdo un hecho anecdótico con José María, una ocasión en que yo le había citado en uno de mis blogs y donde por demás hablaba de Julio Villar, y que los lectores de esta web conocerán por mis reiteradas referencias a él. Me contestó a vuelta de correo diciéndome que precisamente esa misma mañana se había despertado pensando en Julio Villar, alguien que yo consideraba conocido sólo por una pocas personas del ámbito de la montaña. Si él se había despertado pensando en Julio Villar yo me había dormido pensando en la misma persona, una casualidad para mí que superaba con mucho la posibilidad de conseguir el gordo de la lotería de navidad.







4 comentarios:

Ignatius dijo...

¡,Un fuerte abrazo para estos dos buenos amigos!! , y... ¡seguimos caminando!

slechuga dijo...

Otro fuerte abrazo, para Basanta, si todavía se acuerda de mi.
Tengo recuerdos de algún que otro viaje, de los que no consigo acordarme.
Si te acuerdas Basanta dímelo.
Hablando de Almuñecar, tengo que ir a subir al Pico del Cielo que un amigo que tiene casa allí, me lo ha propuesto, por ser muy interesante esta subida.

luisBas dijo...

Santiago: mi recuerdo me trae una aventura con tu compañero Pepe y nuestro comun amigo Jose luis Moreno en las crestas creo, Salenques - Tempestades que acaban en el Aneto, ¿recuerdas?
Fuerte abrazo y os hago participes del bonito dia que pasamos ayer este Penitente y yo aqui en las playas de mi pueblo. Ahora lo quieren entrevistar en la emisora de radio y estoy a ver como le llamo pues no se su movil.

Alberto de la Madrid dijo...

Encantado de que esta página nos sirva de encuentro.