Cima
de Cabezo de
Esperaba
más frío. Los chorreones de hielo que ocupaban el ancho del camino nada más
salir de
Hoy
lo que buscaba era un alto desde donde contemplar las cumbres del Circo en
perspectiva. El amanecer, las luces del atardecer, esas cosas que tan simpáticas
le caen a uno… imaginé ese lugar ideal, la guinda dorada del primer sol sobre
el Almanzor y
Elegí
el Cabezo de
Por
preferir prefiero dormir al sereno, que es como estar en íntima conversación
con el firmamento y estos amigos de piedra y nieve hechos en esta época del
rigor del frío, pero también es agradable encontrar en una cumbre este bienestar
sin la molestia del viento que no te deja dormir. Dudé en poner la tienda pero
viendo cabalgar sobre los Campanarios y el puerto de Candeleda una purrela de
feas nubes, me decidí a ponerla. Cuando me metí en la tienda éstas ya se habían
enredado en el Cuchillar de las Navajas y el Almanzor y amenazaban con tomar al
asalto
Voy a
ver si escribo unas pocas líneas más y me voy con Luis Landero, que días atrás
había abandonado en un tramo de la novela que me aburría, pero que anoche volví
a rescatar con nuevo ímpetu. ¿Quién duda de que una buena novela puede ser una
rara encrucijada en la que en cierto punto no saber qué hacer? La margarita:
¿lo dejo o no lo dejo? ¿Lo dejo o no lo dejo? Siempre es así, si lo que leo no
me convence no dudo en abandolarlo a las pocas páginas. Hace una semana salió
que lo dejaba porque Faroni-Gregorio, el protagonista, se había metido, eso
creía, en un callejón sin salida y me dio por bostezar, pero días después volví
a tomar el libro, lo olí como los perros, consideré su consistencia, eché una
miradita más allá de ese treinta por ciento que llevaba leído y, tras ello, mi
interés renació de las cenizas. Faroni, el nombre artístico de Gregorio, se
puso en pie de nuevo y comenzó a caminar al son de mi gusto.
Hoy
está bastante sosita la cosa así que no sé si esto verá la luz. Si ningún
enanito viene en mi ayuda me temo que lo dejaré sin más y su contenido irá
directamente a la papelera. No sé puede escribir sin ayuda de elfos y enanos.
Los escritores, los famosos y los que no lo son, se creen que son ellos los que
escriben, pero en general esto es mentira, quien realmente escribe la mayoría
de las veces son seres etéreos que andan por ahí como las mariposas posándose
en el pensamiento de unos y otros. Son ellos los que ponen en las yemas de los
dedos de los escritores unas pocas palabras que después actúan de
desencadenantes, se meten por los circuitos neurales de los autores y allí a
veces arman la de Dios enredando entre los pensamientos, las intuiciones, los
recuerdos, las sensaciones, el subconsciente; andan tocando aquí y allá como
quien estuviera pinchando discos en una discoteca, y como resultado el
aspirante a escritor sufre un algo en su interior que hace que las palabras se
le desboquen por aquí y por allá, a veces de una manera tan caótica que después
cuesta Dios y ayuda poner orden en lo escrito y darle un aspecto de cierta
coherencia, porque en realidad el que escribe a lo que está es a lo que le pasa
por el coco, es decir, a lo que los enanitos le han suministrado, que no
siempre tiene que ver con el hilo de lo que está escribiendo.
¡Joder,
qué incomodidad la de hoy! Definitivamente voy a tener que hablar con la gente
de Plumas las Cruces para que me hagan un saco a la medida de mis necesidades,
que esto de escribir dentro del saco en invierno cada vez se me hace más
penoso. Primero porque con los brazos
encogidos mucho rato la posición se hace insoportable, y después que el
interior del saco se me viene encima, me tapa la pantalla, no me deja ver y
después sale lo que sale, que a veces cuando “lo traduzco” en casa no hay
manera de saber lo que quería decir. Esta gente hace unos sacos muy asequibles
al bolsillo y con los que podrías dormir en pleno invierno en pelotas (si no
fuera por la mañana tan complicado vestirse dentro); contento estoy en este
sentido con él, pero seguro que sería un buen plus si adaptaran los sacos a las
necesidades raras de los clientes, sacos para parejas muy enamoradas, sacos en
los que en caso necesario poder atender a las necesidades mayores y menores que
puedan surgir, en fin, la imaginación al taller, pero sobre todo un saco que
sea como estar en mi cabaña, que si me gusta dormir bajo las estrellas también
me gusta hacer otras cosas. No puedo pedirles que hagan sacos que vengan
equipados con un equipo de música o una pantalla para ver una película en las
largas noches de invierno, pero sí, un poquito más de espacio sí me vendría
bien. Claro, tengo que reconocer que soy un tipo raro y seguro que el negocio
no les iba a ir muy bien si se dedican a hacer sacos para gente que escriba,
que a lo mejor no pasan de uno o dos, pero bueno, por esta vez les voy a dejar
una notita a ver si se les ocurre algo y para el invierno que viene les compro
otro saco que me sirva también de escritorio además de mantenerme los pies
calentitos. Tengo que decirles que no se mosqueen que contento estoy, que llevo
dos inviernos vivaqueando en cumbres de Gredos y Guadarrama y de frío, nada.
Me he
asomado un momento por la escotilla de estribor a ver cómo anda el cielo. Pinta
mal, no sé ve ni pijo y por el Circo todo está como boca de lobo. Así que loa a
mi tienda y a mi sabia decisión de dejar las estrellas para otra noche.
Tras
el primer sueño la cosa se complicó, el viento sopló con fuerza y era difícil
conciliar el sueño. Una escandalera de mil demonios que me hizo buscar los
tapones de cera. Después de enchufarme los tapones en los oídos volví al sueño
como un niño de teta que se acurrucara en el regazo de su madre.
Tan
bien dormí que, cuando sonó el despertador, un poco antes del alba, me
sorprendió encontrarme la capa interior de la tienda con una película de hielo.
Abrí la escotilla y, ¡milagro!, los angelitos de la noche habían trabajado
durante horas para dejar todo cubierto de nieve. Apenas se veía a unos metros,
así, magnífico, a dormir se ha dicho. Cuando me volví a despertar las nubes
trotaban borrascosas y oscuras por
2 comentarios:
Te sorprendería, la cantidad de sacos raros que hemos hecho en estos casi 30 años ya, lo de parejas de enamorados... Superado, algún que otro bebé se ha gestado en uno de nuestros sacos.
Pero bueno si tú quieres un saco para poder escribir , dame un rato y te lo hago..😉
Miguel...el de plumas las cruces
Gracias, Miguel, estoy muy contento con el saco que me hicisteis. Mi manía de escribir en invierno en un vivac cuando hacen muchos grados bajo cero, lo sé, es incompatible con la escritura o jugar al ajedrez (las noches son tan largas...), pero se hace lo que se puede. He intentado algún invento para que el saco no se me eche encima pero ha sido un fracaso, así que a aguantar la incomodidad se ha dicho. O, quien sabe, lo mismo algún día hablamos... Ha sido un poco una broma. Ya sabes, el saco es una de las piezas de todo amante de las montañas totalmente imprescindible. Yo tengo una gran relación afectiva con él. Gracias
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