A la espera de las lluvias


Junto al lago Zervreilasee, 24 de agosto de 2023 

Hoy fue la hora del alba la de comenzar a caminar no fuera a ser que con el calor me diera un yuyo. Debería ser ésta la hora de empezar a caminar todos los días, pero no siendo habitual tales madrugones en los vagabundos, que estos suelen hacerlo al aire de su ánimo y sus ganas, mejor continúo como siempre, siempre que el calor no sea imperativo. Porque privarme de vaguear por la mañana en el saco sería contravenir lo que no se debe contravenir, que siempre son momentos muy agradables de saborear. Te despiertas, abres un ojo a ver si hay algo que justifique volverte a dormir, si lo hay, todo un regalo, a dormir de nuevo, y si no lo hay pues bueno, sólo un poquito más, ¿eh?, me digo, un poquito, dos, tres… Hoy no, que si paso un día más como el de ayer lo mismo me tengo que volver a casa. 


No empezó a darme el sol hasta muy arriba. Mientras tanto hizo frío y tuve que subir abrigado. La verdad es que estuve en un plisplás en el Tomulpass, quinientos metros de desnivel más arriba. En principio grandes praderías y sendero cómodo. Más abajo era un paisaje bucólico en cuyo fondo discurría en anchos meandros un río de color ferroso. Después el sendero se precipitaba por una larga ladera de abetos, un agradable paseo pese a la inclinación del terreno. Es curioso que en los tres últimos días tan sólo me haya cruzado con cinco personas en mi recorrido. 

En Vals cuando me dirigía al restaurante, en un prado me llamó la atención una mujer joven totalmente entregada a hacer concienzudos ejercicios gimnásticos mientras su bebé se entretenía a unos metros de ella con algún juguete. Me ha llamado muchas veces la atención la gente que dedica grandes cantidades de tiempo al cuerpo. No precisamente los que se entrenan con algún propósito deportivo específico. El culto al cuerpo parece tener en nuestra sociedad una importancia creciente. No hablo precisamente de ese otro culto al cuerpo que el género femenino ejerce desde siempre con la finalidad de realzar la belleza, estar guapa ante los demás. El cuerpo como objeto de atención prioritaria parece que estuviera a la cabeza de muchas preocupaciones. Motivos de salud, sentirse a gusto dentro del cuerpo, me parecen excelentes objetivos. Sin embargo no tengo del todo claro si no hay algo más, una intriga para mí, en este desbordante empeño que ha venido en llamarse fitness. Acaso un producto más de consumo, una moda. No estoy seguro. De todos modos descubrir que uno puede vivir mucho mejor con un cuerpo entrenado es un buen hallazgo. 


Se han acabado los días de sol y entramos en un nuevo periodo de lluvias y tormentas. No es lo que más me conviene precisamente ahora que tengo por delante algunos días inciertos en que la ruta transcurre por lugares solitarios desabastecidos, un refugio a un día y medio o dos. Del resto no sé nada. En el caso de esta ruta que he elegido, que no es conocida, y que cruza los Alpes Suizos de sureste a noroeste, no dispongo nada más que de un track, una línea roja que atraviesa montañas y valles sin más información que lo que recoge la app. Para los coleccionistas de datos ahí van algunos. La totalidad del recorrido supone 21527 metros de ascenso y 21371 metros de descenso, con un total de unos 370 kms. Cantidades que vistas así, claro, parecen una enormidad. Esto referido a este recorrido suizo, que si añado todo lo recorrido desde el 23 de junio que salí de casa, lo mismo cuando en septiembre ponga el pie en El Chorrillo habré acumulado en subidas la friolera de cincuenta o sesenta kilómetros. Si del campamento base del Everest a la cumbre hubiera, no lo sé, pongamos 4000 metros, la altura acumulada durante todo el verano en mi vagabundeo sería como quince ascensiones al Everest, eso o cien ascensiones a Peñalara desde el puerto de Cotos. Jajaja… sí, me dio por los números. Lo mismo si cuento todo lo que he caminado desde que comencé con esto del monte, igual llego a la Luna . 

Bueno, hoy se ve que no estoy nada inspirado. Lo más interesante para los días próximos, eso que tantas veces comentamos, la incertidumbre. No encontraré una aldea o similar, parece, en tres días. Espero que no me falte comida. Tampoco sé el tiempo que me espera, de momento de nuevo tengo la lluvia encima. 

 














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