Vivac por equivocación en pic de Sotllo (3073 m)




Pic de Sotllo, 16 de julio de 2024

En la Pica D’Estats no hay sitio para dormir aunque si no hace viento imagino que algún rincón encontraría (al día siguiente comprobaría que sí había un buen corralillo). Luego está un goloso vivac en la cumbre del Montcalm, según la idea que me había formado yo, a la derecha la Pica y a la izquierda el Montcalm. Goloso porque he leído que es el vivac mejor y más protegido de todo el Pirineo. Los 1900 metros de desnivel desde el aparcamiento donde he dejado la furgoneta se me han hecho largos y, aunque no he parado en ningún momento, he calculado mal y llegando al port de Sotllo ya la cumbre de la Pica está recibiendo los últimos rayos del sol. Como hace viento en el collado decido hace noche en el Montcalm, así que tiro para la izquierda. Una sospechosa arista se yergue inesperadamente a mi izquierda. Esto no es el camino de rosas que me había dicho un amigo, pero el tiempo apremia y la noche amenaza. Cruzo un nevero bastante inclinado con huellas de hace días. Sospecha al canto. Se trata de una ladera muy empinada con piedras sueltas. A veces me encuentro con una señal verde que me lleva por una escapada ladera que tengo que subir usando las manos todo el rato. Me detengo, hago alguna foto del mar de nubes que se extiende más abajo, otra de la Pica donde ya ha desaparecido el sol y ahora está coronada de nubes. Decido grabar un Track para el caso de que tenga dificultades en el descenso o que mañana la niebla cubra la ladera. A veces encuentro un rastro de sendero. Termino alcanzando la arista cimera. Yo había imaginado un llano para el mejor vivac del Pirineo, pero no. De todos modos después de sacar algunas fotografías, el sol se ha ocultado hace un rato, recorro de un lado para otro la arista buscando ese maravilloso vivac. Nada. En la cumbre otra anomalía más, el cartelito dice Pic de Sotllo, así que lo que imagino es que a los catalanes les ha dado por cambiar de nombre esta cima. No, todavía no me he caído ni del guindo ni del burro. No caeré en la cuenta hasta que metido en el saco saque el teléfono para estudiar el mapa. Mi idea del terreno y la situación de las montañas estaba tan fuertemente arraigada en mi cabeza que no fui capaz de admitir hasta ese instante que me había equivocado de montaña. Cuando observé detenidamente el mapa mi idea y lo que era la realidad no tenían en absoluto nada que ver. De hecho había mirado muy superficialmente el itinerario. Me confié tan plenamente al gps que no observé que después del port de Sotllo el itinerario daba una gran vuelta a la derecha que salvaba los abruptos contrafuertes de la Pica. El vivac maravilloso y el Montcalm quedaban al otro lado de la Pica. Si alguno en alguna ocasión camina conmigo por el monte, jamás os fieis de mí. Tengo unos hábitos tan de ir pensando en las musarañas que el asunto de la orientación sigue siendo un hueso de roer para mí. Mucho darle a la cuerda a esta idea o a la otra, o contar de las flores o los pajaritos que me encuentro pero luego me pierdo a la primera de cambio.

Tras buscar infructuosamente el dichoso corralillo, terminé por instalarme lo mejor que pude en medio de la cresta cimera. Mientras cenaba, ya entrada la noche, el espectáculo parecía el de la noche de Walpurgis. Sólo faltaba una bruja subida en una escoba. Había una media luna sobre el cielo y de repente empezaron a subir nubes por las laderas de las montaña y cuando llegaban a la altura de la arista cimera empezaban a hacer cabriolas jugando con la luna al escondite inglés. Guedejas que subían y bajaban y que tanto ocultaban la luna como la dejaban aparecer por un agujero. La consecuencia de tanto juego es que el saco de dormir ya está totalmente empapado.

Consulté el tiempo y había probabilidades de lluvia mañana a partir del medio día. Últimamente el pronóstico del tiempo se ha convertido en una verdad que más vale que no falle, porque mal me las veo destrepando esta montaña en medio de la lluvia o la niebla. Sí, estas cosas me ponen algo nervioso. Soy un cagueta. Todavía recuerdo el día que pude dar un abrazo en la Sociedad Geográfica a Silvia Vidal, una mujer menuda que no levanta dos palmos del suelo y que si no supieras de sus aventuras solitarias más que extraordinarias, y de su escalar en remotas partes del mundo sin artilugios de orientación o comunicación, la confundiría con cualquier mujer dedicada a tareas domesticas o a desempeñar el trabajo de cajera en cualquier supermercado. Cuando me encontré con ella, aparte de bromear diciéndola que estaba enamorado de ella, me sentía tan poquita cosa, ten poquita cosa… un cagueta vamos.

Y es verdad, que sucede que lleno páginas y páginas con mis pequeñas historias y luego me pone nervioso estar en una cima de tres mil metros, y todo porque el tiempo etcétera etcétera. En fin, uno ha nacido así. En otra vida lo mismo me pido ser Silvia Vidal; o también Julio Villar, al que también tuve la oportunidad de abrazar en una cita similar. En fin, un lío, porque la verdad a mi lo que me gusta es ser yo mismo, aunque sea con mis miedos y mis incertidumbres.

Y qué leches, que tiene también su gracia esta niebla y esta soledad y esta incertidumbre. Si no quiero niebla, soledad o incertidumbre podría quedarme en casa haciendo labor de ganchillo o viéndome todos los partidos de fútbol que ponen en la tele, pero no, deja, deja… mejor esto aunque mi isquio, mi espalda o mi cansancio anden cantándome la marimorena. Que en definitiva también esa emoción que siento por dentro en medio de este mundo salvaje de rocas y nieblas y luna y viento…pues qué quieres que te diga, que merece la pena.

Y se acabó, que ya está bien y que con tanto escribir me estoy perdiendo las sensaciones del lugar y la hora. Buenas noches.


















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