Nostalgia




Els Vilars, 1 de septiembre 

El fortísimo viento que sopló durante toda le noche no me dejaba dormir. La noche estaba despejada y me había había instalado en el primer llano que encontré una vez hube dejado atrás las luces de La Junquera. Una gran encina con la ramas inferiores muertas enmarcaba el Triángulo del Verano. Era la primera vez en mucho tiempo que veía así la estrellas, mi tienda debería ser toda transparente para poder seguir este viejo rito de contemplar las estrellas durante un rato antes de dormirme. La eminencia donde estaba, que era buena para recrearse en el cielo, no lo era tan buena para protegerse del viento que empezó a soplar poco después. Dormí a ratos, la ventolera, a ráfagas, me desvelaba. 



A la mañana siguiente el viento persistió. En ocasiones me hacía perder el equilibrio, en otras debía caminar totalmente inclinado como quien intenta embestir al viento para contrarrestar su fuerza. En lo alto se produjo una aparición, la chica que se acercaba con vestimenta de corredora con un dorsal prendido sobre el pecho y con la que empecé a bromear a causa del viento pareció emitir un suspiro al verme, como diciendo, menos mal, estoy salvada. Sí, como dijo ella, se había encontrado con su salvador. Estaba participando en un trail y de golpe en mitad del bosque se había perdido. Ni teléfono, ni gps, ni agua, solo llevaba encima la camiseta y las malla de correr, no tenia ni idea de en qué parte del mundo estaba. Me ha gustado mucho encontrarte, se despidió, después de que le explicará minuciosamente el camino que la dejaría en La Junquera. Dos horas después volví a encontrarme con tres corredores, quizás también estuvieran perdidos, saludaron con un somero Bon día. Por lo demás ni rastro de ninguna prueba  deportiva en donde debían de participar algún centenar de corredores.




Un largo recorrido por una pista, siempre aburridas por monótonas, y el resto una pequeña senda que, oculta en el interior del bosque, atravesó lo largo de la sierra durante muchas horas cruzando riachuelos, pequeños rincones encantados, brezales, alcornocales, encinares, umbríos y silenciosos bosques que hacían pensar que aquello no había cambiado desde el principio de la creación. 




Una jornada excesivamente larga. Por la mañana en algún momento divisé el mar, la enorme concha del golfo de Rosas aparecía en la lejanía confundida con lo brumoso de la distancia. Paisaje conocido que había recorrido hacía apenas dos meses, mientras me acercaba al cabo de Creus por el Cami Geroni, el Camino de Santiago que alcanza Montserrat desde el norte de Cataluña.




El Pirineo realmente se ha acabado hoy, una pequeñas lomas y algunos bosques de encinas me separan del mar. Mañana intentaré llegar a Llança donde daré por terminado este vagabundeo por el Pirineo. 



Mis lecturas hoy fueron Lao Tse y Sábato. La estructura de Abaddón el exterminador permite introducir en la novela todo lo que pase por la cabeza del autor, no necesita éste de ningún subterfugio especial para armonizar o dar continuidad al relato, el relato son las obsesiones del autor, sus preocupaciones, lo que necesita decir a toda costa porque una gran presión interior se lo esta pidiendo, eso más un débil hilo narrativo que sólo aparece de tanto en tanto como para recordarnos que lo que estamos leyendo es una novela. Esa es la impresión que tengo, impresión muy buena por otra parte que subraya mi admiración por Sábato, alguien que, cuando leía ayer el relato de los últimos días del comandante Che Guevara, tan duro y emotivo, tenií la impresión de que vivió una cierta frustración por no haber podido aportar más a la causa general contra el Maligno, como nombra él a toda esa recua de indeseables, abominables que pueblan la historia convirtiendo la tierra en un lugar despiadado e inhabitable. Es obvia la admiración de Sábato por el Che, tanto que hoy me preguntaba si una de las frustraciones de Sábato no sería el no haber llegado a la plenitud de entrega a la que llegó el Che. Algo que se confirma cuando en alguna otra parte de la novela hace la distinción entre rebeldes y revolucionarios, asignando a aquellos un estatus que viene a parecerse bastante a la de los que poco o nada contribuyen a cambiar el estado general de injusticia. 



A última hora, el viento, grandes ráfagas que barren el encinar donde paso el final del día, me obliga a poner la tienda. No he terminado y ya mismo empiezo a tener nostalgia de este tipo de vida. Quizás tener nostalgia de algo sea la prueba evidente de que aquello que hacemos sintoniza bien con nuestra llamada interior. Siendo tan difícil en ocasiones saber lo que en el fondo deseamos, desea nuestro ser más íntimo, ya es un dato. Dado que estar en armonía con uno mismo parece ser uno de los objetivos esenciales de la existencia, no está nada mal que alguno de esos indicios puedan llegar a nosotros, aunque sea a través de la nostalgia. 

Si mi nostalgia no para de recordarme hechos de la vida pasada, es obvio que aquellos hechos del pasado tuvieron una especial relevancia para nosotros. Seguir los rastros de la nostalgia puede ser un modo de autoconocimiento, una manera de saber con cierto grado de certeza cuales son las motivaciones que animan nuestro espíritu con más tesón e insistencia. 



4 comentarios:

LuisBas. dijo...

Bueno, retomamos el comentario : Lo de la lluvia, borrado, me alegro del calorcillo, es mejor para la salud el buen tiempo, la lluvia da mucha morriña, se nota hasta en el hablar de algunas gentes de climas lluviosos.
El camino se va ultimando y la tendencia debia de ser de contento por el trabajo bien hecho, aunque hacerlo sea suficiente satisfaccion.
Olvida la morriña o voy a tener que escribirte chistes para que te rias un poco y te advierto de antemano que seran malos.
Pos nada fuerte abrazo y buen camino.

Ignatius dijo...

Aqui te envío mi regalo.
Esta canción de jaume arnella, la fada ampurdanesa, cerró nuestro periplo por Cataluña del año 2012.. Hay una gran carga nostálgica en el poema; la música acompaña los últimos pasos del caminante antes de llegar al mar...es un momento cargado de magia porque al mar no llegamos nunca solos y tu has llegado con muchos amigos...
Un abrazo

Que bonica n'és la mar,
que bonica en nit serena!
de tant mirar lo cel blau
los ulls li blavegen.
Hi davallen cada nit
amb la lluna les estrelles,
i en son pit, que bat d'amor,
gronxades se bressen.
Tot escoltant l'infinit
sa dolça música ha apresa,
n'apar lo mirall del cel,
lo cel de la terra.
Ahir vespre la vegí
com dormia en la maresma,
com dormia cabdellant
escuma i arena.
Los coralers de Begur
coralen dins llur barqueta.
– Coralers, si m'hi voleu
fareu bona pesca.
Si voleu saber qui só,
só una fada empordanesa,
les fades del Pirineu
me diuen Sirena–.
Quan ells se tiren al fons
jo en sortia amb les mans plenes,
ells trauen rams de coral,
jo aquest ram de perles.





Te envío la canción en otro mail para que la escuches...

LuisBas. dijo...

Ignacio, por favor, traduce la cancion , pues me gustaria conocer su sentido, Muchas gracias y un fuerte abrazo para todos y las familias

Alberto de la Madrid dijo...

En los altavoces de mi cabaña suena ahora esta música entrañable. Gracias a los dos. Acaso no necesite traducción, la calidez de la voz y el entrevisto significado le dan su toque de nostalgia.