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Hace dos días anduve indagando un camino que venía en el mapa de Alpina a partir de Charca Verde en dirección NE, pero fue inútil, ni GPS ni na; tocó guerrear con las jaras y con los pedruscos como en los mejores tiempos hasta alcanzar el PR-M1 al sur de Tres Cestitos. El atardecer se puso muy bonito, pero se me hizo de noche un poco más allá del Collado de Matasanos; esta vez una empinada ladera de brezos y grandes bloques medio cubiertos de nieve, ya en plena oscuridad me dejaría en la pista que da la vuelta a la Hoya de San Blas. Estaba preciosa la noche, aunque bajé con unos cuantos rasguños producto del descenso a oscuras entre la maleza.Menos mal que mi compañera matinal, Dorothée, una estudiante belga de piano con la que hice una parte del camino hablando de Debussy y Salie, no se decidió a acompañarme en tan azaroso itinerario.
Para no faltar a la costumbre, unos versos, esta vez de Rilke:
Siente nostalgia el mineral. Y anhela
huir de las monedas y las ruedas
que le enseñan una pequeña vida.
Y de las fábricas y cajas
retornara a las venas
de los montes abiertos,
que se cierran tras él.
El libro de horas
.
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