Quitado del 31 de marzo. Poner en el libro


Me temo que el desayuno de aquella gente tan amable era una estafa soterrada. Cuando había preguntado el precio a la dueña me había dicho que eran cinco euros. Y al preguntar en qué consistía había incluido en él café, leche, tostadas, queso y quizás algo más por el modo en cómo lo dijo. Lo que allí había por desayuno era una magdalena para cada comensal, y una jarra de café por hacer. Nada de leche a la vista, nada de tostadas, nada de nada: cinco euros; me recordó cierto bocadillo que me dieron en el Camino Francés por seis euros y que consistía en un trozo de pan y media loncha de jamón transparente como un vidrio. La verdad es que hay gente que se gana la vida así, gente que le echa cara a la cosa pensando que el personal es gilipollas. Abandoné el albergue con el estómago vacío. Desayunaría en un bar de la playa de la Concha.

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