Perdona a tu pueblo señor



Nohales - Torralba, 3 de abril

Una de las cosas más jodidas de caminar de noche son los perros. Imaginad el escenario, plena oscuridad, un silencio absoluto sólo roto por los pasos del caminante, la quietud del campo y de repente, sin saber de donde vienen, los ladridos de una jauría rabiosa. De día puedes hacerte una idea, calibrar el peligro o, como el otro día que me salió medio loco un mastín al paso, descargar rápidamente el macuto para sacar los bastones y aprestarte a descargártelos sobre la cabeza si osa acercar sus dientes a tu precioso cuerpo; sin embargo de noche te encuentras indefenso, nunca puedes saber con seguridad si los perros estarán sueltos o no, solo verás ojos brillantes en la oscuridad. Cuando me encuentro en una de estas situaciones siempre mi cuerpo destila cierto chorro de adrenalina. Esta madrugada noche era una jauría como de enajenadas bestias. No había rodeo que valiera. El camino tenía alambradas a ambos lados. Recordé a cinco mastines que me salieron al paso una vez en una zona montañosa de Galicia, los cinco corriendo hacia mí como dispuestos a devorarme y yo con los bastones dando vueltas alrededor de mí y lanzándolos al aire intentando intimidarles mientras ladraban y me babeaban casi encima. Un minuto debió de durar aquel momento de tensión hasta que oí a lo lejos la voz del pastor que llamaba a los perros. El alivio que se siente cuando estás en medio de esa escandalera y compruebas que al fin los perros están seguros tras una valla es grande, lo aseguro.


Cuando empezaba a amanecer y atravesaba una pequeña aldea me sorprendió el alboroto de los pájaros en las ramas de los chopos. No los había oído antes y pensé que en realidad los pájaros también debían de ser animales deseosos de compañía, en esta parte del país habían huido del campo para habitar los tejados, los setos o los árboles cercanos a las casas de los aldeanos. Pasando por la aldea me sorprendió un olor viejo de estufa de carbón, el de los pueblos de la cuenca minera de Asturias, en uno de los cuales había vivido durante dos años ejerciendo el oficio de maestro. Profundo olor que preludiaba los largos meses de lluvia en que Victoria y yo nos refugiábamos al calor de la cocina de carbón durante un largo invierno en la cuenca del río Narcea.


La lectura de Adorno me viene grande, me cuesta seguirle. Adorno habla brevemente del placer idiota que habita en la mente de los amasadores de dólares, de aquellos que confunden el verdadero placer con el consumo estúpido a que invita nuestra tecnología cada vez más "avanzada".

La mañana es apacible aunque muy fría. Mucho tiempo después de salir el sol todavía conservo puestos mis guantes y gorro de lana. A las diez ya puedo deshacerme de parte de mi ropa, me despanzurro al sol, desayuno. Después atravesaría la sierra de Bascuñana siguiendo los incidentes de La rebelión de Atlas. Montes de olorosos pinos, de romero, de vueltas y revueltas que tras atravesar un collado me dejarían en un amplio valle que me llevaría hasta Torralba.

En Torralba con lo primero que me encuentro es con el enorme olmo de la plaza. Un par de vecinos me llevan directamente a la tasca en donde está el alcalde. Tras una breve charla me doy la vuelta y me encuentro con Isabel, la entusiasta peregrina de Barcelona que me ha precedido hoy en el camino, una enamorada del Camino, sí, con mayúscula, porque como Dios para muchos camino solamente hay uno. Isabel se está comiendo una enorme ensalada que compartimos mientras mi entrecot va cogiendo el punto. La esperada charla de los caminantes que se encuentran en las encrucijadas de los senderos o en las posadas donde van a parar sus huesos después de una fatigosa caminata. Isabel ha conseguido ya alojo y la reclaman para llevarla a la casa. Antes nos hacemos la foto de rigor. Quedamos en vernos más tarde; si no ya nos encontraremos en el camino. 


Al poco de terminar de comer viene el alguacil a buscarme. El centro social ocupa una de las esquinas del piso bajo del ayuntamiento. Un espacio algo destartalado y frío con dos enormes mesas que preveo desde el primer momento que me servirán de cama. No hay colchón ni aislante, así que me toca dormir sobre la pura madera. Hoy no caigo en la tentación de sucumbir a la siesta. Hay una buena luz para mi cámara y decido darme una vuelta. El alguacil intenta convencerme de que el esqueleto del viejo olmo de la plaza, olma, según testifica una placa, debería ser talado. Horror, le digo, ¿no te das cuenta de que ese árbol, muerto, sí desde hace seis años, además de ser bello es un monumento a la vida? Pero él es un hombre "práctico" y no entiende que ese tronco, como el torso de uno de los magníficos esclavos de Miguel Angel, es la representación de una voluntad por vivir que sobrepasa con mucho la mediocridad de nuestra cortedad de miras. Una placa en la fachada del ayuntamiento indica la fecha en que el olmo fue plantado, el cinco de enero de 1787. ¿Os imagináis un ser vivo de pie sobre la tierra desde los tiempos de la Revolución Francesa? 



La iglesia está solitaria. Una virgen dolorosa y un cristo con la cruz a cuestas esperan en los laterales el momento de la procesión. En uno de los rincones se erige un moblaje prehistórico que no sé si todavía está en uso, se trata de un pequeño confesionario. Me pregunto si ese obsoleto sacramento seguirá todavía vigente en la iglesia de Torralba, un tiempo en que los psicoanalistas modernos sustituyeron el confesionario por el diván de sus gabinetes de analistas. Junto al confesionario las antiguas velitas votivas destinadas a pedir a vírgenes y santos algún especial favor han sido sustituidas por un dispositivo eléctrico automático que acciona una luz de bajo voltaje en función de las monedas que eches por una ranura dispuesta al efecto. La curia romana aunque con un poco de retraso se abre paso en la modernidad tecnológica de nuestro tiempo. Jeje. Junto a la puerta de entrada un respetable buzón está presidido por un letrero que dice: "Limosna penitencial" Hay tantas cosas infantiles en la Iglesia que dan risa por su ingenuidad y que a no ser por el expolio que a las arcas del estado supone la contribución a la Iglesia, la institución más retrógrada de las que conozco, uno estaría dispuesto a meterla en el mismo saco que los farsantes más notorios de la historia. Últimamente se apropiaron por la cara de la titularidad de la mezquita de Córdoba... no hablo a lo loco. Está por ver el tiempo que va a durar el nuevo Papa Francisco si sigue indagando y queriendo alumbrar lo que hay dentro de la mafia de la Banca Vaticana. Es vergonzoso que una institución tal viva en connivencia con sucias cuentas de abultado dinero mientras predica lo que predica. Cuando uno oye al papa Francisco tiene la impresión de oír a un reo atado de pies y manos por escondidos e innombrables intereses. ¡La iglesia Católica es un insondable pozo de paradojas!


Hoy resuena por todos lados esa cantinela de la semana, "Perdona a tu pueblo Señor..." y que no debería ser el pueblo el que la entonase ni el que pudiera perdón sino esa inconfesable Iglesia Católica que siempre estuvo cerca de los ricos, la que acumula posesiones y grandes fortunas a lo largo de todo el planeta. 




2 comentarios:

Basanta dijo...

Pos con
La iglesia has topado Alberto cuidate de esos devotos de barriga llena que mandan a los demas penitencia .ya se ha pasado la semana esta y se rec ojeran hasta el año que viene .

Alberto de la Madrid dijo...

Saludos, Luis