Día 70. Bajo la cima del Cristallo

 


 46,56178407°N, 12,19046295°E, 26 de agosto de 2025 

Había dormido en el porche de la Malga Travenanzes, una novedad contemplar las estrellas cada vez que me despertaba para darme la vuelta. Miraba las estrellas y me preguntaba qué tal estaría la cordada que había descubierto al final de la tarde en el último tercio de la inmensa pared que tenía sobre mí. La había descubierto cuando se fue haciendo de noche. Apuraban el final del día escalando con los frontales. El valle es extremadamente solitario y me sorprendieron aquellos dos escaladores en medio de tanta soledad. 

Hacía realmente frío esta mañana, me temo que el tiempo está cambiando drásticamente. Enfundé por primera vez el plumífero; llevaba encima toda la ropa que tengo. Tardaría horas en bajar este valle, uno de los entornos más salvajes que conozco. Dos personas encontré en todo el recorrido. Contrastaban esos parajes bucólicos de praderías a los pies de los gigantes dolomíticos con este otro entorno de precipicios a veces ocupado el lecho del fondo todo con los blancos derrubios por donde corrían ya fuertes corrientes de agua y que más abajo daba lugar a cortados donde el sendero hacia equilibrios para encontrar paso. Fue lo más interesante de la jornada. Podía imaginarme caminando por algún lugar perdido de Alaska. Hay bellezas que no son fotografiables, son bellezas que siente el espíritu en el conjunto del entorno que atraviesas, que te dan un toque por dentro. 

Hoy me fue difícil despegarme del recuerdo de Antonio. El tema, la muerte ha llenado, y sigue llenando, muchas horas de mi pensamiento. Aquí la razón, la evidencia, llevan las de ganar. Es lo que es, se acabó. Vivía y minutos después ya no existía. Sin embargo a nuestros pensamientos les cuesta encajar esa realidad. Las relaciones que tenemos con las personas, las expectativas, ese decir de Antonio de “parece que estoy en buen camino”, la facticidad, tal como percibimos a las personas, las citas que teníamos con ellas, lo que hemos compartido, todo ello forma una materialidad que aunque al no existir la persona nos parece extraño, raro, poco creíble. Que su ser, sus gestos, sus chascarrillos, ese abrazo con el que nos despedimos, haya quedado todo en ceniza tiene algo de estremecedor, de mágico, sí, de cosa poco creíble. ¿Cómo es posible que no pueda ser si habíamos quedado en septiembre para comer juntos, si teníamos previsto un paseo por La Barranca? Esas cosas. 

Paseando mi soledad por ese valle tan ajeno al mundo y al turismo pensé en algún momento que este largo tiempo que estoy dedicando este año a caminar por montañas, bosques y valles es el mejor regalo que me haya hecho en mucho tiempo. Tantas dudas este año sobre la posibilidad de esta travesía de mar a mar, los años, los problemas con las infecciones de orina, la próstata y hoy se cumplen ya 70 días desde que abandoné la orilla del mar en Mentón. Sí, creo que es un regalo para la vida poder hacer estas cosas, poder seguir haciéndolas pese a la edad y los pequeños inconvenientes de salud que se puedan presentar. Días atrás me dio un amago de lumbalgia y anduve todo el día como quien va pisando huevos, poniendo un cuidado infinito en cada paso. Hace un par de años fue una lumbalgia la que me obligó a tomar un avión de vuelta a casa por unos días. Vuelvo a citar aquí por enésima vez aquello que leí en algún lugar hace tiempo: escalo para mi alma, en mi caso, camino para mi alma. 


Después de dejar atrás el valle Travenanzes ya fue otro mundo, senderos, pequeñas pistas y muchos ciclistas. Comí en el refugio Ospital, que de refugio a pie de carretera no tenía absolutamente nada. Aquello parecía el restaurante de un hotel de cinco estrellas. No creo que ese establecimiento haya recibido la visita en mucho tiempo de vagabundos como un servidor, y no porque sea yo, sino por la pinta que llevo usualmente, el tendedero con las mallas oreándose tras el macuto, la toalla del sudor colgando, el forro cruzado bajo la seta de la mochila, y luego yo mismo, ese desaliño de barba a su aire que me está saliendo, las piernas tostadas y arañadas, el chaleco tieso de sudor con el teléfono en el bolsillo de arriba, los bolsillos llenos de cosas varias, la mirada estrávica, en fin la pinta de un vagabundo que ha andado muchos caminos. 

No es que me apeteciera salir pitando después de la comida, pero es que en algún momento esta mañana empecé a pensar que no podía prolongar mi travesía, yo qué sé, hasta octubre, que todavía me quedaba mucho camino; además se me había pasado por la cabeza llegar hasta Eslovenia y los Alpes Julianos para así rizar el rizo, así que con estos pensamientos en la cabeza me dije, venga, vamos a caminar un poco, lo mismo llegamos hasta las cercanías del lago Misurina, un entorno tan conocido que ya había empezado a pensar en saltármelo a la torera. En fin, muchos kilómetros más, cuatrocientos metros de desnivel añadidos para terminar en las cercanías del paso Tre Croce, ya en las proximidades del lago Misurina. 

Era pronto, así que en un altillo me tumbé al sol. Más abajo empezaba la civilización, el turismo, esas cosas. Tenía que decidir qué hacía con la continuación del recorrido. De Misurina para arriba, hasta Las Tres Cimas de Lavaredo, creo que no exageraría mucho :-) si dijera que lo podría hacer con los ojos cerrados. No me apetecía en absoluto volver a hacer aquel camino una vez más, así que en un momento de extrema lucidez decidí que mañana tomaría en el lago de Misurina el autobús que te deja a las puertas del refugio Auronzo, en las cara sur de Las Tres Cimas. Lo que significa que podría comer en el conocido refugio Locatelli, frente a la cara norte de la Santísima Trinidad. Me sentí contento cuando terminé de perfilar el asunto. El sendero que va al Locatelli por el oeste de Las Tres Cimas lo hicimos con nieve en un otoño avanzado Victoria y yo, un año que llegamos con el 4x4 hasta Kiev. Atravesar las Dolomitas aquel año fue un bonito broche final para un viaje que nos llevó cinco meses. A Victoria le gustará recordarlo. 

Y colorín colorado, que ha llegado la hora de la cena. 











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