Tormenta sobre Sant Elm


Peguera, 26/07/11

De madrugada, con la luz del alba adensándose a mi espalda, la calle huele a pan horneado. Los paseos están silenciosos, atravieso un país ordenado dispuesto a acoger dentro de unas horas a la masa multitudinaria de los turistas. Caminar por esta parte de Mallorca obliga necesariamente a no salirse del empedrado de los paseos, del hormigón que corre junto a la carretera componiendo un carril multiuso para peatones, corredores y ciclistas que no dejarán de aparecer pasada una hora. Un suelo excesivamente pesado para caminar largas horas; pero no habrá otro remedio.


Mi cuerpo deberá dejar varios días antes de moverse con soltura; más de un mes sin dar más que un corto paseo le va a obligar a fatigas y a un trabajo nada grato, ese cansancio desmesurado de mitad del verano, del suelo duro, del poco atractivo del camino mientras él y yo no nos aproximemos a las montañas. De hecho después de cinco horás tendré que tumbarme a la sombra agobiado por el cansancio y el calor, me dormiré como un bendito sin apenas darme cuenta. Después de comer me sucederá otro tanto, arrebujado bajo la sombra de un sauce aguantaré el calor y el cansancio refugiado en el sueño.



Ahora, tecleando estas letras mientras me como un racimo de uvas en el puerto de Andratx ya es otra cosa, se hizo de noche y la suavidad de la temperatura hace agradable el final del día.




Sant Elm, 27/07/11


Llegué con el tiempo justo para salvarme del diluvio. Las lomas de Pas Varmell sobre el Puerto de Andratx se habían vestido de tormenta, la misma que relampagueaba desde las primeras horas de la mañana más allá de la isla de la Dragonera; estuvo chispeando durante un buen rato, empezó a llover, me puse la capa y ya cuando entraba en el pueblo aquello se transformó en breve aguacero. Miro la lluvia desde la terraza de un café frente a mi croissant y el vaso de zumo de naranja. Desde aquí en adelante me parece que no tengo nada hasta el fin de la jornada, en Estellen, toda la parte sur de la Tramontana. Si ayer sobraba civilización hoy me falta, como se ve no es fácil mantener un equilibrio entre las cosas. Está cerrado como boca de lobo y truena aparatosamente sobre la pequeña bahía de Sant Elm.






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