Al sur del Peloponeso, Kardamyli


Kardamyli, 5 de julio de 2015

La vida viajera se remansa frente a un paisaje de naranjales y olivos a los que miro distraído cuando levanto la vista de mi libro. Me corre por dentro una premonición, un interrogante que quizás me visitó algunas veces en largas jornadas de otros viajes por Oriente: ¿será posible que con el tiempo y la acumulación de experiencias y paisajes se relaje el apego que uno tiene a su casa, a su entorno y llegue a suceder que el viajero se sienta tan ciudadano del mundo como para encontrarse a sus anchas en cualquier parte del planeta sin que venga a añorar ningún terruño patrio? "Uno es de la tierra en que está a gusto", la voz de un personaje de Jesús Sepúlveda que vivía enterrado en lo más árido de la Patagonia, sale de entre las páginas de un libro de Homero y otro de Durrell que leo a esa hora en que el sol ha sobrepasado su hora de agobio para remansarse y empezar a preparar la tarde para que el paseo junto al mar sea del todo apacible. Junto al día que comienza a declinar, esa proverbial hora en que los pensamientos arropados por la suavidad del ambiente se recogen sobre sí mismos enroscados como un gato sobre el regazo de su dueña, los recuerdos de otras lecturas y otros viajes alentan un estado de ánimo donde poco a poco uno siente que fuera posible vivir el resto de la vida en cualquier perdido rincón del mundo.

Hoy se me ha ido el día entre la lectura, el seguimiento de los resultados del referéndum griego y un corto paseo a la orilla del mar a la caída de la tarde. El resultado es esa sensación de que uno está donde debe de estar y hace lo que debe de hacer. El ilarante capítulo de "Limones amargos" donde Durrell describe cómo se llega a formalizar la compra de lo que será su casa en Chipre ha despertado en mí esa vocación. Durrell había elegidos Chipre para vivir, sin atenerse a aquello de "que va a ser de ti lejos de casa niña que va a ser de ti...".

Kardamyli, 6 de julio de 2015

Venía tambaleándome después de una abundante comida debidamente regada con buenas jarras de cerveza y tras una caminata de ocho horas, pero fue llegar al hotel, ducharme y conectar con la prensa, y mi siesta se evaporó, eso sí, bajo el chorro benefactor del aire acondicionado y con el canto siempre ahí fuera de las chicharras. Sorprendido estoy de que no caiga sopa después de habernos levantado a las cinco y media de la mañana. Debe ser que me reconforta ese OXI que he visto colgado en todos los lugares por donde hemos pasado en la última semana, que me reconforta ver las imágenes que me manda Santiago Pino con la guardia griega propinado un puntapié a la Merkel, o ese tuit que corre por ahi de alguien que pide una tortilla griega y otro le pregunta que cómo es ésta. Pues como las españolas pero con más huevos, contesta el primero. Esas cosas de la actualidad que le regocijan a uno en medio de tanta cabronada suelta. Incluso el hecho de que Tania Sánchez pueda integrarse en las listas de Podemos de las generales,  me anima. Me gusta esa rubia de mirada firme y actitud decidida. Hoy nos toca mascullar a Victoria y a mí, vamos aclararnos si eso que se trama en Podemos a contracorriente de muchos de hacer unas listas para las generales que huelen a poco democráticas es de recibo, es justo, es conveniente, es... La entrevista a Tanta Sánchez que he leído en El País me ha dejado con la duda de cuál es el camino más correcto a seguir.

No, no es propio de andar en estos asuntos cuando lo que toca es despanzurrarse bajo el benefactor soplo del céfiro y dormir la siesta, o cuanto menos volver a la lectura de los campos de Troya donde los aqueos provenientes de todos los rincones del Mediterráneo, tras dejar atrás las peleas entre Agamenón y Aquiles a causa de una moza de buen ver a un lado, se aprestan a asaltar las bien construidas murallas del reino de Priamo. No es propio, así que a ello... Voy a ver cuánto me dura  el libro en las manos.

Oh, perdón, sucedió que a última hora me tropezarse en menéame punto com con unos viejos daguerrotipo que me entretuvieron agradablemente por un rato. Por ahi abajo dejo una muestra para los amantes del erotismo gráfico de principios del pasado siglo. Lo de siempre, no sólo de pan (ni de montes, ni de viajes, ni de libros) vive el hombre, es necesario que la gracia de Dios y sus criaturas también nos iluminen. Amén.

Sí, tras lo último caí dormido como un ceporro, creo que el término corresponde al sabroso vocabulario que heredé en mi niñez de la lengua de mi madre, pero desperté bien, pese a todo. Las chicharras continuaban ahí y el aire acondicionado sonaba aburridamente en las alturas. Victoria leía absorta en su kindle. ¿Qué lees?, le pregunté. Todavía a Durrell, ella Las Islas griegas, aunque no vayamos a visitarlas (teníamos comprado un vuelo a Creta pero lo perderemos en favor de un adelanto pasado mañana a Chipre); aunque no vayamos a visitarlas; tal es de atractiva la prosa y el mundo de Durrell, no el de los animales, su hermano, el que escribiera ese delicioso libro Mi familia y otros animales.
Tras la siesta algo me tocará contar, digo yo, de la excursión de hoy. En el lugar, nuestra casa de hoy reinaba por lo demás un discreto silencio solamente interrumpido, aunque muy discretamente por los ayes de un orgasmo de una viajera en la habitación de al lado. El mundo funciona así, de órgasmo a órgasmo, y tiro porque me toca, como en el juego de la oca. Bendito sea el mundo en que vivimos, aunque algunos días haya que levantarse a las cinco de la mañana para subir a un maldito monte, o garganta o barranco, precioso por cierto aunque hiciera un calor de muerte y tuviéramos que usar pies y manos para bajar en algún momento.

Se ve que no se me da muy bien ser medianamente ordenado en la escritura. Ahora debería empezar con aquello de las del alba serían, pero además de haberlo hecho unas cuantas veces antes la cosa como se sabe ya la escribió Cervantes precisamente el día en que su particular loco deasfacedor de entuertos salió en busca de aventuras. Así que dejémoslo con... oh, no, tampoco aquello de los rosados dedos cuela. La verdad es que faltaba un buen trozo para el amanecer pero nada poético sucedía a esa hora, sólo trajín con el gps para saber hacia donde dirigíamos nuestros pasos.

Tuvimos de hacer un poco de asfalto, pero no mucho. A nuestras espaldas enseguida empezó a alejarse la bahía en la que todavía dormía Kardamyli, una estrecha senda en donde de vez en cuando nos dejábamos un trozo de piel de las piernas nos fue llevando poco a poco sobre los promontorios. Pequeñas aldeas aparecían por aquí y por allá. Era una ascensión agradable. Cruzamos por dos aldeas, trepamos todavía dos centenares de metros y después el camino se precipitó en las fauces de un enorme barranco, la garganta de Viros Gorge. El ciprés crece salvaje por estas laderas, los trajeron del Himalaya al Peloponeso los fenicios. Como cuenta Durrell. es curioso que para los pueblos orientales el ciprés expresara alegría y belleza y al llegar a Occidente se relacionara enseguida con la muerte y la vida ulterior. También tengo noticias de que en Cataluña (el párroco de Griñon, que era experto en setas y en estas cosas, nos lo contó), era un símbolo de hospitalidad. Una casa con mucho cipreses siempre era un lugar propicio a la hospitalidad. La montaña está salpicada graciosamente por altos y delgados cipreses que seguro el Euro y el Nonto, los vientos que hinchaban las velas de las naves de los aqueos, provocarían en ellos grandes reverencias.

Bajar hasta el fondo de la barrancada no fue cosa fácil pero salimos indemnes. El coro: "¡Aplausos para este par de jubilados metidos a treparriscos! Nos refugiamos en la primera sombra que encontramos. El mar quedaba lejos, muy lejos y el calor era notable, pero aún así llegamos junto a las orillas del Egeo antes de que cerrarán el restaurante.

Por cierto, al otro lado de este blog, valga decir al filo de otra aventura  cabalga en su mula de dos ruedas un amigo al que admiro por su insólito y bravo deambular por el mundo en su jamelga. Javier Piris, es su nombre. Hoy me lo encontré en el Facebook frente a las Tres Cimas de Lavadero. No sé ni de donde viene ni a donde va, pero de vez en cuando tropiezo por allí con él o me lo encuentro en Wikiloc en alguna de sus infinitas rutas por la geografía de España. Javier un día se quedó sin trabajo y fue ese preciso momento el que le abrió las puertas de la gran aventura en la que está metido desde hace años. Cuando vuelva a nacer no me importaría ser como él. La bici es una de esas asignaturas pendientes que ya no me da tiempo a aprobar en esta reencarnación. Como anda por las Dolomitas le mandé el siguiente mensaje: "Atravesé el macizo de las Tres Cimas el pasado verano leyendo la Odisea, casi la misma empresa que llevas tú desde que dejaste, agraciadamente, tu trabajo. Parece como si Itaca hubiera dejado de existir para ti". Algo de eso le sucede también al viajero en estos días en los que ya se empiezan a romper los lazos con su Itaca para incorporarse del todo a la aventura del viaje.





















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