Con los ojos de cerrados




Cercanías Refuge Baysselance, 25 de agosto de 2018 

En la Alta Ruta Pirenaica: Lac d'Arratille – Col des Mulets – Refuge des Oulettes de Gaube – Cercanías Refuge Baysselance. 


Son las cuatro menos cuarto de la tarde cuando paso junto a un pequeño balcón herboso del tamaño exacto para mi tienda. El refugio Bayssellance está a tiro de piedra y frente a mí se distingue claramente la brecha de Rolando, el Taillón y la cumbre del Marboré. El sol lo cubren las nubes de tanto en tanto. Mi vivac está a dos mil setecientos metros y las nubes juegan e intiman con las hondonadas y los altos neveros animando el paisaje de la tarde. Es la hora perfecta para tumbarse con el macuto de almohada y dedicar un largo tiempo al dolce far niente, los ojos cerrados, las sensaciones pasando por dentro lentas, haciendo así honor al ser íntimo del explorador John Franklin sobre cuya vida acabo de terminar un libro (El descubrimiento de la lentitud). Cierro los ojos. El sol calienta mi rostro, imagino a Nuria ya al principio del valle de Ara, a la altura de Bujaruelo. Ella volvía a casa y nos despedimos en las cercanías del Col des Mulets. La vi descender cautelosamente por una pedrera de rocas rojas y angulosas que terminaban en una ladera herbosa que la llevaría directamente al fondo del valle. Un largo paseo cuesta abajo para ella. En algún momento grité el preceptivo ¡piu, piú! que la tradición de los escaladores de mi época gritábamos en Galayos con el parecido alaraaii de los montañeros tiroleses, ella se volvió, alzó el brazo y nos dijimos el adiós definitivo. Después torné mi pasos hacia el Col des Mulets, situado inmediatamente debajo de la cumbre del Vignemale.


Con los ojos cerrados dejo que la brisa acaricie mi rostro. Es agradable. No hay interrogantes en mi pensamiento, ni moralejas, ni razones ni porqués. Apoyadas las manos en mi pecho, que además sostienen el teléfono, siento el tic tac de mi corazón, ese extraño con quien debería poder tener una conversación pero que anónimo y sin conciencia de sí cumple su trabajo de bombear mi sangre al resto de mi cuerpo día y noche desde hace casi setenta y un años. El corazón que alimenta mi cerebro al punto de que éste pueda pensar, experimentar sensaciones, concebir proyectos, recordar. Si ese corazón que late bajo mis manos se parara por un rato yo ya no sería yo, quedaría el continente de lo que antes era yo, pero el yo se habría esfumado. Plas, un golpe de brisa y lo que era ya no sería. Este individuo con sus inquietudes, sus recuerdos, sus lazos afectivos con otros sapiens, su historial laboral, sus aspiraciones afectivas o sus necesidades de reconocimiento por los otros, sus sensaciones, esa cosa tan alabada en vida, de pronto, visto y no visto, ya no sería. No el ser o no ser del Hamlet, que aún no siendo o siendo menos todavía se es algo, sino que no sería en absoluto. ¡Qué gran misterio! Como mi suegra, con la que no me llevaba muy bien y cuyas cenizas yacen bajo un tilo en nuestra parcela, que era, que votaba siempre al franquismo rancio residual del PP, y que siendo hace unos años no se la puede siquiera reconocer en sus cenizas por mucho de que su hija, mi chica, a veces se pare junto al tilo para echarle la bronca porque sus cenizas no alimentan adecuadamente al tilo que crece escuchimizado a dos pasos de nuestra casa. O mi padre, cuyas cenizas alimentan un par de rosales, que por mucho que yo quiera reproducir su recuerdo siempre caigo en la incomprensión de eso que es que alguien sea y que en algún momento deje de ser. ¿Qué sucede con nuestro yo cuando ese corazón que late bajo mis manos deja de latir? Pues nada, que te has muerto, dirá algún iluminado. Obvio, contestará el otro, pero ¿qué es lo que pasa exactamente? ¿Cómo sucede eso de ser en un momento y en un segundo después ya no ser? Mi padre en el hospital en el último momento emitía un sonido gutural que se parecía a eto, eto, es decir, mi nombre, Alberto, y un minuto después ya no pudo decirlo, su yo, ese que momentos antes había pronunciado el eto, había desaparecido. El misterio viene porque nada, absolutamente nada en este mundo desaparece totalmente, a lo más se transforma, se hace cenizas, humo, vapor de agua, pero no desaparece.


Abro un momento los ojos y un mar de nubes se ha apoderado del valle; ahora lo que eran rocas, hierba o montañas es un mar, al menos lo es en la apariencia externa. Cierro los ojos y entonces me pregunto si acaso lo que sucede con el yo no seguirá un proceso similar, que un mar de nubes que se interpone entre el cuerpo del difunto y mi percepción, la muerte, es decir mi incapacidad para ver “más allá”, sea la culpable de mi perplejidad. Y con los ojos cerrados entonces me doy cuenta de que estoy nadando en las dudosas aguas de algunas concepciones religiosas, que no teniendo respuestas para los misterios de la muerte han recurrido durante milenios a “estrafalarias” interpretaciones de la realidad para integrar definitivamente la muerte en una especie de tránsito más o menos sofisticado, como si de de un mar de nubes se tratara, hacia algo que no podemos ver/concebir y que llaman Paraíso. De manera que donde unos nos detenemos perplejos (ante la muerte) porque no somos capaces de comprenderla, otros montan su particular belén interpretativo y llenan los tiempos posteriores a la muerte de angelitos, de fuego eterno o infinidad de reencarnaciones mientras llegan los tiempos de la dicha eterna.

Y cuando a continuación abro los ojos, la niebla ha terminado invadiendo mi campamento, una niebla liviana que como una seda flotando en el aire deja pasar la caricia del sol. Y voy y monto mi particular hotelito y estando instalado dentro de mi suite dejo de preocuparme por los asuntos de la muerte y recuerdo agradablemente las primeras horas de la mañana, Nuria, madrugadora en exceso, ya recogiendo la tienda cuando aún faltaban cinco minutos para que sonara el despertador; el lento y reconfortante ascenso hacia el Lac Du Col d’Arratille con el cuerpo y sus músculos despertando a la mañana paso a paso; el placer de sentir las piernas entrenadas, la mente despreocupada; sintiendo cada segundo en los huesos y en la elasticidad de las articulaciones. Y desayunar al sol en el collado frente a la masa pétrea del Vignemale y el valle de Ara descendiendo a sus pies pacíficamente en una gran curva hasta el mismísimo puente de los Navarros. Y buscar los guantes de Nuria que habían desaparecido misteriosamente mientras nos comíamos una manzana y unos frutos secos; sí, esa clase de misterios por los que atravieso yo a cada momento porque no recuerdo donde he puesto las cosas. Rastreamos el lugar sin resultados. Seguro que cuando llegue a su casa se los encuentra en un bolsillo del macuto. Nuria había dejado el coche en Sallent y planeaba bajar por el valle de Gaube hasta Pont d’Espagne para alcanzar Sallent desde Cauterest, pero una vez en el col de Arratille decidió bajar a Torla por el valle de Ara. Nos despedimos un poco más allá del collado.


He comenzado este post con los ojos cerrados, así que no me queda más remedio que terminarlo de parecida manera. Con los ojos cerrados recordaba mi descenso al refugio de Pombie y el avistamiento cada vez más espectacular de la pared norte de la Pique Longe donde algún resto del recuerdo de mi escalada en el año 67 todavía quedaba. Recordaba también la anécdota de una proyección de diapositivas de Benito Prieto que habían venido un invierno a intentar hacer el couloir de Gaube y se había traído unas fantásticas imágenes de poner los dientes largos a cualquiera, o a Gerardo Blázquez contando al final del mismo verano cómo hizo su ascensión en solitario a la Pique Longe sin ningún tipo de seguro. Al ir a pasar la rimaya se le había caído la maza entre el hielo y la roca y no teniendo otra opción que volverse al refugio o continuar decidió hacer esto último. Subir a pelo aquella pared era para nosotros en aquellos tiempos una proeza de mucho calado. Más abajo pensé que tenía que acordarme de mandar un whatsapp a Laure Esteras en recuerdo de aquella bella ascensión al Vignemale cincuenta y un años atrás.

Se me acaba el papel, así que hasta mañana o hasta cuando tenga cobertura. Buenas tardes.




















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