Jerez de la Frontera, 05/04/10
La nena de la derecha, que ya mismo me recuerda a mi nieta, parlotea constantemente con su papi mientras la mañana se levanta a estribor entrando con su luz invernal por el ojo de buey de este enorme pájaro que me lleva una vez más a alguna parte del mundo donde dar reposo a mi bullicio interior, el mar, por ejemplo, un mar allá por el sur; el mar, ya se sabe, el espléndido mar donde recrear esos pequeños filamentos de ansiedad que suscitan las expectativas, el merodear del tiempo que no perdona en su implacable paso por el alma, el impacto de la no existencia, ayer mismo, de mi tía Lola, la siempre aislada en su mundo y en en sus vocablos de catalán cerrado, con su cuerpo de cera tras el cristal de la sala del tanatorio. A mio tío también se lo llevó un cáncer, y a mi madre, y a mi otro tío, y al otro y al otro, y así hasta cinco.
La nena juega con su papi. No crezcas, hija, decía el otro día Guille a su hija Ainara; al papi de la derecha le sucede otro tanto; ahora recuesta la cabeza sobre el regazo de su hijita y se deja acariciar mientras para ella no existe el mundo que pasa bajo la ventanilla, ni el mar, ni el tortazo que nos pegaríamos si este cacharro le diera por caerse desde esta altura, la del Everest, más o menos. Dejarse acariciar; por una mano, por el viento, por el sol que estos días bañará mi piel sobre la costa gaditana. Y cerrar los ojos y sentir que la vida entra por los poros de la piel, y sentir el calor suave de esa mano, ese aliento.
Le dije al amigo Pino que probablemente en esta ocasión no escribiría, que se me habían ido las ganas de las palabras y que en todo caso... vaya, ya estamos llegando, apaguen sus equipos electrónicos. Un sFervidor obedece. Se hace la oscuridad en la pantalla de plasma.
La intuición me dice que no debo desaprovechar ningún brote de esa necesidad de escribir que pueda asomar tímidamente mientras miro al infinito, siempre una manera más de vagar por la realidad a la búsqueda de una emoción, un recuerdo, una sintonía con el Todo (así lo escribía ella hace tiempo, expectante con lo que estaba descubriendo y que después vino a apagarse como se apaga el mundo cuando nada merece ya la pena). Hagámosla caso, a la intuición, claro, ponerse en disposición de, y ver qué pasa, el viejo procedimiento.
La nena se asoma ahora por la ventanilla y señala con el dedo a su papá la línea azulada del mar; pasa su bracito por el cuello del papi y se lo come a besos. Extraña cosa ésta, la ternura, tan extraña como la muerte, o el amor, o el tiempo en que estamos instalados nosotros y nuestras inquietudes; también la constante locura que recorre como un escalofrío el cuerpo del mundo. Chocolá, chocolé, chocolá-te... y las manos regordetas de la nena palmean en las de papi. Sobre Jerez cae un cielo plomizo y calinoso, nada de las vaporosas nubes sobre el limpio azul del sur que yo esperaba encontrar.
Aterrizaje bestia sobre las pistas de Jerez. Estos de Ryanair no sé si son de fiar del todo, pese a ese toque toril de trompeta con que acompañan su toma de tierra. Siempre que aterrizo en algún aeropuerto no dejo de preguntarme si ello tendrá un final conveniente. En esta ocasión fue un zarandeo tal de perder las alas por la cimbreante pista de aterrizaje.
Un viento del carajo fuera. Quizás fuera esto y no el piloto el causante de tanta brusquedad. Hago tiempo en la sala de espera mientras llega la hora de la salida de mi autobús. Hoy era una hora poco adecuada para despedirme de vosotros, así que lo hago desde aquí, de la Peque, que apenas cumplió dos años hace unos días, de los habitantes de Encomienda, los fijos y los provisionales, del solitario cabrero de Valdemanco y de la hortelana de El Chorrillo. Voy a darme una vuelta; besos a todos.
3 comentarios:
Oiga!
"¡Pero deja ya de crecer!", decía en realidad, y sin disimular una sonrisa, más en un tono de celebración que de otra cosa que pudiese interpretarse.
Ya contarás qué tal el viaje por esas tierras.
Besos!
Impresionante.
Feliz viaje.
Gracias, Paco, tuve que interrumpir la caminata, pero ya estamos de nuevo en el camino, que por cierto está precioso en esta primavera.
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