Biel,
07/05/2013
El
caminar se ha hecho agreste y deshabitado en esta parte del mundo;
demasiados kilómetros para un viajero que además de caminar
pretende deleitarse con las cosas que acompañan al sendero.
Excesivos kilómetros merman ese punto de emoción que uno alcanza en
equilibrio entre el esfuerzo y el gozo. Tengo por demás que
reconocer que esto de enfrentarme a la obligación de ir dejando
constancia por escrito de lo que se va cociendo en el cerebro a raíz
de este trotar de acá para allá supone a veces un esfuerzo
suplementario que me deja ayuno del largo placer de la contemplación
al final de la jornada. Sucedió el último día, el paraje era
bucólico y algo encantador, junto a mi vivac rumoreaba el agua de un
riachuelo, más allá se secaba mi tienda de campaña poco antes de
montarla, pero la tensión a la que me había sometido la escritura
del último post me robó el rato de paz que hubiera necesitado para
oír a los pájaros o pensar gratuitamente en esto o aquello. Cuando
me dormí era noche avanzada. Quizás las cosas deban ser así y todo
consista en aspirar continuamente a algo, tener un tiempo al final
del día, desear encontrar un lugar agradable y bello, esperar que no
llueva y así disolver el presente continuamente en el futuro o en el
pasado, destinando para el presente un saco de tensión que aminora
el contacto del caminante con su entorno.
El
día transcurrió entre bosques, hayas, pinares, encinas, bojes,
arces, majuelos, brezales; el camino, como un deambulante extraño
subiendo y bajando, vadeando ríos, subiendo collados de anónimas
sierras, aterrizando a última hora en los Montes de Biel. Un
placentero paseo si no fuera porque la inesperada aparición del sol,
desacostumbrado sobre mi cuerpo, me pilló desprevenido y, aunque a
la sombra hacía fresco, hacía fatigoso el camino por las numerosas
sendas que tanto bajaban como subían por los costales de la sierra.
Si en un momento me hubieran quitado el gps creo que hubiera tenido
una sensación similar a la que hubiera experimentado alguien
abandonado en el desierto o en el centro de un extenso banco de
niebla. La referencia del sol no servía porque las anfractuosidades
de la sierra llevaban de acá para allá al caminante salvando
barrancos o describiendo largas circunvoluciones en torno a relieves
prominentes. A Dios gracias mi gps se salvó de la enfermedad que le
cayó encima al de Ramón.
Hacia
la una del mediodía ya no podía con mi cuerpo, tuve que tumbarme en
el suelo junto a un arroyo, quedé inmediatamente dormido como un
tronco, hasta tuve un denso sueño. Antes de las tres de la tarde
tuve que hacer lo mismo varias veces. A las tres hice una parada
larga. El menú para hoy consistía en dos zanahorias, un trozo de
pan y un puñado de almendras fritas, mi bolsa de la comida estaba
vacía. Ayer era domingo y todo estaba cerrado, me hicieron un
bocadillo pero este desapareció durante la cena. Sabía que la
jornada siguiente era larga pero me resigné a la idea de pasarla con
frutos secos. Creo que me quedé frito masticando una zanahoria. Fue
visto y no visto, el cuerpo, que como siempre derrocha sabiduría, me
tuvo profundamente dormido hasta las seis de la tarde. Un frío
repentino había caído sobre la sierra y el cielo se había cubierto
mientras tanto.
Antes
de dormirme había extendido mi alfombrilla solar para cargar las
pilas del gps. Mientras dormía la alfombrilla hizo su trabajo, el
indicador daba carga plena. A partir de ahora voy a tener que
utilizar este dispositivo para cargar mis trastos electrónicos, dado
que mi estancia en bares y similares no será suficientemente larga
para ello. Este caminante postmoderno cargado con teléfono de última
generación, ordenador, gps, ipod, cámara digital, depende en cierta
medida de sus trastos. Le di muchas veces vueltas al asunto
proponiéndome a mí mismo hacer la experiencia de caminar sin todo
ello a cuestas pero no terminé de decidirme. El camino no debería
ser exclusivamente camino, éste es también un buen ámbito para
reflexionar y escribir, para escuchar música, para leer, para
comunicarse con casa, para tener ciertas garantías del camino que
uno pretende seguir; de ahí que la austeridad de un caminar sin
trastos podría llegar a entrar en conflicto con una vida que se
enriquece con algo más que con el aire o el sonido del agua de los
arroyos.
De
la prolongada siesta me desperté bastante bien. Al camino le faltaba
todavía subir unos largos contrafuertes entre bojes y pinos, pero mi
cuerpo funcionaba. Él y yo terminamos por alcanzar la Colladica las
Fuesas, donde un letrero indicaba que faltaban seis kilómetros para
Biel. Desde allí una pequeña senda entre bojes enanos se
precipitaba decididamente valle abajo bajando quebradas y sorteando
arroyos hinchados de agua. Un valle profundo y largo se demoraba por
kilómetros en medio de intrincados vericuetos. Cuando hube recorrido
la mitad de mi camino me planteé la posibilidad de llegar a Biel y
cenar debidamente en un restaurante, pero tenía el inconveniente de
que después tendría que buscar en la oscuridad un lugar para dormir
en las afueras del pueblo (al día siguiente vería, no obstante, que
el pueblo tenía albergue… sí, cosa linda esto de que haya pueblos
que tengan albergue municipal… pero la tarde anterior yo no lo
sabía); al final decidí parar en un prado rodeado de bojes junto a
un ricachuelo y hacerme una cena a base de almendras fritas
acompañadas por una zanahoria, por cierto las zanahorias las había
sustraído de la comida del pobre Vermell; Ramón le había comprado
dos bolsas de kilo el día anterior.
El
lugar era bonito, me recordaba cierto paraje similar en el que había
pernoctado varias veces en el valle de Ara, por encima de Bujaruelo,
junto al valle de Ordesa. Antes de dormirme anduve investigando en el
portátil mi camino de mañana, sondeando los lugares de
aprovisionamiento. Tenía un confuso conjunto de tracks que no tenían
continuidad unos con otros y debía aclararme un poco, pero la
batería no daba mucho de sí, así que postergué la idea hasta que
llegara a Biel.
1 comentario:
Lo de las zanahorias me lo imagine nasa mas empezar a leerte pero no crei que lo fueras a confesar, lr debes una a Vermell. Rspero que haya mejorado.
Animo y fuerte abrazo
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