Mi profesión


Camino de Santiago. A 13 kms. de Carrión de los Condes, 12 de agosto de 2008
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Acurrucado a la vera del camino, al resguardo del viento, como un animal más que a la noche se enrosca sobre si mismo y con la cabeza sobre los brazos descansa de los trabajos del día hasta el siguiente amanecer, paso la noche. Nunca me sentí antes tan uno con ellos. El lugar podía ser el nido de una avutarda, un pequeño recinto de hierbas aplastadas en medio de altas gramíneas. A mitad de la noche comienza a llover; no, no pondré la tienda esta vez; soy parte de la naturaleza, haré como hacen ellos, arrebujarse todavía más. Saco el doble techo de la tienda y lo extiendo sobre el saco, me cubro enteramente con el. Llueve, el viento agita la tela, el viento agita las hojas de unos álamos cercanos, me place oír el cascabeleo del agua sobre mi cuerpo. Me duermo arrullado por el agua. Lejos, en la autovía, pasa algún vehículo especialmente ruidoso que me despierta. Se está caliente en el saco. Experimento el calor de la fogata del hombre prehistórico. Estoy en Castilla, soy un caminante; ya no tengo profesión en el mundo, y menos la de maestro con la que cumplí más de la mitad de mi vida; ahora soy uno más en el campo, en los caminos, un zorrito de esos que me encontraba a menudo en los Arribes del Duero o al sur de la provincia de Orense.
Ahora ya amaneció. Abro los ojos desde mi nido de avutarda, miro al cielo cargado de nubes cabalgando como las valquirias por encima del ancho horizonte amarillo. Cabalga caballo cuatralbo camina del alba, cabalga.
Grises y violetas, pesadas y ligeras sobre la tierra gualda; a cabalgar. Me alzo, el infinito horizonte del mar mar se extiende ante mi vista venteado y desapacible, agreste, con cara de poco amigo, como si estuviéramos en pleno invierno.
No desayuno. Mi cuerpo se adaptó a otros ritmos; después, cuando haya dejado una cuarta parte del camino de hoy atrás. Reviso mis cosas, apenas nada, algo con que vestirme, un saco de dormir, una tienda y mi herramienta de escribir. Escribir y caminar, ese es el designio para hoy, eso y escuchar lo que otros han escrito.
Echarme al camino venteado hecho expresamente para mis piernas, adornado hoy todo él con una fila de arbolitos que cruza el llano. Loable iniciativa de Medio Ambiente la de que el llano sea cruzado por una larga hilera de árboles que marcan el camino de la concha. Desde la Luna, Amstrong decía que la única obra humana que se veía era la Muralla China; aquí, desde el aire el signo más visible del sentido común y la buena voluntad será ver esta línea de verdor que corre camino de Santiago de Compostela.
Voglio e non vorrei. Leopoldo Bloom no logra descifrar el enigma, tampoco encuentra quien le enseñe a pronunciar la palabra voglio.
Ancha es Castilla. Todavía es posible un llano más llano, una recta más recta. Una línea de dieciocho kilómetros hasta Carrión de los Condes es el paisaje del final del día. Una media luna cuelga como un globo a la vera del camino.
Aprovechar la caída de la fresca de la tarde para caminar es una disculpa corriente. La realidad es que esto ha entrado en algo así como en una carrera contra reloj para llegar a Burgos antes del día quince. Por demás también es cierto que le encontré el gusto a esta prueba atlética briosa que no es mi caminar corriente pero que estimula mi adrenalina llevando mi cansancio mucho más allá de lo común. Se ha convertido en un vicio esto de hacer kilómetros tras kilómetros por esta tierra. Ahora suenan las hojas lacias de un campo de girasoles agostado. El sol, a dos dedos de un horizonte trazado con un tiralíneas perdió su vigor.
El atardecer será un espectáculo de sombras de álamos sobre un poniente veteado de colores calidos. Mi cama de hoy será un inmenso colchón de paja. Mientras me tomo el café dentro del saco, miro el dibujo de la luna sobre las formas lanceoladas de los árboles. Hoy el silencio es una mi amada compañía.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta tu actual profesión: caminante. También lo hacías bien de maestro. Un saludo de otro maestro.
Javier Casado

Alberto de la Madrid dijo...

Me alegra encontrarte por aquí. Cuando queráis nos vemos. En setiembre volvemos al camino los dos, pero sin duda regresaremos.
Un fuerte abrazo